Añorando a Cary Grant

Una amiga colgó hace poco en nuestro chat uno de esos geniales juegos de imagen que circulan por las redes sociales: a la izquierda, un elegantísimo Cary Grant; a la derecha, un modelo vestido con una espantosa combinación de shorts femeninos, botas grotescas y ridículo jersey pegado; debajo, una leyenda que me hizo reír: “El mundo se va a la mierda”.

Me pareció una divertidísima aplicación del ingenio y del humor a esa estética del feísmo que ha asaltado la moda en los últimos meses. Y aún más a la moda femenina que a la masculina, como si los diseñadores y los estilistas compitieran en la consecución del look más feo del año, como si hubiera un premio al logro del máximo horror estilístico. Y lo anterior se acompaña de la conversión de personajes como las Kardashian en los nuevos iconos de estilo. Lo que te lleva a pensar que, en efecto, el mundo tiene también una crisis... estética.

Y no creo que se trate de un problema para entender nuevas formas de creatividad o que yo sea una víctima de la distancia generacional. Admiro la creatividad de Miuccia Prada, por ejemplo, aunque no me pondría sus atrevidas prendas, si pudiera pagármelas, claro está. O las creaciones de Dsquared2 o del artista Trouble Andrew para Guccighost, y hasta me pondría su ropa. Pensar que nadie ha superado aún a Picasso no te convierte en anticuado. Indica más bien que la unión de belleza y de creatividad en el arte, y en la moda que es una forma de arte, es un logro muy difícil que está al alcance de unos pocos, de los mejores.