Jorge Javier Vázquez, en Gran Hermano 17. / D.R.

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"Habéis convertido Gran Hermano 17 en un campo de batalla"

Su gran interés no han sido tanto los concursantes como el tour de force que Jorge Javier Vázquez ha tenido con el formato mismo.

La última gala de Gran Hermano 17 destapó las preferencias de los espectadores que aún se implican con el programa hasta el punto de votar-pagar: prefirieron a la 'chica-de-barrio-bruta-pero-sexy-pero-noble' Bea, que con los 300.000 euros del premio podrá pagar la hipoteca de su madre e impedir que siga trabajando fuera de España para cumplir con los pagos. Segunda quedó la surrealista Meritxell y, por detrás, Rodri, el novio príncipe de la ganadora choni. Al final, como en "Pretty Woman", fue ella la que le salvó a él del aburrimiento máximo de sí mismo.

Pero, claro, el gran interés de esta edición de Gran Hermano no eran tanto los concursantes como el "tour de force" de Jorge Javier con el formato mismo: tras sustituir a Mercedes Milá, una mujer que siempre supo darle dignidad al programa, incluso a costa de la suya propia, el presentador maravilla de Mediaset batió los récords de audiencia de toda la saga de Grandes Hermanos, pero por debajo. Parecía que el presentador no simpatizaba demasiado con sus concursantes o, quizá, que no lo mostraba.

Las trifulcas y malentendidos con los concursantes revelaron un estilo demasiado irónico, demasiado protagonista, demasiado incisivo y encerrado en sí mismo, que le impidió a Jorge Javier leer lo que realmente estaba pasando en el plató. Bajo la autista batuta de Vázquez, las personalidades achiquilladas de los concursantes no podían fluir, sino sufrir. Un espectáculo que la audiencia no encontró ni entretenido ni agradable de presenciar.

Durante la gala hubo un revelador enfrentamiento gratuito con Clara, a quien un presentador más sensible y perceptivo no hubiera aludido ni herido en sus muchas susceptibilidades. Este insinuó que Beatriz le tenía miedo y desató las lágrimas de la concursante, que terminó confesando que pensaba que Jorge Javier tenía "algo personal" con ella. Como la situación se le iba de las manos, Vázquez decidió zanjarla afirmando que todos los concursantes "habían convertido el plató en un campo de batalla" y que se movían "mejor en el conflicto que en el diálogo".

En el último programa, él mismo realizó el análisis de la situación, aunque excluyéndose de la misma: "Me lo habéis puesto muy difícil", resumió, por "no haber querido hablar y no haber sabido empatizar". Y aunque el presentador confesó que a pesar de la dureza de esta edición estaría dispuesto a repetir el año que viene, las redes echaban humo en un único grito unánime: Jorge Javier, a casa.