12 maneras de tomar las 12 uvas

El 31 de diciembre es el día en que trasladas los propósitos de un año para otro. Como una mudanza. "Aprender portugués: traspasado al 2017. Dieta: mañana... o pasado". Miras bajo el colchón y haces balance. Y piensas que las uvas te están regalando una nueva página en blanco. Las nocheviejas forman parte del mosaico de personas, ausencias y lugares de tus recuerdos. Claro que no todas son memorables. Algunas fueron, son y serán bastante imperfectas...

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Cuando cambias de año en el norte de Europa

Por motivos laborales, personales o por elección propia, a muchos nos ha tocado pasar la Nochevieja algún año en otra esquina del mundo. ¿Cómo? Haciendo pularda al horno en el microondas, boicoteando al cava español pero por falta de existencias, suspirando por un primer plano de Anne Igartiburu y la capa de Ramonchu. Y a todos nos ha tocado explicar por qué nos ponemos a pelar uvas a las 11:50 de la noche de forma cuasi industrial y por qué ingerimos 12 piezas de fruta a la velocidad de una prueba de Humor Amarillo. Así, con la morriña a punto de hacernos explotar, muchos terminamos sintiéndonos como en casa, aunque estemos muy lejos de ella.

Cuando eliges un fin de año para dos (y para 40 personas más en tu móvil)

Ese beso cuando la última aguja del reloj cruza la frontera de las 12. Sí, ese... Ese maldito beso inmortalizado en un sinfín de películas y series (te odio Hollywood) nos llevó un año muy optimista a querer pasar la Nochevieja abrazados bajo la vaporosa luz de una chimenea. Lo que nadie te cuenta es que la velada nunca es tan exclusiva como planeaste porque te empieza a llamar gente con la que ni siquiera sabías que compartías árbol genealógico. A saber: conocidos de lejanísimas parrandas (tan lejanas que utilizabas la palabra parranda), tu madre llorando porque no estás, un exnovio borracho, una amiga que llora por su exnovio... Pero el beso lo tienes, eso sí.

Cuando eliges un fin de año para 25.000

Hay gente a la que le gusta ver en directo cómo la bola de latón desciende. Hay gente a la que le gusta sumergirse en el caos, en los abrazos colectivos, en la masa. Ser el personaje secundario necesario para la retransmisión televisiva. En definitiva, hay gente a la que le gusta ir a la Puerta del Sol de Madrid, a riesgo de perecer por aplastamiento.

Cuando la única fiesta es jugar al bingo y ver Noche de Fiesta en el sofá

¿Recuerdas a la perfección la Nochevieja de la actuación de Sabrina, verdad? Pues esta no va a ser memorable. Nos referimos a la Nochevieja bajonera, intrascendente, la de poner a dormir a los niños mientras escuchas una reposición de Sergio Dalma, la Nochevieja del bingo familiar aderezado con actuaciones vade retro. Mojar turrón en cava será tu mayor imprudencia. Pero también hay belleza en esas nocheviejas de alianza terapéutica con el sofá...

Cuando decides ir a un restaurante sin mirar atrás...

Cenar en un restaurante es otra de las opciones más elegidas por los españoles. El sueño cumplido de abandonar el delantal en una gasolinera sin mirar atrás. Pero son menús tan excesivos que esperas que, en cualquier momento, aparezcan los novios entre bastidores cogidos de la mano con acordes de Coldplay (o Celine Dion). Se han dado casos de llegar al sorbete de limón siendo agosto ahí afuera. Y no te confíes con el sorbete, que todavía vendrán cuatro platos más, los postres, el roscón, las uvas y la carretilla para remolcarte a casa.

Cuando eres la madre y el círculo se cierra

Unos cuantos años después de que tus padres te acompañasen a esa primera fiesta a la que fuiste hecha un cuadro, te ves acompañando a tus hijos a la suya. Es el preciso instante en el que se conforma la imposibilidad de la cuadratura del círculo. Entonces repetirás exactamente sus pasos: te sentirás como la protagonista de una película americana viendo bajar a su hija por la escalinata camino de la fiesta de graduación, la obligarás a posar y hacerse 50 fotos (estimación a la baja) frente al árbol de Navidad, y la dejarás en la puerta de la fiesta pensando: "¡Pero si ayer mismo era un bebé!". Y cruzando los dedos para que no haga tantas tonterías como tú... 

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