vivir
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Tiene claro que ha entrado a protagonizar conversaciones, monopolizar la atención y provocar discusiones. Aída Nízar entró ayer en la casa con su personaje excesivo y ridículo perfectamente engrasado. Recibió a los concursantes uno a uno, para mostrarnos a las claras el nivel de control que los concursantes tienen sobre su propia sorpresa. La facción italiana tenía ventaja: no la conocían. Cuando Marco preguntó: Elettra le engordó el ego repitiéndole lo guapa que era. Álex Gibaja, que conoce su difícil carácter de algunos encuentros en el exterior, trató de disimular su disgusto pero, ya reunido con sus compañeros, no pudo evitar caracterizarla como “una bruja”: “Viene a armarla”. Alonso Caparrós, quien finalmente se quedó en la casa en parte por la expectación de verle enfrentado a Aída, la recibió bastante contento: dos besos y escapada al baño. No llegamos a saber si la llegada de la ex Gran Hermana fue una buena o mala noticia para él. Para el caso, está nominadísimo, junto a Alejandro Abad, Allison e Irma.
Salió el único no famoso de la casa, quien cediera su privilegio de no ser nominado para salvar a Alejandro Abad. A Tutto le perdió su buen corazón o, para los peor pensados, su peloteo al compositor y productor de la casa que podría ayudarle a grabar su disco, el sueño que le ha llevado a Gran Hermano. Lo cierto es que el pobre no daba ya mucho más de sí dentro. En plató, tampoco le dejaron explayarse mucho.
Quizá Telecinco le apoye ahora en su carrera musical. Harían un bien.
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