7 escapadas para las vacaciones de Semana Santa
Te contamos dónde viajar en tus próximas vacaciones si te faltan ideas. ¡Nos ofrecemos como compañeras de destino!
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Tierra de mar, pero también de sierra; de paradisíacas playas e impresionantes acantilados; de días de cielo azul y mágicos atardeceres; de ricos caldos y buena mesa, el Algarve es un destino sorprendente, lleno de contraste y perfecto para casi todo tipo de viajero: desde el 'fin del mundo' en el Cabo de San Vicente, a la arena blanca y las aguas turquesas de la Ilha Deserta, pasando por Foía, la Costa Vicentina y Aljezur o la espectacular Cueva de Benagil.
El País Vasco francés es un destino de ensueño, cercano y casi desconocido para la mayoría de nosotros. Desde la histórica Hendaya, y a tan solo 12 kilómetros, encontramos San Juan de Luz con su casco histórico que dibuja un laberinto de callejuelas donde perderse, su pintoresco puerto pesquero que nos descubre los palacetes que los antiguos armadores vascos edificaron frente al mar en el siglo XIX, con su Iglesia de San Juan Bautista, en la que Luis XIV contrajo matrimonio con la infanta española Teresa de Austria, y con sus playas salvajes donde disfrutar de maravillosas puestas de sol y largas jornadas de deportes acuáticos
Decía Audrey Hepburn que "París siempre es una buena idea" y yo llevo mucho tiempo diciendo que la capital francesa debe descubrirse, al menos, una vez al año. Porque siempre tiene algo nuevo con lo que sorprender al viajero enamorado de su luz inigualable. Esta primavera, sus parques y las orillas del Sena se vuelven a pintar de verde y oler a flores frescas, y sus más de 170 museos (del Louvre al Centro Pompidou, el Museo d'Orsay, el de la Orangerie, el de Arte Moderno, el Picasso o la Pinacoteca de París) nos proponen un viaje al corazón del arte que desembocará en Notre Dame, en el Sacre Coeur, en la Torre Eiffel y en una calle de París...
Dice Glòria Vallès que "el verdadero lujo es tener tiempo y disfrutarlo en lugares con personalidad propia y que ofrezcan experiencias auténticas", por eso, si queremos olvidarnos del estrés y apostar por una vida 'slow', nos ponemos en las manos de WineStyle Travel para buscar esos lugares en los que el tiempo siempre se para y disfrutar de una experiencia exclusivo para no solo viajar, sino experimentar..
Y hablando de experiencias inolvidables, ¿qué os parece un paseo en bici entre viñedos? Las histórica bodegas Codorniú (que, por cierto, son la empresa familiar más antigua de España) nos proponen pedalear por una ruta que se adentra en los viñedos del Penedés y recorre, entre cepas, el paisaje donde nacen algunos de los cavas Codorníu más especiales. Además, en primavera, se puede observar el lloro de la viña, el momento en el que los viñedos “lloran” un líquido incoloro justo antes de que empiecen a asomar los nuevos brotes. Tras el recorrido, la ruta incluye una visita a las cavas modernistas, una degustación de espumosos y un picnic entre viñas. Irresistible, ¿no?
Si buscas un rincón del mundo en el que perderte, que te busquen en Menorca, que es sinónimo de paisajes naturales únicos, playas que no tienen nada que envidiar la fama paradisiaca del Caribe, amaneceres de cuento y atardeceres mágicos, la unión perfecta del verde de sus pinos y el azul transparente de sus aguas, y de pueblos de lo más pintorescos con auténtico sabor marinero. Puede que cuando Serrat escribió (y describió) su 'Mediterraneo', pensó en Menorca... Además, si lo que buscas esta Semana Santa es conseguir eso de 'mens sana in corpore sano', alójate en alguno de los tres Artiem Holes Spa&Wellness de la isla balear, pensados por y para promocionar la salud, la prevención del estrés, darnos unos mimos estéticos y de belleza, seguir una rutina de deporte moderado, cuidar nuestro medio ambiente, disfrutar de la buena mesa y, en definitiva, desconectar para conectar.
Y por último, una escapada rural llena de historia a uno de los pueblos de interior más bonitos de España, Albarracín, en la a veces olvidada provincia de Teruel que, como describe mi compañera Raquel Alcolea "se asienta en el istmo y la península que forma el río Guadalaviar y las vistas desde sus murallas son impresionantes. Pero lo que hace que te rindas a sus pies es pasear por sus calles, sus pasadizos, sus escalinatas y sus encantadores rincones. El tono rojizo de sus casas y los llamadores de las puertas (algunos de ellos con un inquietante dragón o serpientes de varias cabezas), los entramados de madera, las ventanas con visillos de encaje y los balcones de forja ofrecen un espectáculo de luces y colores que cambia a medida que avanza el día, bailando al son del amanecer, el atardecer o la luz de la luna. Además, el olor de la ciudad también es peculiar pues está rodeada de vegetación y no es raro sentir mientras disfrutas del paseo fluvial los aromas del pino, el roble o la encina, que se entremezclan con los del enebro y las hierbas aromáticas propias de la sierra".