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Singapur Canberra y Wellington: en la otra esquina del mundo

Uno de los "tigres" de la economía asiática, la (auténtica) capital de Asutralia y los escenarios de El señor de los anillos. ¿Se le puede pedir más a un viaje en las antípodas?

María con una carretilla de pensamientos, en la floriade, la festividad de la primavera en Canberra / María león

María León
María León

Recorrer casi 40.000 kilómetros (aproximadamente lo que mide la circunferencia terrestre en el Ecuador) en solo 10 días, visitando tres grandes capitales mundiales, parece un maratón difícil de superar para cualquier viajero. Pero lo cierto es que el viaje entre Singapur, Canberra y Wellington puede ser un verdadero “paseo por las nubes” a toda velocidad, con la ruta Capital Express de Singapore Airlines.

Primera parada, Singapur. El plan exprés comenzó con una ducha revitalizante en el VIP Lounge tras aterrizar a las seis de la mañana en Changi, el multipremiado aeropuerto de esta ciudad marcada por el sofocante calor húmedo y tropical (¡conviene llevar ropa de repuesto en la maleta de mano!). Limpia y futurista, lo primero que llama la atención de Singapur es su espectacular vegetación y su fascinante arquitectura contemporánea, que convive con edifi cios coloniales, como el del Raffl es Hotel, donde recomiendo deleitarse con la ceremonia del té.

La diversidad de la población de esta ciudad-estado (malaya, china, india, tamil) se advierte desde el principio en sus barrios emblemáticos, cada uno correspondiente a las etnias más importantes: el barrio chino, con el Thian Rock Keng, uno de los templos más antiguos; el árabe (llamado Kampong Glam), con sus conocidas calles Arab Street y Bussorah Mall, repletas de restaurantes y tiendecitas; y, por último, el barrio indio, o Little India,con su característico olor a especias y sus escaparates llenos de color.

Preparando el almuerzo en el East Coast Lagoon de Singapore.Viista de esta ciudad desde la National Gallery. El hotel Marina Bay Sands marca el pefil de la ciudad de Singapur y la piscina infinita de su azotea. / María León

¿Un plan cultural? Visitar la National Gallery, donde encontrarás exposiciones de arte moderno del sur asiático, además de tiendas de diseño y cinco magnífi cos restaurantes, entre los que recomiendo Aura y el National Kitchen by Violet Oon.

En Clarke Quay, se puede disfrutar de un pequeño crucero por la bahía...

Al atardecer, acércate a Clarke Quay, a orillas del río, una de las zonas más agradables de Singapur. Allí puedes coger un barco y disfrutar de un pequeño (y romántico) crucero por la bahía. Además, desde el barco tienes una vista única del Marina Bay Sand (hotel, centro comercial, teatro, galería y museo), símbolo de la ciudad, con forma de barco y con una piscina infi nita en la última planta que os recomiendo: jamás olvidaré sus vistas. A la hora de cenar, nos unimos a la costumbre local y optamos por los mercados de comida callejera, como el Lau Pa Sat. Lo más típico es el cangrejo. La comida es maravillosa… ¡pero hay que vigilar la higiene! Y, para terminar el día, nada como disfrutar del espectáculo de luces en los jardines Gardens by the Bay.

Nuestro viaje exprés siguió con una visita al Training Center de Singapore irlines, donde nuestros anfi triones nos mostraron su trabajo; el almuerzo en East Coast Lagoon Food, en la playa East Coast; y visitas al Museo Nacional y al Jardín Nacional de Orquídeas, que es Patrimonio Mundial de la Humanidad de la Unesco y alberga 1.000 especies diferentes de estas plantas, un auténtico paraíso. Y el broche de esta estancia en Singapur, una cena en The Cliff ord Pier, donde disfrutamos del cóctel típico, Singapore Sling, un perfecto sustituto de mi tradicional mojito viajero.

Vista de Singapur desde el Gardens by the Bay. María en el barrio chino. Personal de vuelo de Singapore Airlines vestido por Pierre Balmain y jardín nacional de orquídeas. / María león

Entre Sidney y Melbourne…

Canberra, la capital política y administrativa de Australia, fue nuestra siguiente parada. Una ciudad con una gran calidad de vida que, frente al frenesí de Melbourne y Sidney, que está a solo tres horas en coche, defi ende su estatus de icono del slow life. De hecho, la falta de vida nocturna es una de las quejas más comunes de los australianos sobre Canberra, pero sus habitantes están orgullosos de su vida tranquila y del peculiar diseño de la ciudad, que separa los distritos con frondosa vegetación, haciendo que parezca estar rodeada de selva.

Camberra es la Brasilia australiana, un museo de arquitectura actual.

Asentada sobre un lago artificial que se extiende entre cordilleras, en los últimos años la atmósfera de la ciudad cada vez es más hipster y foodie. Por eso se ha convertido en el destino favorito de artistas y amantes de lo ecológico. De hecho, me sorprendió que sea muy habitual para ellos quedar para disfrutar de un buen desayuno, en el que tiene gran importancia el café, que preparan con espuma, muy oloroso, y con el agua perfecta, como expertos baristas. En A. Baker disfrutaréis de un desayuno healthy pero también os recomiendo el de Penny University, el de The Cupping Room (donde dan clases para hacer y servir café), el de Urban Pantry o el de Silo, una dulce combinación entre París y Brooklyn.

Además, como Canberra es la Brasilia australiana, la ciudad es en sí misma es un museo de arquitectura contemporánea. Me di cuenta sobre todo durante el magnífi co paseo en globo que pude hacer sobre la ciudad. Desde el cielo, se advierte que la ciudad está diseñada entre triángulos, círculos y hexágono.

La zona de shopping se concentra en Canberra Centre. Allí encontrarás las marcas australianas con más estilo: Collette Dinnigan, Toni Maticevski, Banjo & Matilda o Elleri. También es muy recomendable un paseo por Braddon, un barrio más alternativo. En Londsdale Street encontraréis The Hamlet (perfecto para una comida ligera entre amigos), con food trucks que ofrecen gastronomía de diferentes países y una bonita terraza. Para cenar, en cambio, os recomiendo Akiba, un asiático moderno que destaca por una cocina con gran personalidad.

Arriba, Museo Nacional y tienda típica del barrio de Braddon, la zona hipster de la ciudad. Canguro en una reserva y paseo en globo. El impresionante Australia War Memorial. En una de las calles de Canberra. / MAría León

Y una nota al margen para los amantes del vino: nada como una escapada a Murrumbateman, la región vitivinícola donde visitamos la bodega Clonakilla y almorzamos en Poachers Pantry, un restaurante situado en medio del campo, cuya especialidad son los ahumados.

Por la Tierra Media

La tercera capital de este viaje es Wellington, en Nueva Zelanda, conocida, además de por su maravillosa costa, por el turismo cinematográfico, ya que allí se han rodado películas como El señor de los anillos, la trilogía de El hobbit o Avatar. En Wellington, el hotel Rydges fue nuestro alojamiento. Es el más grande de la ciudad y en él destaca su restaurante, Portlander, ideal para los amantes de la carne. Otro templo foodie es el Mattherhorn, uno de los más aclamados de la ciudad, que incluye un animado cocktail bar con música en vivo.

El barrio de Te Aro, con su aire bohemio y sus colores, es mi preferido en Wellington.

Un plan perfecto pasa por la ruta gastro de Zest Food Tours. Comenzamos en el Café Mojo, uno de los más famosos de la ciudad (su café es uno de los mejores que he probado en mi vida), para seguir por la zona de Wellington Waterfront, donde disfrutamos de los helados de leche fresca orgánica de Gelissimo. Allí mismo donde puedes darte un baño en el mar y después disfrutar de una sauna en el muelle del puerto para combatir el frío. El barrio de Te Aro es mi preferido, por su aire bohemio. Allí disfrutamos del dulce cacao de Chocolate Factory, un almuerzo muy sano en

Loretta y los productos eco típicos de Nueva Zelanda del mercado Moore Wilson’s: kiwi, marmite, mela granny smith (zumo de manzana), queso y crema de cacahuete.

Supermercado de comida orgánica Moor Wilson’s, paseo callejero y escultura en Te Aro. En la business class de Singapore Airlines. Monumento dedicado a los maoríes en Wellington. Sede de Arquitectura y Diseño de la Victoria University. / María León

Otras visitas obligadas en Wellington son el Cable Car, un funicular que sube a una montaña desde donde se puede ver toda la ciudad; el Museo Nacional Te Papa Tongarewa, con una sección dedicada a los maoríes; o un safari cinematográfico.

María preparando el almuerzo en el East Coast Lagoon de Singapore. Sobre estas líneas, vista de con Seal Coast Safari, donde descubriréis algunos de los escenarios donde se rodaron películas como El Señor de los Anillos y King Kong. No os perdáis tampoco el barrio de Aro Valley y su fábrica de cerveza, Garaje Project. 

Si tanto ajetreo os abre el apetito, ahí van tres recomendaciones: Charley Noble (pescados y mariscos a la brasa), Monsoon Poon (cocina de India, Filipinas, China o Vietnam) y Nikau Café (más informal). En Wellington también hay una zona de vinos, a una hora de la ciudad. Se trata de Wairarapa, una región de pueblos con encanto, como Martinborough.  

Y antes de volver a pisar nuestro suelo, una nueva e interesante escala en Singapur. ¿Quién dijo que el viaje empieza y acaba en el destino?

Agenda de viaje:

Cómo llegar:

  • Sigue la Capital Express Route de Singapore Airlines (www.singaporeair.com). 

Dónde alojarte:

  • Singapur. Os recomiendo el Hotel Raffl es, de estilo colonial y con gran historia (www.raffl es.com).

  • Canberra. El Hotel Hotel es una opción ideal. De estilo contemporáneo, cuenta con restaurante, sala de cine… (www.hotel-hotel.com.au). 

  • Wellington. El Rydges es una buena opción por su céntrica localización y su restaurante de carne Portlander, de los mejores de la ciudad (www.rydges.com).

Para no perders:

  • Singapur. Para los apasionados de las fl ores, el Jardín Nacional de Orquídeas es una visita obligada, creo que es de los lugares más especiales en los que he estado.

  • Canberra. Si queréis vivir una experiencia inolvidable no dudaría en dar un paseo en globo al amanecer. Y como en esta ciudad son míticos los desayunos, os recomiendo los de Penny University, The Cupping Room o Urban Pantry.

  • Wellington. Si os apetece hacer shopping con estilo, nada como dar un paseo por a especialmente divertida Cuba Street. Y no dejéis de hacer una excursión a la región vinícola de Wairarapa: sus pueblecitos son (literalmente) de película.

Agradecimientos: Singapore Airlines .

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María León

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