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Era la expulsión más esperada. Edmundo Bigote Arrocet llegaba ayer a España desde Honduras, para enfrentarse a la temida entrevista con Jorge Javier Vázquez con un buen montón de temas candentes sobre la mesa. Los concursantes saben que durante esa charla han de salir los momentos mas polémicos de su paso por 'Supervivientes' y que deben justificarlos, porque ahí se juegan su imagen. En el caso de 'Bigote', había mucho que discutir: sus desplantes, su posible desprecio al resto de los concursantes, su actitud huidiza con las cámaras, su falta de cooperación con el programa... Además, estaba el asunto Mª Teresa Campos, al rojo vivo tras su declaración de amor en directo y su decisión de no contar a su novio nada sobre su infarto cerebral para no interrumpir su aventura.
La expectación se hizo carne en un dato de audiencia despampanante: 29,3% de 'share', o sea, 3.326.000 espectadores. Récord absoluto del programa, rozando ya el mágico 'share' del 30%. Sin embargo, el encuentro entre Arrocet y Vázquez fue decepcionante: el presentador admitió que el ex cómico le desarmaba con su capacidad para caer bien. Todo le resbala a 'Bigote', al que nada molesta ni perturba. Se intuyó, sin embargo, que lo que el resto del mundo consideraba errores, para él no eran tales. No pidió perdón por su equivocación al demandar un desayuno más completo del que le habían prometido en una recompensa ni por decir que consideraba que la aventura de 'Supervivientes' era fácil. Probablemente no debía hacerlo: solo estaba siendo honesto.
Sobre el tema candente de si el novio de la Campos se había ganado o no el sueldo que cobra, sobre por qué no había dado juego televisivo sino más bien evitado la convivencia, la única confesión que le arrancó Jorge Javier fue: “Debería haber hecho más televisión, pero soy tímido en ese sentido. La próxima vez lo haré mejor. Me decís que en vez de a Edmundo Arrocet queréis a 'Bigote', y entonces hago el papel”. La entrevista terminó un poco abruptamente y sin tocar realmente a fondo los temas. El presentador le despidió recomendándole un monasterio para una experiencia de soledad y ayuno, y él ex concursante se fue riendo, como llegó. Sin duda, hubo trato de favor, motivado probablemente por la conversación pendiente que esa misma noche debía tener con su enamorada: el ictus.
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