Jose Luis, ganador de Supervivientes /
Al final, la audiencia premió la literalidad de este 'reality' de superviviencia: el concursante que mejor supo pescar, cocinar y hacer fuego se llevó el gato al agua, por muy aburrido que se nos hiciera su fijación con la caña y el sedal.
La semifinalista, Alba Carrillo, sale del concurso con una imagen renovada y revalorizada, y probablemente una nueva ventana para volver a la televisión en alguno de los formatos de Telecinco. Sin embargo, su relación con "Supervivientes" no termina aún, porque ayer Jorge Javier anunció una nueva gala, en la que los ex concursantes tendrán tiempo de compartir todo aquello que se les ha quedado en el tintero por falta de tiempo.
En este sentido, alguien que tiene mucho que decir es Kiko, el novio de Gloria Camila, quien ya advirtió ayer de que Lucía Pariente, la madre de Alba, le había contado todo lo que pasaba en el exterior en su visita fantasma. Un bombazo que la colocaría como la gran súper mala e incluso tóxica de esta edición.
Laura Matamoros, la tercera finalista, reaccionó de una manera que pareció verdaderamente auténtica cuando afirmó que lo mejor que se llevaba del programa eran las personas. La metamorfosis de su relación con Alba de enemistad a profunda amistad parece real, y dice mucha de ambas. Ayer, la vimos reencontrarse con toda su familia: su madre quiso estar, aunque de espaldas, en una sala VIP para recibirla y su padre, Kiko Matamoros, recibió un abrazo larguísimo prueba de que la reconciliación con sus hijos está prácticamente conseguida. El culebrón familiar se cerró ayer en "Supervivientes".
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