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Viajes con niños: 137.000 kilómetros de educación y amor

Ahogándose en un mar de dudas sobre la formación dee sus hijos, estos padres decidieron convertirse en nómadas de la enseñanza. Más de un año de ciudad en ciudad, aprendiendo a aprender.

La familia posa ante la Acrópolis de Atenas./d. r.

La familia posa ante la Acrópolis de Atenas. / d. r.

lea velez

"El futuro de los niños es hoy" dijo Gabriela Mistral. "Lo que haces grita de tal forma que no oigo lo que dices", escribió Emerson. Steinbeck añade: "La gente no hace viajes, son los viajes los que hacen a la gente". Aprender haciendo, ser feliz buscando, vivir hoy para gestionar el mañana. ¿ Es este el futuro de la educación?

Iñaki Escudero y Hazel Swayne, español y peruana, se conocieron en Nueva York, trabajando en publicidad. Se hicieron amigos y cómplices, se enamoraron perdidamente y tuvieron tres hijos: Alani, que tiene 11 años, Amaia, de ocho, e Iker, el pequeño, de seis. El amor, su instinto y sobre todo, la intolerancia a la mediocridad que apasiona su discurso, los llevaron un día a tomar la gran decisión: hicieron las maletas, sacaron a los niños del colegio, convencieron a la abuela para unirse a su aventura y se lanzaron a recorrer el mundo.

"Pasamos de quejarnos amargamente a considerar alternativas educativas".

Pero el objetivo no era viajar por viajar. El objetivo era encontrar el mejor sistema educativo con el que enseñar ellos mismos a sus hijos y, de paso, hacerse expertos en educación para asesorar a colegios, padres e instituciones. Trece meses después, esta familia itinerante ha visitado 40 ciudades en 16 países. Han estudiado diferentes sistemas educativos de Estados Unidos a Argentina, pasando por México, Perú y Brasil; han explorado colegios en España, Italia y Grecia; han debatido sobre el futuro de la educación en Dinamarca, Suecia, Alemania o Austria. Pero sobre todo, a lo largo de los 136.998 kilómetros que han recorrido, han confirmado su sospecha de que viajar buscando es aprender viviendo. Son los Ulises modernos.

La familia al completo: Alani, Hazel, Amaia, Iñaki, Iker y Julia. / d. r.

De la queja a la Odisea

Podríamos decir que lo normal es tender a la comodidad, al sedentarismo, a la rutina, pero Hazel aclara que es que ella no es normal. "No sabría decirte de dónde viene esta necesidad innata de explorar más allá de lo establecido. Podrá ser de mi abuelo, que se la pasó aprendiendo y explorando [filosofando]; o tal vez de mi madre viajera, la verdad no sé. Lo más probable es que haya nacido así, dispuesta a cuestionar el statu quo y a redefinir mi propio destino". Iñaki, su marido, añade que Hazel, que tiene una intuición muy fuerte, empezó a sentirse descontenta con la relación que sus hijos estaban desarrollando con el colegio ("No quiero ir", "No me gusta mi profe", decían).

"Había algo que no encajaba -relata Iñaki-, pero no sabíamos bien qué era. Así que un día, Hazel y yo pasamos de quejarnos en cenas con los amigos, a considerar seriamente otras alternativas para la educación de nuestros hijos. Y pensando, un día dijimos: "No sabemos lo suficiente sobre el tema de la educación, en realidad ¡no sabemos nada!". De ahí surgió la idea de dedicar un tiempo a investigar metodologías, colegios, modelos de enseñanza alternativas... Nos preguntamos: "¿Y si visitamos los colegios? ¿Y si vamos con los niños? ¿ Y sí viajamos un año entero haciendo esto? ¿Y si los educamos nosotros con lo que vayamos aprendiendo?".

"Los niños aprenden a la perfección lo que experimentan y les emociona".

Porque viajar por viajar, no es viaje. No es viaje emocional. Ahora, viajar investigando el gran tema de todo padre, de toda familia, viajar con los hijos para que ellos mismos busquen alternativas y se sientan implicados en su destino, y como por accidente, ir aprendiendo historia, arte, diseño, matemáticas o filosofía, eso ya es otra cosa. Sobre todo si esa investigación te convierte en experto en un tema que aspiras a compartir, pues esto es lo que hace esta familia viajera, asesorar, escribir sobre sus hallazgos, reinvirtiendo lo aprendido a través de su trabajo en Hyperisland, que diseña cursos para ejecutivos que han de enfrentarse a la era digital.

Al principio, la idea era que Julia Leturia, la abuela de los niños, se encargase del homeschooling [enseñanza en casa], mientras Iñaki y Hazel se centraban en la movilidad, la intendencia y su trabajo, pero las especialidades de cada uno las ha ido dictando el camino. " Hazel es buenísima buscando apartamentos. Tiene una habilidad increíble para encontrar lo mejor al mejor precio", dice Iñaki. A él, por su parte, le apasiona el reto de encontrar la mejor ruta, una tarea ardua. Alani es la líder de los pequeños: les dice cuándo irse a la cama, cuándo bañarse y cuándo vestirse (¡Y le hacen caso!). A Iker le encanta lavar los platos y ayudar en la cocina. Y a Maia, ir a hacer la compra al súper. La abuela se encarga de planear visitas a museos, parques de ciencias, iglesias, mercados, librerías... y del presupuesto. "También es ella la que pregunta por la calle. No le da vergüenza ningún idioma o situación. Es un gran ejemplo para los peques", concluye Hazel.

"Desconocíamos lo complicado que iba a ser hacer esto bien "explica Hazel-. Sobre todo porque, al ir aprendiendo sobre modelos de aprendizaje y metodologías, queríamos aplicar lo que más nos llamaba la atención a nuestro worldschooling. Ahora hemos creado una especie de laboratorio móvil, donde practicamos con teorías y consejos todas las semanas".

"Darle nombre a cómo nos sentimos es una habilidad esencial para el futuro".

Estrictamente, sería erróneo decir que estos padres están educando a sus hijos, pues ellos mismos señalan que su sistema se basa en la libertad y en la propia elección de los chavales, con preferencia por métodos como el aplicado por The Acton Academy, en la que son los niños quienes llevan la iniciativa de su propia enseñanza. Este sistema, que nació en Texas y que se ha expandido rápidamente por el mundo, hunde sus raíces educativas en aquello que ya escribía Thoreau en Walden, hace 200 años: "Si yo quisiera que un muchacho supiera algo de arte y ciencia, por ejemplo, no seguiría el proceder común, que consiste en enviarlo con un profesor, donde todo se profesa y se practica menos que el arte de vivir (...) y se estudia química sin saber cómo se hace el pan, o mecánica sin saber a qué obedece....".

Visitar museos e instituciones educativas es una de las actividades habituales. / d. r.

Laboratorio móvil

Los Escuredo-Swayne, que han adoptado el nombre de The learning Gypsies para su blog, también incorporan teorías del Reggio-Emilia, sistema educativo fundado en 1945 en la ciudad italiana del mismo nombre, cuando algunas viudas de guerra buscaron un entorno colaborativo para criar a sus hijos con seguridad y libertad, saliéndose de la red eclesiástica que había dominado la educación hasta entonces. En Reggio-Emilia saben, como cualquier padre un poco observador, que los niños aprenden a la perfección aquello que les emociona, lo que experimentan, lo que escogen, lo que les sitúa en el extremo opuesto a la inacción.

Saben que los niños han de ser tenidos en cuenta, no colocados tras una mesa a escuchar pasivamente una lección. Los sistemas Waldorf y Montessori son otros importantes aliados, aunque Iñaki aclara que "en el centro del currículum está en viajar: descubrir, experimentar, reflexionar, y repetir el proceso en distintas ciudades, culturas, realidades. Por eso lo llamamos worldschooling" [educando en el mundo].

Iñaki, durante una reunión con profesoras. / d. r.

Brooklyn, punto de partida

Suena fenomenal, pero también suena a algo que no todas las parejas pueden lograr, porque se necesita energía, entusiasmo y sobre todo, tiempo y planificación. Iñaki y Hazel se liaron la manta a la cabeza porque podían, porque viajaban con demasiada frecuencia y esto les separaba de sus hijos, y entendieron que era posible cerrar su casa en Brooklyn, ahorrarse los enormes gastos de vivir en Nueva York y aprovechar su Odisea particular para incluir en ella los viajes por motivo profesionales.

Así que familia, trabajo y educación son un todo, un tejido. Experiencia y arte, museos y teoría. Para Hazel, la aventura les ha unido: "Hemos pasado de ver a los niños tres horas por día entre semana a vernos las 24 horas. Alani, la mayor, ofrece su propia versión: "En Nueva York nos levantábamos, íbamos al cole durante seis horas, cenábamos, hacíamos deberes, discutíamos por quién se duchaba primero, luego a la cama y vuelta a empezar. Realmente, no estábamos juntos".

Amaia, su hermana, lo corrobora: "Siempre nos estábamos peleando y haciendo deberes" " Lo cierto es que nos conocemos mejor -dice Hazel-. Es imposible llevarnos siempre bien, pero creemos, y hay estudios que lo prueban, que el conflicto y su resolución son sanos para la convivencia. Es señal de que importa lo que pasa, lo que hacemos y quiénes somos. Hemos aprendido a reflexionar, niños y adultos, para poder darle nombre a nuestras emociones y aprender a respetarlas. Hay un espectro de vocabulario de emociones que no nos enseña el "mundo normal", así que intentamos ampliarlo para poder comunicarnos mejor. Darle el nombre adecuado a cómo nos sentimos es para nosotros una habilidad esencial para el futuro".

"Que tus hijos te vean bailar y reír. Aprende algo y que ellos te vean aprendiendo".

Su kilometraje les ha hecho ver el mundo interior, el hombre, los corazones. "Ha habido miles de situaciones y anécdotas que hablan de lo mejor del ser humano: de nuestra empatía y de la capacidad de comunicarnos a pesar de la barreras del idioma. Hoy tengo una visión muy positiva de quiénes somos como seres humanos -cuenta Hazel-. En todas las ciudades donde hemos estado, nos hemos encontrado con que todos buscamos lo mismo: amor, comunidad y afecto." Iñaki añade que "nueve de cada 10 personas a las que hemos pedido una cita para hablar de educación nos ha contestado que sí. Siempre que hemos necesitado ayuda, nos la han ofrecido. Si estábamos perdidos, nos han indicado por dónde, y si no teníamos para pagar, nos han prestado dinero".

¿Qué hemos aprendido sobre la educación en estos meses?

  • Antes pensábamos... Hay que educar a los niños. Y ahora creemos... Los niños aprenden solos y los educamos todos: los padres, sus amigos, los medios y la sociedad.

  • Antes pensábamos... Es normal odiar el colegio. Y ahora creemos... Odiamos que nos digan qué hacer sin explicaciones y sin la libertad de cuestionarlo.

  • Antes pensábamos... Si los dejases, los niños no aprenderían nada. Y ahora creemos... No dejamos de aprender desde que nacemos hasya que nos morimos. Dejamos de mostrar interés porque el colegio nos quita la libertad de elegir, de ser dueños de nuestro desarrollo.

  • Antes pensábamos... Los profesores ( y los padres) tienen las respuestas. Y ahora creemos... Los profesores ( y los padres) tienen que permitir que los niños encuentren las respuestas.

  • Antes pensábamos... el mundo necesita mejores colegios. Y ahora creemos... Hay muchos colegios. Lo que necesitamos es acceso, abriendo buenos centros en lugares donde no existen, o haciendo que a los mejores que ya existen (privados en su mayoría) puedan entrar todos.

  • Antes pensábamos... Los exámenes son necesarios. Y ahora creemos... Nadie creció más rápido al ser medido.

La familia a su paso por el Museo Reina Sofía de Madrid. / d. r.

Pequeños nómadas

Ellos son la prueba de que una familia es un equipo, como ya demostraron en su día aquellos Robinsones Suizos de la ficción, que naufragaban en una isla y conseguían formar una micro sociedad perfecta, donde sentirse seguros y desarrollar sus aficiones y creatividad. Los learnig Gypsies derriban ideas preconcebidas, como que viajar con niños es complicado: "Son los mejores viajeros que hemos conocido. Ellos imitan nuestras emociones. Si nos estresamos, ellos se estresan; si nos quejamos, se quejan; si nos da miedo algo, ellos se asustan. Así que intentamos hacer los viajes lo más sencillos posible y comunicarnos, desde quién baja primero del tren hasta quién carga qué maleta". Su estilo de vida, afirma Hazel, ha cambiado mucho: " Somos más sencillos y más felices con menos. Por lo tanto gastamos poco. Nuestro filtro a la hora de comprar es: ¿ lo necesitamos o lo queremos? Y las necesidades ganan siempre. Es liberador vivir así". "Por cierto, como dato adicional: no tenemos ni teníamos ahorros", añade su marido.

El colegio tradicional quedó obsoleto hace un siglo, aunque para ciertas personas, como Thoreau o Emerson, ya lo era en 1840. En realidad, el futuro escolar ya lo inventaron los socráticos. Los padres, sin necesidad de echarnos al monte o al mundo, podemos abrirles el futuro a los hijos con algunas actitudes similares. El consejo de Iñaki es este: " Lánzate a conocer a tus hijos mejor. Ponlos en situaciones incómodas, que descubran lo que les intriga y lo que les molesta. No lo soluciones todo por ellos. Baila con tus hijos, pero sobre todo que te vean bailar, cantar, reír y ser espontáneos. Aprende algo y que ellos te vean aprendiendo. Si de verdad te pica el gusanillo de viajar por un tiempo largo, involucra a tus hijos en el proceso de planificación. Viajar cuesta menos de lo que parece. Solo tienes que saber los trucos, como buscar precios los miércoles por la mañana y evitar el fin de semana. Pero, sobre todo, pregúntate: ¿ Qué necesitas realmente para ser feliz?".

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