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Hay muchas razones para ir al cine a ver El hilo invisible (estreno: 2 de febrero). Daniel Day-Lewis asegura que, esta vez sí, es su última película; al frente está un hombre que sabe dirigirle, Paul Thomas Anderson (Pozos de ambición), y trata sobre el exclusivo mundo de la alta costura en el aún encorsetado Londres de los años 50.
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Pero, sobre todo, es la oportunidad de enfrentarnos a una película diferente sobre un tipo de pareja que hemos visto hasta la extenuación: la compuesta por el genio y su musa. El genio es, por supuesto, Day-Lewis que encarna a un extravagante y maniático modisto; y la musa, Vicky Krieps, a la que ya vimos en El joven Karl Marx, que interpreta a una (aparentemente) sencilla camarera. La dinámica cambiante y posesiva entre ambos es una exploración, a la vez oscura y divertida, de las maneras en que construimos nuestros romances... y de cómo, en ocasiones, una pareja solo funciona si antes se ha roto por completo.
Pena de muerte, para muchos, siempre tendrá los rostros de Susan Sarandon y Sean Penn. Pero aconsejamos darles una oportunidad a la mezzosoprano Joyce DiDonato y al barítono Michael Mayes, que encarnan a la monja tenaz y al condenado a muerte en la versión operística de la película.
La magnífica Dead man walking, creada por Jake Heggie, podrá verse desde el 26 de enero en el Teatro Real de Madrid.