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7 lecciones de vida de ‘Sexo en Nueva York’ que siguen siendo tendencia

¡‘Sexo en Nueva York’ cumple 20 años! Puede que haya zapatos más trendy que los manolos y que el West Village ya no sea la zona cool de Nueva York, pero la filosofía de Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda sigue de plena actualidad.

Samantha, Miranda, Carrie y Charlotte, de 'Sexo en Nueva York'. / D.R.

Rosa Gil
Rosa Gil

Hace 20 años, Darren Star decidió adaptar a la pequeña pantalla ‘ Sexo en Nueva York’, la novela de Candace Bushnell, con Sarah Jessica Parker en el papel de Carrie Bradshaw, una periodista treintañera que vivía en el Nueva York más hipster. Carrie reflexionaba en sus artículos sobre la amistad, el sexo , las relaciones, la moda y el 'lifestyle' urbanita, basándose en sus experiencias y en las de sus tres inseparables amigas: la irreverente y sensual Samantha ( Kim Catrall), la sarcástica Miranda ( Cynthia Nixon) y la ‘classy’ y naíf Charlotte ( Kristin Davies). La premisa -que dio para seis temporadas y dos películas- resultó audaz, controvertida e hilarante. Y algunas de sus lecciones de vida nunca pasarán de moda.

1. No es oro todo lo que reluce.

Charlotte se pasó buena parte de las tres primeras temporadas soñando con un príncipe azul. Y encontró todo lo que una chica podía desear en Trey McDougall ( Kyle McLachlan). Era guapo, rico, educado, de buena familia. ¡Un sueño! Tanto que decidió no catarlo hasta la víspera de su noche de bodas... y el muchacho le salió impotente, llorica y francamente insoportable. Charlotte solo encontró el romance que se merecía en los brazos de Harry Goldenblatt ( Evan Handler), su feúcho, calvo, peludo, nudista y adorable segundo marido.

Tras seis temporadas, Charlotte se casó con su príncipe azul: Harry Goldenblatt. / d.r.

2. Lo malo, pa'fuera.

Carrie se agenció un novio político que fantaseaba con que le orinara encima; Charlotte tuvo más citas de las necesarias con un tipo que no podía evitar gritar “¡Eres una zorra!” cuando llegaba al orgasmo; el ligue de Samantha tenía un problema que ofendía (ejem) al paladar de la dama. Podrían haber sufrido en silencio, pero hablaron con sus amigas (que para eso están) y aquellos problemones descendieron al instante a la categoría de anécdotas para reírse en pandilla.

Sola no puedes, con amigas sí. / d.r.

3. Sé quien eres... sin importar tu sexo

La reversión de géneros no se llevaba tanto en los 90 como ahora, pero el amor de Miranda y Steve ( David Eigenberg) fue todo un pionero al respecto. Ella era una abogada de éxito, ferozmente independiente, implacable y (digámoslo todo) un pelín borde. Él era un tipo amable, que ganaba lo justo con su bar y que no tenía reparos en verbalizar sus sentimientos y pedir la atención que necesitaba para sentirse querido. Después de esto, ¿tenemos que deciros quién de los dos se echó a llorar cuando nació su bebé?

Miranda y Steve, el cerebro y el corazón. / d.r.

4. Si eres un secreto, no eres un buen secreto.

Ay, Big y Carrie, cuántos dolores de cabeza nos ha dado lo vuestro. Y todo porque Big ( Chris Noth) era un fóbico al compromiso, que llevaba su vida en compartimentos estancos, y Carrie, una blanda incapaz de salir de ese “ni contigo ni sin ti”. Pero de tus cabezazos, Carrie, aprendimos todas: si no quiere presentarte a su madre ni a sus compañeros de trabajo, si pasa de quedar con tus amigas, si rehúye los espacios públicos cuando estáis juntos... es que tiene algo que ocultar. Puede ser, incluso, que ese algo seas tú.

Carrie y Big: ni contigo ni sin ti. / d.r.

5. A veces, el hombre perfecto no es tu hombre perfecto.

Lo vas a entender en una sola palabra: Aidan ( John Corbett). Quería a Carrie con locura, se hizo amigo de sus chaladísimas amigas, era honesto, leal, íntegro, guapo y medía como cinco metros (o eso parecía junto a la menuda Sarah Jessica Parker). Aun así, Carrie le puso los cuernos con el inconstante Big y acabó dejándolo marchar. ¿Por qué? Sencillamente, porque una pareja no es una lista de virtudes. La química importa.

Carrie y Aidan, el amor que no pudo ser. / d.r.

6. Si lo quieres, pídelo. Y ve a por ello.

Sinceramente, ¿no es demasiado exigir a tu pareja que adivine y cumpla tus deseos? Si tu novio te ofrece un anillo de compromiso y tú prefieres un gran vestidor, como le ocurrió a la señorita Bradshaw, dilo sin miedo. Si quieres un baile horizontal con ese camarero y le quedan dos horas para terminar el turno, espérale y, como Samantha, soborna a esa clienta reacia a marcharse para acelerar el proceso. Sé tu propio genio de la lámpara. Es tu responsabilidad.

Tu armario, tu mejor amigo (a veces). / d.r.

7. Pon a tus amigas por encima de todo.

Y no nos referimos (solo) al brunch del domingo ni a los cosmopolitan noctámbulos. Hablamos de esa Samantha que dejó su zona de confort en el otro hemisferio del planeta para cuidar al bebé de Miranda; de esa Miranda que le echó a Carrie la bronca de su vida por empeñarse en continuar con una relación tóxica y luego le aseguró que, aun así, estaría a su lado para consolarla cuando se estrellara.

"Las amigas nunca pasan de moda". Palabra de Carrie. / d.r.

Como les dijo Big, que tendría sus cosas pero a las cuatro de Blahnik las tenía bien caladas: “Chicas, para Carrie vosotras sois el amor de su vida; cualquier tío tendrá suerte si queda en cuarto lugar”.

20 de enero-18 de febrero

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