El verano, además de grupúsculos de medusas portuguesas , trae bodas. Y también llegan siguiendo el dictamen de la luna y los flujos de las mareas. Hay veranos de bajamar, con dos bodas a lo sumo, relativamente fáciles de asumir. Pero en ocasiones se alinean los astros y te plantas julio con cinco enlaces en tu calendario, como en el Candy Crush. Y ahí ya no necesitas un estilista, ahí necesitas un contable o, en su defecto, un mecenas.
Me gusta pensar que la gente se casa solo para que se le restituya lo invertido en otras bodas. Casarse como venganza por esos 150€ por cabeza –¿dónde han quedado las vajillas?– con los que se abren fincas de España cada verano. Como ese capítulo de 'Sexo en Nueva York' en el que Carrie se casa consigo misma , harta de gastar su sueldo en bodas y bautizos de amigas.
Pero, seamos francas, luego llegamos a la boda y se nos olvida la extorsión económica. La pereza caduca al ver a los novios y al camarero acercándose con jamón. Ahí disfrutas. Te emocionas. Posas como una de esas figuras que vienen por defecto en los marcos de fotos. En pleno éxtasis de Santa Teresa (el ron) hasta quieres más bodas. Claro que toda esta euforia se diluye a la mañana siguiente, cuando tu cara parece el averno de Dante, tu pelo sigue enlacado pero deforme, no sientes los pies y te encuentras en el bolso ese obsequio de porcelana que debes averiguar en qué rincón de la casa esconder.
No, no hay peor resaca que la de una boda. Especialmente la financiera.
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20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?