La periodista Ana Pastor, presentadora de El Objetivo. / Cortesía a3 media

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Chaquetas femeninas en la televisión

En televisión ellos informan y ellas adornan, ellos lideran y ellas acompañan. O en ellos es prioritaria su capacidad profesional, pero en ellas lo es su belleza. Una reflexión de Edurne Uriarte.

Una colega que presentaba una tertulia política en televisión nos dijo más de una vez a sus colaboradoras que ella siempre vestía chaqueta en pantalla. “Si ellos van con chaqueta, ¿por qué hemos de mostrar nosotras los brazos?”, nos explicaba. Y me pareció una buena decisión, además de un perfecto resumen de las diferencias de imagen entre hombres y mujeres en televisión, ellos con la respetabilidad de una chaqueta, ellas con el toque sexy de unos brazos desnudos. Me acordé de esa historia cuando leí en esta revista el magnífico artículo de Lola Fernández sobre las llamativas diferencias entre los hombres y mujeres que presentan informativos en las televisiones españolas y en las del resto del mundo.

El repaso de Lola Fernández constataba lo que todos observamos en televisión cada día: las presentadoras son mayoritariamente jóvenes y guapas, mientras que sus colegas son mayores que ellas y mucho menos agraciados físicamente. O, lo que es lo mismo, a ellas se les exige juventud y perfección física mientras que a ellos les basta con la capacidad comunicativa. Lo que se completa con las diferencias de atuendos en la mayoría de las cadenas: sobrias chaquetas en ellos, escotes, atuendos sexys y brazos desnudos en ellas. Ellos informan y ellas adornan, ellos lideran y ellas acompañan. O en ellos es prioritaria su capacidad profesional, pero en ellas lo es su belleza.

Y no se debe a una demanda de la audiencia, porque las mujeres también consumimos informativos, y a la inmensa mayoría de nosotras nos desagrada el contraste. De la misma manera que consumimos crecientemente programas deportivos, por ejemplo, y nos pasa lo que a mí, que soy una futbolera aburrida de tanta retransmisión y debate copados por hombres “entendidos”, mayoritariamente feos y mayores, y con escasas mujeres en funciones secundarias, a las que se permite su presencia porque son lo bastante jóvenes y bellas. Y esos programas no reflejan a la sociedad, como también se excusan a veces los directivos de las televisiones, porque la sociedad que yo veo en los estadios de fútbol muestra una presencia cada día mayor de mujeres con los mismos conocimientos, pasión e interés que ellos por el fútbol.

La televisión va en esto, como en otras cosas, detrás de la sociedad, refleja el pasado en lugar de liderar el presente y anticipar el futuro. Y lo malo es que contribuye a ralentizar los cambios con esas imágenes que identifican a los hombres con la autoridad y a las mujeres con la belleza, y que me recuerdan lo que dijo importante banquero hace algunos años: “La gente te respeta si tienes autoridad moral”. Y, desde luego, no imagino a un banquero, o a un político, a un abogado, o a un periodista influyente sustituyendo la chaqueta por un look sexy para lograr autoridad moral.

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