En el vanguardista París de finales del siglo XIX, no había pareja más transgresora que la formada por Willy y Colette. Ambos eran creativos, noctámbulos, bisexuales. Él era un escritor, periodista y diletante bon vivant, bien conocido por el todo París; ella, una joven recién llegada del campo. Pero la historia recuerda a Colette, no a Willy, como icono de la literatura francesa, por novelas como Chéri, Gigi o la saga Claudine. Hoy sigue siendo la única escritora gala que ha recibido un funeral de Estado.

El romance. La joven Colette (Keira Knightley) se casó con Henry Gauthier-Villars, Willy (Dominic West) a los 20 años. Él tenía 35. / d.r.

La película Colette (estreno: 16 de noviembre) nos habla de cómo cambiaron aquellas improbables tornas, cuando la joven Sidonie-Gabriele Colette aceptó ejercer de “negra” para su marido y sus libros sobre Claudine, una colegiala ingenua y perversa a la vez, se convirtieron en la sensación de París y en la lectura preferida de las jóvenes francesas.

El matrimonio. Colette escribía y Willy se llevaba el mérito. Además, era un adúltero recalcitrante. La escritora se consoló dedicándose al mundo del espectáculo. / d.r.

Con un Dominic West feroz y una Keira Knightley siempre cómoda en papeles de época, Colette –dirigida por Wash Westmoreland– nos habla de una mujer que, hace un siglo, fue capaz de dar la vuelta al mito de pigmalión, reivindicarse, elegir la manera en que quería vivir su sexualidad y alejarse de los amores tóxicos (se casó tres veces).

El declive. Colette, más madura y segura de sí misma, pone fin a 13 años de matrimonio. En adelante, firmará y defenderá sus propias obras. / d.r.

Como afirma la protagonista, “la mano que sostiene la pluma es la mano que escribe la historia”.

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