Antes que ella, nadie había ganado tres veces consecutivas el premio Hugo –los Nobel de la Ciencia Ficción– a la mejor novela. Pero N.K. Jemisin rompió ese techo de cristal, doblemente reforzado para autoras afroamericanas como ella, y se llevó un galardón para cada una de las tres partes de su 'Trilogía de la Tierra Fragmentada' (Nova). La última entrega de la saga, 'El cielo de piedra', acaba de publicarse en España y cierra una compleja trama ambientada en un planeta geológicamente inestable donde los orogenes (personas capaces de generar terremotos y volcanes) viven esclavizados por una sociedad que los odia tanto como los necesita.
Mujerhoy. Las protagonistas de esta trilogía son una madre y una hija, ambas perseguidas, y de su difícil relación.
N.K. Jemisin. 'La Tierra fragmentada' es, en muchos sentidos, una alegoría sobre la opresión, y uno de los temas que quería explorar es la forma que adopta la paternidad en esos grupos, donde tienes que elegir entre ser un padre cariñoso... o uno que logre que su hijo sobreviva. Muchos padres eligen lo segundo, aunque eso arruine su relación con su hijo. Por ejemplo, cada padre y cada madre afroamericano que conozco enseña a sus hijos cómo sobrevivir a un encuentro con la policía: les instruyen para que no intenten defenderse, para que se traguen su orgullo, para que ni se les ocurra defender su inocencia. Y es difícil, porque en el fondo les estás pidiendoque renuncien a su sentido de la justicia más básica. Pero ellos creen que no tienen elección.
Esa opresión llega a su máxima expresión con los orogenes, que viven sometidos y odiados, con solo una salida “honorable”: trabajar para el sistema en régimen de casi esclavitud.
Es algo similar a lo que, en la cultura afroamericana, llamamos “política de la respetabilidad”: para conseguir la aprobación de la sociedad, las personas negras tienen que trabajar más y ser mejores que los blancas. Nos lanzan el mensaje de que si actúas así, si eres muy estricto con tu comportamiento, demuestras que estás dispuesto a trabajar por el bien común y no tienes deseos propios, tendrás un lugar en la sociedad. Es una mentira, pergeñada por quienes crean esa cultura abusiva y que no son tan exigentes con otros grupos sociales. Por ejemplo, cuando un chaval blanco comete un delito, la justicia es benevolente, porque da por hecho que ese joven tiene un buen futuro por delante. Si un chico negro hace lo mismo, se asume que su futuro va a ser la delincuencia, y se le trata en consecuencia.
Esa discriminación, ¿la ha sufrido también como escritora? Sus inicios en el mundo editorial no fueron fáciles.
Fueron muy frustrantes: no lograba que me publicaran y estuve muy cerca de rendirme. Otros escritores negros me decían que me olvidara del mercado convencional y que autoeditara mis libros, que es lo que muchos de ellos tienen que hacer en Estados Unidos. Mis personajes son negros por defecto, así que las editoriales creían que los lectores de ciencia ficción no sentirían interés por una novela protagonizada por negros y que al público negro no le interesaría la ciencia ficción. No sabían cómo vender mis libros. No me lo decían así, pero había un patrón en sus frases de rechazo que me hizo llegar a esa conclusión. Ahora el mercado editorial está algo mejor (el afrofuturismo es tendencia), pero nos queda mucho camino. Sigo escuchando a escritores afroamericanos decir que una editorial ha rechazado su libro arguyendo que “ya han comprado un libro de fantasía escrito por un autor negro este año”. Parece que solo les está permitido publicar uno al año, ya ves.
No debe de ser fácil ser reconocida en un género, la ciencia ficción, que tiene ciertos grupos de autores muy reaccionarios.
Es cierto. Están todos esos grupos reaccionarios, los sad puppies en ficción especulativa, y los gamergaters en los videojuegos. Son una minoría, claro. Si reflejaran de verdad cómo son los lectores de ciencia ficción, a mí no me habrían publicado nunca. Pero, si hacen tanto ruido, es porque quieren modificar la ventana de Overton, que dicta cuáles son las ideas aceptables en el discurso público. Hace cinco años no podías decir que no te gustaba Barack Obama por ser negro, o que los mexicanos eran malos. Y ahora sí. Y si es aceptable decirlo, también lo es pedir leyes o políticas acordes con esas opiniones. Cuanto más suenan, más aceptable parece su discurso, y así es como la sociedad va cambiando. Por eso es necesario que los artistas contraataquen, llamando la atención sobre lo que está pasando y escribiendo sobre maneras de combatirlo.
¿Tiene la sensación de que ciertas libertades, ciertos derechos, están yendo a peor en su país?
Hay cosas que han pasado siempre y que ahora, simplemente, salen en las noticias. Pero sí creo que estamos retrocediendo. Nunca habíamos tenido fascismo a cara descubierta en Estados Unidos. Hemos llegado a un punto en el que incluso saber hablar otro idioma te marca como un... un izquierdista impío o algo así. No sé qué hará falta para que nos decidamos a luchar -porque nada cambia sin lucha-; la verdad es que esperaba ver una resistencia mucho mayor y, hasta el momento, no ha sido así. Me siento muy decepcionada con mi país. Y me niego a fingir que esto es normal.
En un momento así, ¿es más fácil abordar los problemas de la sociedad desde la ciencia ficción?
Creo que el arte, en general, debe reflejar y criticar cualquier sistema político. La ciencia ficción no es diferente a otras disciplinas. La gente tiene la sensación de que es un género literario que nos habla del futuro, pero trata sobre el presente. Siempre lo ha hecho.
Las mujeres de sus libros son fuertes y no necesariamente simpáticas, una rareza...
Es parte del doble rasero que sufren las mujeres en la narrativa. Los hombres pueden ser complejos; ellas deben ser bonitas y entretenidas. Y eso genera expectativas poco realistas sobre las mujeres en la vida real. Podemos verlo, por ejemplo, en cómo se juzga a las mujeres y a los hombres políticos: a ellos se les pide que sean competentes; a ellas, que resulten agradables. Y la única manera de cambiar eso es exponer al público a otros tipos de personajes femeninos. Necesitamos crear más mujeres antipáticas.
Los premios y la fama... ¿Le han cambiado la vida?
Me permitieron, en 2016, dejar mi trabajo como psicóloga y escribir a tiempo completo. También me han llevado a un punto de agotamiento total. Estoy exhausta: he publicado nueve libros en ocho años y le he pedido a mi editor un año de descanso. En cuanto acabe con la novela que estoy corrigiendo (el primer tomo de una trilogía sobre una Nueva York mágica), me daré un respiro.
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?