Imágen del documental. / d.r.

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Las porteadoras de Melilla: esclavas del sur

En ocasiones, la realidad (en femenino) supera a la ficción. Y este documental, galardonado en el Festival de Málaga de Cine en Español con la colaboración de Mujerhoy, es el mejor ejemplo de ello.

Tras su primer documental, Las lágrimas de África, la realizadora Amparo Climent viajó sola por Melilla y Marruecos, para documentar la realidad de inmigrantes y refugiados en la zona fronteriza. Mientras rodaba, se fijó en la dura labor de las porteadoras, las “ mujeres mulas” que cada día pasan la frontera con enormes cargas de material en sus espaldas (porque las mercancías que se llevan a cuestas se consideran “equipaje personal” y no se gravan). “Pensé que el drama de esas mujeres tendría que tener su propia pieza audiovisual, para que el mundo conociera la explotación a la que se ven sometidas dentro de nuestro país. Así que decidí volver dos años después”, explica Climent. Así germinó Porteadoras: las esclavas del sur, la cinta por la que recibe en esta edición una Mención Especial al Cortometraje Documental.

Se juegan la vida y ni siquiera se las considera trabajadoras; es una injusticia".

En ella narra de cerca, en planos cortos y cerrados, el día a día de esas mujeres que, de lunes a jueves, cruzan de Marruecos a España de madrugada y recogen la mercancía en la frontera española o en los almacenes de los alrededores. “Si tienen suerte, pueden hacer dos viajes y ganar en cada uno cuatro o cinco euros, después de descontar los sobornos que hay que repartir entre la policía marroquí. En esos viajes se juegan la vida, ya que las avalanchas y las caídas se producen continuamente”, cuenta la realizadora valenciana. El rodaje no fue sencillo. Aunque iba sola con su cámara y tenía todos los permisos en regla, le pusieron muchas dificultades. “En cuanto se producían avalanchas o había problemas entre las porteadoras, me obligaban a salir de la zona y no me dejaban presenciar lo que ocurría y de qué manera intervenía la Guardia Civil. Luego, cuando todo había pasado, las mujeres, y también los hombres, se quejaban de la violencia que se utilizaba contra ellos para solucionar los conflictos”, explica Climent.

Imagen del documental. / d.r.

Miembro de la Junta directiva de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas y del consejo de administración de AISGE y de CIMA, además de actriz, Climent cuenta con una exitosa trayectoria como guionista y directora de cortometrajes y largos de no ficción. La realizadora, que estrena este mes el recital Las cartas perdidas. El exilio y la cárcel de las mujeres republicanas, reconoce que el premio del certamen ha supuesto un espaldarazo a su documental, una obra necesaria para ponerse en la piel de quienes se dedican al porteo.

“Lo siento como una forma de visibilizar a estas mujeres con las que he compartido días de angustia y soledades –dice–. Ellas son las protagonistas de esta lucha en ese “contrabando legalizado”, que facilita a las mafias el abuso y la explotación y contribuye a que no se las considere trabajadoras: no tienen derecho a ningún tipo de prestación social, laboral o sanitaria. Solo su fortaleza y su perseverancia les ayudan a aguantar esa vida llena de injusticias”.

Amparo Climent. / d.r.

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