Para Rebecca, Jack Pearson fue el gran amor de su vida. Pese a las sombras de él (un padre maltratador, el trauma de la guerra de Vietnam) y pese a la insatisfacción artística de ella (nunca consiguió dedicarse profesionalmente a su pasión, que era cantar), el noviazgo fue feliz y, tras su primer y único embarazo, en el parto llegaron dos mellizos tan blancos como sus padres. Y en aquel mismo momento un niño negro fue abandonado junto al hospital y adoptado por ellos. Esos trillizos definieron a partir de entonces la vida de la pareja.
Mientras que Jack se reveló desde el primer momento como el padre perfecto, siempre con un nuevo truco de magia preparado en la manga, Rebecca tuvo que ir aprendiendo sobre la marcha. No fue fácil acompañar a los tres niños en su crecimiento, mantener la pasión matrimonial, gestionar la economía. La prueba de fuego llegó cuando él murió en el accidente que agujerea el epicentro dramático de esta serie. Con tres hijos adolescentes, tiene que tirar de las riendas de la familia. Viuda y tenaz, abandona el sueño de ser cantante y asume su destino.
En sus tres temporadas completas nos ha contado la historia de Rebecca (Mandy Moore) y Jack Pearson (Milo Ventimiglia), padres de Kate (Chrissy Metz), Randall (Sterling K. Brown) y Kevin (Justin Hartley).
La narración no se desarrolla de forma convencional, sino con constantes saltos entre varios momentos de los últimos 30 años, a modo de un rompecabezas profundamente emocional y emocionante.
En nuestra época de postmadres, malasmadres y transparents, Rebecca Pearson encarna prácticamente en solitario en el panorama serial la figura de la madre clásica. En el presente no solo asume con naturalidad -y sacrificando aficiones personales u ocio- su condición de madre preocupadísima, de abuela generosa y de referente moral de la familia, sino también el hecho de haber sido siempre parcialmente eclipsada por la magia de su primer marido (hasta el punto de haberse casado, tras su muerte, con su mejor amigo). Pero hay en ese clasicismo una gran dignidad. Porque ella es la línea que une todos los puntos temporales de This is us. Rebecca es el pasado y el futuro, la superviviente que vincula a Jack con las nietas que no llegó a conocer, el centro del mapa que la serie desintegra espacial y temporalmente con sus constantes saltos cronológicos y con los desplazamientos de sus personajes por diferentes ciudades de los Estados Unidos. A sus tres hijos, tan necesitados de terapia, ella les recuerda dónde está el norte magnético. Hemos tardado tres temporadas lacrimógenas en darnos cuenta de que Rebecca Pearson es la auténtica protagonista de la serie.
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