Loquillo se inspiró en ella para la canción Cadillac solitario y todo el mundo la llamaba Loquilla, le confiesa Paquita Salas de madrugada a Macarena García, la más famosa de las actrices que ha representado. Por extraño que parezca, la creemos. Porque esa mujer robusta de pelo rubio, aficionada a los callos y a los churros, que lucha por volver a ser la exitosa agente de antaño, es un poco lianta y sin duda hiperbólica, por momentos un auténtico desastre, pero no es una mentirosa.
Protagonizada por el actor Brays Efe, Paquita Salas es una serie bizarra y carpetovetónica de Javier Calvo y Javier Ambrosi, los Javis, producida por Netflix. Retrata el mundo del cine y la televisión a través de la agencia de representación de intérpretes que dirige la protagonista. La acompañan en sus descalabros, entre otras, Belén Cuesta, Belinda Washington, Macarena García...
Ha caído en desgracia y lucha con uñas y dientes por recuperar no solo su estatus, sino también su propio sentido. Un sentido que se le ha perdido en un Madrid que ya no arde en celuloide y rock and roll, sino que ahora produce branded content y series de televisión. Tanto Paquita como sus amigas del alma –Malu, Belinda, Noemí– tendrán que adaptarse al nuevo ecosistema, a las redes sociales y la viralidad. Pocas veces una actualización tecnológica nos ha hecho reír tanto como en la tercera temporada de Paquita Salas.
En lo universal, ella encarna el tránsito entre dos mundos audiovisuales muy distintos y condenados, no obstante, a entenderse y a complementarse. Por ejemplo a través del homenaje, el humor o los caminos de ida y vuelta (lo que hemos visto durante las tres temporadas de la serie se convierte, inesperadamente, en una película). En lo particular, la agente protagoniza en su biografía otro tránsito, el de tantísimos madrileños: del pueblo a la ciudad. Paquita no olvida su origen y es en Navarrete donde se refugia durante una tormenta vital y adonde regresa, tras la muerte de su madre, para iniciar un proceso de reconstrucción personal que parte de la memoria y de la valentía.
Primero recuerda quién es, de dónde procede y todo lo que ha logrado pese a esos orígenes rurales, tan ajenos al glamour. Y a continuación se enfrenta a los paparazzi que quieren hacer leña del árbol caído. “Yo no los llamo haters, los llamo hijos de puta”, ha dicho en un capítulo anterior. Debes enfrentarte a ellos para reivindicar tu esfuerzo, tus logros, tu pequeña grandeza.
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?