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Málaga es una provincia privilegiada que atesora algunos de los pueblos más bonitos de Andalucía. No tienes más que echarle un vistazo al maravilloso Frigiliana, cercano al mar y que bien merece una escapada. Pero hoy nos vamos al interior, a la monumental Ronda. Encalada, de alma andalusí y herida por el Tajo (el impresionante desfiladero que la corta en dos y que salva el imponente Puente Nuevo), la ciudad embruja con su belleza a cualquier viajero que se acerca a conocerla. Aquí te proponemos una visita por sus cinco rincones más bonitos, pero, por el camino, seguro que descubres muchos más. ¿Nos sigues?
Desde un balcón situado junto al Tajo de Ronda hay una panorámica impresionante de las sierras y valles que rodean la ciudad.
Son los mejor conservados de toda la Península Ibérica. Construidos durante la época nazarí, a finales del siglo XIII, en la visita se pueden ver las tres salas que contenían agua fría, templada y caliente. Los tragaluces en forma de estrella le aporta una iluminación llena de encanto.
Situados a los pies de un palacio neomudejar, sus maravillosos jardines son ideales para hacer un alto en el camino en nuestro paseo por Ronda. Diseñados por el francés Jean Nicolas Forestier en 1912 y construidos en un desnivel, cuentan con escalinatas decoradas con azulejos de colores y miradores hacia la cercana Sierra de las Nieves.
El casco histórico de Ronda, cercano al Tajo, es un laberinto de callejuelas encaladas y ventanales con rejas como esta Calle de la Ermita. Te quedarás enamorado de cada esquina.
Construido en época andalusí, tras la conquista de la ciudad por los reinos cristianos sirvió de residencia temporal a los Reyes Católicos. Sus preciosos patios y jardines son un remanso de paz. En la actualidad, es la sede del Museo Municipal de Ronda.