INSPIRACIÓN BORBÓN
INSPIRACIÓN BORBÓN
En Su Majestad no queda títere con cabeza. Todos los miembros de la familia real que aparecen en esta crudísima comedia, una sátira en toda regla, hacen el ridículo hasta la vergüenza ajena por unas razones o por otras. Y no son mucho mejores los que se encuentran a su alrededor. Así deben ser los personajes satíricos, claro. Aunque cuando a todo el mundo le vienen a la cabeza los royals reales que pueden haberles inspirado la sonrisa, la carcajada se congela.
La estrella absoluta de Su Majestad, una de las series más esperadas de 2025, es la princesa Pilar (Anna Castillo), llamada a heredar el trono de su padre, el rey Alfonso XIV (Pablo Derqui). Pero, cuidado, nada en ella remite a Leonor de Borbón ni a sus padres, el rey Felipe VI y la reina Letizia. En este sentido, los directores, Borja Cobeaga (Ocho apellidos vascos) y Diego San José (Vota Juan, Celeste), han tenido mucha mano izquierda. Sus personajes apuntan a royals españoles que ya son soldados caídos para la Corona.
«Esta es una dinastía inexistente», repiten los directores en sus entrevistas, seguramente deseosos de esquivar polémicas ajenas a la comedia. La actriz protagonista, Anna Castillo, también evitó señalar a ningún referente Borbón como inspirador en la composición de su personaje: «No quiero follones», admitió en El País. En la primera escena de Su Majestad (2025), la princesa Pilar tiene que aguantar pitos e insultos de los aficionados mientras preside la Copa del Rey. No puede evitar musitar entre dientes: «Hijos de puta».
La impresionante habitación de la princesa Pilar en palacio. /
Evidentemente, nadie imagina a la princesa Leonor ni la infanta Sofía perdiendo el autocontrol de esta manera. La princesa Pilar que interpreta Anna Castillo es frívola, ignorante, vaga, soberbia y francamente fiestera, hasta el punto de ejercer de DJ en una discoteca pija donde pincha el himno nacional. Nada del mundo de la noche le es ajeno. Quien no vea en la composición del personaje a los hijos de la infanta Elena es que ha olvidado la razón por la que Froilán tuvo que exiliarse en Abu Dabi y Victoria Federica decidió, con buen criterio, no hablar en los photocalls.
La gracia de la serie está en contemplar la evolución de la princesa Pilar desde la detestable veinteañera fiestera que se cree más lista que el hambre, a salvadora de una monarquía que Su Majestad retrata en horas muy bajas. Lo cierto es que es fácil tenerle un poco de lástima al personaje que interpreta Anna Castillo, sobre todo, al contemplar al dechado de defectos que tiene por padre. El Rey, el rey Alfonso XIV, es terrorífico. No es que malcríe a su hija. Pilar, tonta o lista, ni le va ni le viene.
La princesa Pilar al mando de los platos, dándolo todo en una discoteca patriótica. /
No hay que hilar nada fino para ver en ese monarca escurridizo y frío al rey Juan Carlos. La trama le hace desaparecer rápidamente de España para evitar un escándalo de corrupción: ni más ni menos que el desvío de dinero a paraísos fiscales. Conforme avanzan los capítulos se van conociendo otros detalles que enlazan de manera muy directa a Alfonso XIV y Juan Carlos I hasta un desenlace de lo más cruel que recuerda hasta dónde están dispuestos a llegar los monarcas de cualquier nacionalidad para salvaguardar su corona.
Con todo, no cabe escandalizarse ante una serie como Su Majestad, por más que la sátira ejerza aquí su función de exponer asuntos netamente humanos que difícilmente pueden tratarse bajo otra luz. Todos los escándalos habidos y por haber de los Borbón se han tratado ya en forma de podcast, docuseries, reportajes o entrevistas en nuestros medios de comunicación. Incluso la ficción, caso de las series Felipe y Letizia (2010), 23F: El día más difícil del Rey (2011) o El Rey (2014), ha relatado de manera más convencional los dramas humanos de esta familia.
La princesa Pilar y su secretario personal, interpretado por Ernesto Alterio. /
La comedia, sin embargo, posee unos efectos mucho más disolventes que los que ejercen otros géneros. Lo que en el documental, el drama o el reportaje se expone con solemnidad, en la sátira pierde toda dignidad institucional para bajar al barro de lo puramente humano. Todo el oropel y lujo de Su Majestad, rodada en lugares tan espectaculares como el Palacio de Linares, el Casino de Madrid, el Palacio de Santoña, la Quinta de Mirabel en Toledo o La Granja de San Ildefonso, no alcanza a ocultar la ridiculez y miseria de estos personajes.
Con todo, no son los miembros de esta dinastía inventada los que salen peor parados de Su Majestad. Aún existen otras instancias de la élite del poder más ridiculizadas que los mismos royals. Y, por suerte, un personaje que pone el contrapunto de luz y honestidad a este grupo de personas echadas a perder por el poder y los privilegios. Se trata de Alberto (Ernesto Alterio), meticuloso secretario personal de la princesa Pilar y funcionario caído en desgracia precisamente por su honestidad. Un simple funcionario. Y, al fin y al cabo, el material humano sobre el que se sostienen realmente las instituciones que nos cobijan a todos.