Recorremos Suecia al volante del Volvo EX30: la belleza que la electricidad puede preservar

Suecia es, desde hace décadas, un referente en políticas medioambientales y no es de extrañar, pues su clima extremo esconde una naturaleza exuberante que a los que venimos del sur de Europa nos fascina. Por eso, recorrer esos paisajes de inmensos bosques y lagos sin emitir un gramo de CO2 es una experiencia innovadora, en especial con el nuevo Volvo EX30 porque no es solo un eléctrico más. Es el modelo de baterías más compacto y asequible de la marca, sin renunciar al diseño, la sofisticación, el estilo y la tecnología que siempre ha distinguido a sus coches.

Además, es el Volvo con la huella de carbono más baja de entre todos los vehículos totalmente eléctricos fabricados hasta la fecha por la marca, según el informe LCA (Life Cycle Assessment) que evalúa todo el ciclo de vida de un producto.

La idea del reciclaje y la reutilización se ha llevado a otro nivel en el EX30 pues el 17% de todos los plásticos utilizados en su construcción son reciclados, la cuarta parte del aluminio que se emplea en su fabricación también es reciclado y el acero reutilizado también llega al 25%, los porcentajes más altos jamás empleados en un Volvo.

Entre los materiales reciclados para el interior hay productos de las más diversas procedencias, incluso fibras de pantalones vaqueros.

Ahora que ya conocemos los detalles del Volvo EX30, iniciamos nuestro recorrido al volante del nuevo eléctrico en Luleå, una ciudad marítima de unos 75.000 habitantes, situada 900 kilómetros al norte de Estocolmo, donde tienen su base los barcos rompehielos de la marina sueca, lo que permite hacernos una idea de cómo es su clima. Nos ponemos en marcha por carreteras heladas, a unos -12º, en dirección norte y hacia el interior, para adentrarnos en los inmensos bosques salpicados de lagos, ya muy cerca del Círculo Polar Ártico.

Para desmontar todos los mitos sobre el frío extremo y los vehículos eléctricos, nuestro Volvo EX30 se comporta a la perfección en estas condiciones extremas. Sus 476 km de autonomía son más que suficientes, incluso con este clima y en una zona con una escasa densidad de población pero en la que encontramos cargadores para eléctricos, con unos minimalistas diseños, en numerosos establecimientos de carretera.

Solo el sonido de los neumáticos de invierno «agarrándose» al hielo que cubre el asfalto distorsiona ligeramente la apacible estancia en su interior. Un habitáculo en el que no hay interruptores porque todo está en la gran pantalla central. La música envuelve todo el habitáculo, pero tampoco vemos altavoces, solo una barra de sonido bajo el parabrisas, una nueva forma de convertir el interior del Volvo en una gran sala de audición.

Nuestra primera noche la pasamos en el Tree Hotel , difícilmente clasificable como hotel pero realmente sorprendente. Lo componen ocho casas en los árboles, con los más variados diseños, desde una con forma de cubo hasta un OVNI o una «invisible» al estar revestida de espejos que reflejan todo su entorno.

En todas ellas la sostenibilidad es primordial e incluso los residuos orgánicos de cada habitación se incineran «in situ» mediante un curioso inodoro. Una sensación única la de dormir en una auténtica cabaña de árbol, aunque bastante más sofisticada, en el absoluto silencio de un bosque sueco. Eso sí, para acceder a estas habitaciones hay que hacerlo a pie, ni siquiera nuestro Volvo EX30 puede acercarse hasta estos sorprendentes alojamientos.

Nuestra segunda jornada nos lleva a un lago helado donde se encuentra el Björnträsk Ice Track, el circuito de conducción sobre hielo trazado sobre el propio lago. Una experiencia realmente divertida donde aprender a controlar los 428 CV del Volvo EX30 más potente y sus 3,6 segundos para pasar de 0 a 100 km/h.

Afortunadamente los neumáticos especiales, la avanzada electrónica y ayudas a la conducción que equipa de serie el EX30 nos permiten disfrutar de la experiencia sin sobresaltos pero haciéndonos ver la importancia de controlar con suavidad freno, acelerador y dirección.

La última noche en el norte de Suecia es tan original o más que la anterior, en este caso en una de las cabañas de madera que flotan a orilla de un lago helado y que conforman el Artic Bath Hotel . La verdad es que el hielo mantiene fijas las ocho cabañas más una principal donde se encuentra el restaurante, la sauna y la recepción.

A cada una de ellas se accede mediante una pasarela que, en verano, es la que mantiene anclada a tierra las diferentes estancias. Desde cada una de las cabañas la vista del cielo estrellado, limpio y sin perturbaciones lumínicas es espectacular. Nos aseguran que esa noche es favorable para poder ver una aurora boreal .

Hubiera sido el cierre perfecto de este viaje pero no lo conseguimos y regresamos con la agradable experiencia de haber descubierto una parte de Suecia al volante de un sueco muy especial, el Volvo EX30.