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Aicha Ech-Channa: "Marruecos vive en la esquizofrenia"

Activista a favor de los derechos de las mujeres y presidenta de una asociación de ayuda a las madres solteras, lleva medio siglo de activismo en un país donde la vida de las ciudadanas sigue marcada por la desigualdad, la hipocresía sexual y las leyes que les perjudican.

La activista marroquí Aicha Ech-Channa. / getty

carla fibla

Si existe una figura imaginaria ideal para representar a la madre, seguro que se parece mucho a Aicha Ech-Channa. Tierna, cercana, divertida, resolutiva, decidida, intensa, mandona… A punto de cumplir 80 años, la activista marroquí ve con claridad que las etapas de su vida han estado marcadas por la “misión” que se autoencomendó tras contemplar, en un centro social de Casablanca, cómo una madre firmaba un papel, retiraba de forma seca el pecho a su hijo –que lloraba desesperado– y lo entregaba en adopción para conseguir volver a ser admitida por su familia.

Fortaleza heredada

Trabajadora social, enfermera, defensora de los derechos de la mujer, su mayor logro es el tesón con el que fundó la asociación Solidarité Femenine (con base en Casablanca) y su capacidad para transformar la compleja realidad de las madres solteras y las víctimas de abusos, convirtiéndolas en mujeres capaces de reconducir sus vidas y de tomar sus propias decisiones.

A Ech-Channa le gusta recordar a su madre. Recordar por ejemplo, cómo la casaron de muy joven con un viejo bereber que murió poco después. Tras el duelo, la casaron nuevamente, esta vez con el padre de Aicha, que también murió cuando ella apenas cumplía tres años. “En aquella época, Marrakech era una ciudad muy tradicional, pero mi madre me inscribió en la escuela y los amigos de mi padre se convirtieron en mis padrinos”.

Hace una década ya había más de medio millón de madres solteras en mi país”.

Poco después, debido a la presión social que la instaba a ponerse “bajo la protección de un hombre”, su madre se casó por tercera vez, pero la cosa volvió a torcerse cuando el nuevo marido intentó que la pequeña Aicha dejara la escuela. Fue entonces cuando su madre hizo algo revolucionario: “Me cogió de la mano, fuimos a la plaza de Jemaa el Fnaa y me confió al conductor del autobús de Casablanca con un papel en el que estaba escrita la dirección de mi tía. Lo hizo para que no dejara de ir a la escuela”.

Tres años después, pudieron reunirse de nuevo. “Un día mi madre fue a ver a su marido, le puso el Corán sobre las rodillas y le dijo: “En nombre de este sagrado Corán, quiero que me repudies para poder reunirme con mi hija. Dame el divorcio”, cuenta Aicha Ech-Channa. A partir de entonces, a base de golpes de suerte, reencontrando a amigos y conocidos de la extensa familia árabe, Aicha logró trabajar en un hospital, involucrarse en varias causas sociales, estudiar enfermería y hacerse voluntaria de la Liga Marroquí de los Derechos de los Niños.

Control de natalidaad

Fue allí donde notó con estupor un hecho que era en realidad muy común: las mujeres que daban a luz siendo solteras firmaban unos documentos y entregaban a sus niños a las orfanatos. “Al principio no lo entendía, pero en la escuela de enfermería conocí sus historias. Aprendí mucho”. Comprendió, cuenta, que la planificación familiar era indispensable y a principios de los 60 ya organizaba mesas redondas sobre el tema. Hoy, gracias a su trabajo y al de muchas otras, Marruecos es uno de los países de referencia en el control de natalidad en África, con una media de 2,4 hijos por mujer.

Fundé una asociación de madres solteras. Me pidieron que las llamara repudiadas”.

“Marruecos lo quiere todo, por eso vivimos en una esquizofrenia. La realidad es que 50.000 menores son abandonados al año, que se encuentran una media de 24 bebés al día en la basura y que no existe una cifra oficial de madres solteras, pero hace 10 años ya eran más de medio millón”, así de directa hablaba Ech-Channa en Madrid hace unas semanas, durante el encuentro anual organizado por la ONG Movimiento por la Paz.

El artículo 490 del Código Penal marroquí pena con un año de cárcel mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio y el aborto está prohibido. Solidarité Femenine, por donde han pasado 7.000 madres solteras y que en la actualidad cuenta con un equipo multidisciplinar de 35 personas, tiene organizaciones hermanas en Marrakech, Fez y Tánger. “Cuando comenzamos esta labor, en 1981, lo hicimos para que las madres solteras dejaran de deambular por las calles, en condiciones inhumanas. Trabajamos durante los años de plomo [el período de represión política desde los años 70 a los 90, durante el reinado de Hassan II], sin miedo a denunciar ante el Gobierno lo que estaba pasando. Fui franca, les dije que quería crear una asociación para madres solteras y me respondieron que mejor pusiera delante de “solteras” que eran madres “desfavorecidas, viudas, repudiadas”. Lo hice y nos pusimos a trabajar”.

El nuevo Código de Familia, aprobado en 2003, defendía la igualdad real entre mujeres y hombres pero esa equiparación aún queda muy lejos. / getty

Ech-Channa, que se declara muy espiritual, explica que al principio intentaban ir a ver al padre biológico para que reconociera al bebé, pero entendieron que era más efectivo formar a la madre, enseñarle un oficio, para que fuera autosuficiente y pudiera decidir cómo reconducir su vida. Enseñarles a “ser autónomas, recuperar la autoestima, aprender a ser responsables porque hay otra vida que depende de ellas. Antes de ser cualquier cosa con la que la sociedad las etiquete, son madres”.

Tras superar un cáncer en 2007, lejos de pensar que ha llegado el momento de vivir las cosas con calma, asegura que se siente “sobreexcitada” ante la enorme labor de transferir todo lo que ha aprendido a los jóvenes.

Radiografía sin velo:

  • El 50, 57% de la población marroquí son mujeres (la esperanza de vida para ellas es de 80,5 años), pero solo el 28% accede a la educación secundaria.

  • El Parlamento marroquí cuenta con un 18,4% de representación femenina.

  • En 2017, solo el 16,8% de las mujeres eran titulares de una cuenta bancaria.

  • En septiembre de 2018 entró en vigor la Ley Contra la Violencia de Género, después de que la menor Khadiya Okkarou fuera violada y tatuada a manos de 15 hombres. La nueva ley incorpora medidas penales como la prohibición del matrimonio forzoso y del acoso sexual en el espacio público, y define varios tipos de violencia. También crea organismos de control y evaluación para apoyar a las víctimas.

  • La mujer marroquí trabaja sobre todo en el sector agrícola, la industria alimentaria y textil, y en servicios públicos.

  • Cuando Mohamed VI accedió al trono (1999) renunció al harén, uno de los emblemas de los sultanes. Las compañeras de su padre, Hassan II, fueron autorizadas a abandonar la corte real tras asignarles una pensión vitalicia.

  • En 2003 el rey anunció medidas para lograr “la igualdad de derechos y deberes” entre hombres y mujeres. La nueva Mudawana o Código de Familia fue aprobada en 2004 y recoge que la edad para casarse de las mujeres son los 18 años, en lugar de los 15; pueden elegir libremente a sus maridos; se suprime la figura del tutor (que podía ser el padre, marido o hermano); pueden solicitar el divorcio y existe la figura de los bienes gananciales. Pero 15 años después de la entrada en vigor de este Código, el escaso cambio de mentalidad entre los jueces hace que las mujeres no puedan disfrutar todavía de todos sus derechos.

  • Las mujeres reciben la mitad de la porción que le toca al hombre en caso de herencia. Un aspecto que ni siquiera la Mudawana se atrevió a tocar al estar establecido en El Corán.

  • La poligamia sigue estando permitida en el país, aunque su práctica es reducida por cuestiones sociales y económicas. Con la Mudawana, la mujer puede dejar por escrito al casarse que no aceptará una segunda esposa. Aunque que no figure esta cláusula, el marido deberá pedir su consentimiento.

  • El Corán prohíbe a las mujeres casarse con un hombre no musulmán. La opción es que se convierta al Islam.

La oposición extremista

Queda muy lejos la fatwa [el pronunciamiento legal en el Islam] con la que en el año 2000 los extremistas religiosos pidieron que Ech-Channa fuera castigada de forma severa por decir en televisión que a su centro acudían mujeres que habían sido engañadas por “barbudos” y que, al quedarse embarazadas, eran abandonabas. “Nadie tiene derecho a juzgar a dos personas que deciden tener una relación, nadie tiene derecho a decir que el bebé que sale de esa relación es un bastardo. También denuncié el incesto y el abuso a menores en el servicio doméstico… e intentaron cortarme el cuello simbólicamente porque si hubieran querido matarme, lo habrían hecho.

Solo el 28% de las mujeres marroquíes acceden a la educación secundaria y apenas el 18% es titular de una cuenta corriente.

“Aicha Ech-Channa alienta la prostitución en el país y desvía a nuestra sociedad”, fue lo que dijeron. Yo tenía en el centro a tres madres solteras que venían de ese ambiente extremista religioso. Una me explicó que, cuando fue a limpiar la casa de un hombre, este le dijo que iban a tener relaciones porque un día sería su mujer: hizo dos rezos, dos flexiones de rodillas, invocó a Dios, recitó algo, puso su mano sobre la de ella y dijo: “Delante de Dios y el Profeta, me caso contigo”. Y mantuvieron relaciones. Ella se quedó embarazada y él le dijo que abortara. Ella se negó porque era un niño legítimo, engendrado dentro de un compromiso ante de Dios y el Profeta, pero él le pegó una paliza”.

Como esta víctima de abusos, son muchas las mujeres que logran salir adelante y, desde Solidarité Femenine, Ech-Channa insiste en la importancia de que sean autónomas. “Cuando llegan, me dicen que soy su madre, y yo les respondo que no… Quizás lo soy espiritualmente, pero su verdadero refugio es su trabajo, cuidar a sus bebés y hacer que vayan a la escuela, cuidar de sí mismas…”.

Autoridad absoluta

Aicha ha vivido bajo el reinado de tres monarcas alauíes y ha sido capaz de mantener esa compleja relación de equilibrio, que juegan también otros activistas, para que la autoridad absoluta que representa el rey juegue a favor de su causa. La cuestión es saber elegir el momento en el que la monarquía quiere aparecer como salvadora, para que sus gestos jueguen en beneficio de las víctimas. Por eso insiste en recordar que fue el actual monarca, Mohamed VI (que apoyó a Solidarité Femenine en momentos económicos complicados y que suele citar la labor de Ech Channa cada vez que se habla de madres solteras) el responsable del reciente indulto a la periodista Hajar Raissouni, el 16 de octubre.

Pocas veces se ha comprobado de manera tan evidente el divorcio entre la clase política y la sociedad civil en Marruecos como en el caso de esta periodista, condenada a un año de cárcel por “mantener relaciones sexuales sin estar casada” y por “abortar ilegalmente”. “Vi que cuando salió de la cárcel iba sonriente, con una cara radiante y feliz. Y me parece bien que vaya con la cabeza levantada. Pero nunca tendría que haber sido expuesta de esa manera”, dice Aicha.