El silencio tras la intervención de la jueza denotaba el impacto psicológico que la víctima había sufrido ante su pregunta: "¿Cerró las piernas, la parte de los órganos femeninos?". Tras sus palabras se oyó un tímido "sí", que intentaba imponerse frente a la crueldad. Una denunciante va a buscar ayuda a la justicia tras sufrir violencia por parte de su pareja y en la institución vuelven a violentarla, deslizando la idea de que quizá no se defendió con suficiente ahínco.
Cuando llega la noticia de la muerte de una mujer a manos de su pareja o expareja, nos enteramos de que muchas no habían denunciado. Si a ello añadimos que, aunque excepcionalmente, a veces se dan situaciones como la descrita, advertimos que el machismo, tiene la habilidad de culpabilizar a las mujeres de las agresiones que reciben. Cualquier acción por su parte se toma como una provocación que justifica la barbarie.
¿Por qué una jueza que pone en duda de un modo tan brutal la palabra de una supuesta víctima trabaja en un organismo que debe protege a la mujer del maltrato? ¿Su inconsciente la condujo hacia donde se denuncian actos violentos porque quiere culpar a la mujer?
Parecería que, si la víctima no se defiende con heroicidad, provoca a su agresor. El malestar con esta magistrada es extensivo a la Fiscalía, a los letrados y a otros actores en los procedimientos judiciales. Las actitudes machistas se promueven en el ámbito de lo privado y se filtran a cualquier ámbito de lo público, también la judicatura. ¿De dónde viene el machismo? ¿Por qué ese desprecio a la mujer? Preguntar a una joven embarazada de cuatro meses si ha cerrado las piernas para no ser forzada, es tener una actitud machista.
El desprecio hacia la mujer y el intento de dominarla se derivan en gran medida de los avatares que atraviesa la constitución de la subjetividad de una persona. Todos, niños y niñas, nos identificamos con la madre y el padre, aceptando los límites que cada sexo tiene, así como sus diferencias.
El machismo se debe a que el hombre no ha podido organizar su virilidad de forma segura. No se ha separado de una madre que vive como poderosa y a la que teme; y no se ha identificado con un padre que ha interiorizado como débil. Tanto en la evolución del niño como de la niña hay un momento en el que se atribuye a la madre todo el poder. Aceptar sus limitaciones consiste en dejar de atribuirle una omnipotencia que solo existe en la fantasía, algo que también conduce al niño a aceptar su fragilidad. Esto resulta a veces intolerable para sujetos que niegan sus límites porque, de reconocerlos, se sentirían minusvalorados.
El machista se siente poco hombre, rechaza sus aspectos femeninos y, para demostrarse a sí mismo y a la mujer a la que teme que es viril, necesita dominarla. De este modo se cree más potente. La mujer le enfrenta a su identidad de hombre, que en él es precaria. Descarga la rabia de sentirse impotente en todo lo que se asocie a lo femenino. La mujer machista, por su lado, rechaza su feminidad, se inviste de atributos fálicos que asocia al hombre y se coloca en una posición masculina.
El suceso de Vitoria contrasta con otro caso en el que el juez, lejos de culpabilizar a la mujer, ha condenado al maltratador y a sus padres, por no socorrer a la víctima. No sabemos si consentían el maltrato por miedo a su hijo. Quizá este les mostraba que era brutal para convencerles, y convencerse, de que se sentía seguro como hombre.
No cabe duda de que algo importante falló en su educación emocional. Los padres, inmóviles ante la agresividad de su hijo, siguieron sin funcionar como tales y no le pusieron límites. El machismo, esconde en su seno baja autoestima, una identidad sexual precaria, infantil e inmadura.
Aún queda mucho por hacer contra el machismo. Por ello celebramos el valor de esta víctima embarazada que se atrevió a denunciar a su pareja y volvió a pedir ayuda cuando se sintió violentada por las palabras de la jueza. Como decía el titulo de un artículo de la presidenta de la Asociación Clara Campoamor, Blanca Estrella Ruiz, "Ni cerramos las piernas, ni cerramos la boca". Nombrar y defender nuestros deseos y nuestra subjetividad es la forma de defender nuestra feminidad.
La presidenta de la Asociación Clara Campoamor, Blanca Estrella Ruiz, ha pedido que se aparte o se suspenda a la magistrada del Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 1 de Vitoria, por dirigirse a una mujer presuntamente maltratada de forma ofensiva. Esta violencia institucional no es un hecho aislado, según la Asociación Clara Campoamor. Al parecer, el comportamiento de la magistrada es habitual, según consta en la denuncia ante el Consejo General del Poder Judicial.
20 de enero-18 de febrero
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