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El secreto a voces de Marisa Bruni

La madre de Carla Bruni ajusta cuentas con el pasado en su autobiografía. ¿Qué lleva a una mujer de 86 años a contar al mundo su vida y sus aventuras amorosas?

Marisa Bruni, con sus hijas Carla y Valeria. / Gtres

Isabel Menéndez
Isabel Menéndez

La madre de Carla Bruni, Marisa Bruni Tedeschi, ha desvelado en su reciente autobiografía la identidad del padre biológico de la cantante. Carla ya lo sabía, se enteró de ese secreto familiar a los 28 años. El empresario y compositor de música clásica Alberto Bruni, al que ella creía su padre, se lo dijo antes de morir. Y ahora su madre lo cuenta en un libro. ¿Por qué calló tanto tiempo? ¿Se trata de un acto de narcisismo, de generosidad o de ambas cosas a la vez?

Ella misma lo explica: "Quería contar mi vida a mis hijas. Naturalmente, hay algunos pasajes que pueden sorprender, pero me da igual. A los 86 años puedo decir lo que quiera".

Quizá Marisa Bruni quiere arreglar cuentas con su pasado, poner palabras a episodios de su vida que permanecían en la sombra. Escribir una autobiografía no es solo un modo de materializar algo previamente existente como recuerdo, se trata también de construir una nueva subjetividad por medio de la palabra escrita y de dirigirse a otro que habrá de leerla. Somos, en alguna medida, lo que nos contamos.

En una entrevista radiofónica, Marisa aseguraba, refiriéndose a su hija Carla: "El hecho de que la hubiera tenido con otro hombre no le sorprendió nada. Sin embargo, me reprochó que le hubiera ocultado la verdad durante tanto tiempo. Y tenía razón. Me arrepiento de no habérselo contado antes, pero en estas familias este tipo de cosas no se hablaban".

La queja de Carla Bruni era lícita, se trataba de su origen y era su madre quien había tenido que informarla de quién era su padre biológico. Las razones para ese silencio las refiere a una prohibición familiar. En las familias de clase alta italiana parecería que había una regla no escrita según la cual tenían que guardar las apariencias y callar las verdades, si estas se referían a saltarse lo establecido.

La noticia: un relato de éxito

  • Con el título Queridas hijas, os voy a contar, Marisa Bruni, ha escrito una autobiografía que promete ser un éxito. En ella habla de su vida, de sus amores y de sus amantes. También de su hijo Virginio, muerto a causa del sida, y de su huida desde Italia a Francia.

  • Una vida a la que la pianista ha querido poner una nueva música y de la que ella sola es la compositora.

Marisa ha querido transgredir la prohibición familiar y poner palabras a su vida, escribir sus reglas. Seguro que se ha quedado a gusto, no solo con ella misma, sino también con sus hijas, a las que dio el libro antes de publicarlo y que, según afirma, ambas aprobaron.

Marisa Bruni Tedeschi asegura que su marido y ella estaban profundamente enamorados y se perdonaban todas sus infidelidades. Cuando Marisa tenía 35, comenzó una relación con el empresario Giorgio Remmert y, a la vez, otra con el hijo de este, Mauricio Remmert, de 19 años. De esa relación nació Carla.

Alberto Bruni le dio sus apellidos, aunque sabía que era hija de Mauricio, cuyo romance con su mujer duró seis años. Por su parte, el joven padre también sabía sobre su paternidad.

Poco tiempo después de enterarse de que su padre biológico era Mauricio Remmert, un hombre mucho más joven que su madre, Carla tuvo un hijo con Raphael Enthoven, ocho años más joven que ella e hijo de Jean Paul Enthoven, con quien había tenido antes un romance.

Los secretos sobre el origen complican la posibilidad de ser uno mismo.

Y cerca de cumplir los 40 años, Carla se casó con Nicolás Sarkozy, un hombre 12 años mayor que ella, una diferencia de edad parecida a la que tenían su madre y Alberto Bruni. Por su parte, Valeria, su hermana mayor, se casó con el actor Louis Garrel, 19 años más joven que ella y con el que tiene un hijo.

Marisa proporciona un dato de su vida con el que sus dos hijas parecen identificarse. Después de conocer la relación de su madre con Mauricio Remmbert, mantienen relaciones con hombres más jóvenes con los que también tienen un hijo.

Los secretos sobre el origen alienan la identidad y además de promover síntomas en las generaciones futuras complican la posibilidad de ser uno mismo.

Toda hija se identifica con su madre, otra cosa es alienarse en una identificación masiva, porque la falta de palabras por parte de la madre haya provocado repetir la misma historia. Los secretos familiares provocan síntomas, porque, cuando los padres no han podido elaborar psíquicamente su historia, transmiten conflictos a sus hijos. Los efectos inconscientes afectan a más de una generación. Hablar de ello, rompe la cadena de efectos en las generaciones siguientes.

Reparar la historia:

  • Escribir algo de la propia vida es un recorrido empujado por el deseo de un "yo" que quiere ser el personaje principal de su historia.

  • La prohibición de hablar de algunas cuestiones amorosas llevó a Marisa Bruni a guardar secretos que sus hijas tenían derecho a conocer. Relatar su historia con sus palabras es una forma de salir de un corsé familiar que silenciaba una parte de su vida

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