¿Tienen demasiados deberes nuestros hijos? ¿Cuál es nuestra responsibilidad como padres? /
El objetivo de los deberes es fijar lo aprendido en clase. Ahora bien, ¿sirven si la tarea no va acompañada de un deseo de aprender? ¿Son eficaces despojados de toda creatividad, ajenos a cualquier tipo de experimentación que los relacione con la vida del alumno? ¿Es posible realizar una tarea de aprendizaje que no contenga emoción alguna?
Nuestro país es el quinto de la Unión Europea donde los estudiantes dedican más tiempo a los deberes: 6,5 horas a la semana frente a las 4,9 de media del conjunto. En Finlandia, donde funciona el mejor sistema educativo del mundo, los niños de siete a 12 años se llevan a casa tareas que solo les ocupan entre 15 y 30 minutos diarios.
Esos datos coinciden con una cierta sensibilización hacia la inutilidad de tantos deberes. En Francia, por ejemplo, miles de padres organizaron una 'huelga de deberes' en 2012 para racionalizar y disminuir el tiempo que sus hijos dedicaban a estas tareas.
- No es aconsejable presionarles mucho si no pueden acabar los deberes y ponen excusas para no hacerlos.
- Tampoco deben utilizarse adjetivos como "vago" o "irresponsable" que los etiquetan sin resolver nada.
- No hay que confundir la cantidad con la calidad. Mucho tiempo de deberes no garantiza nada.
- Conviene evitar ponerse nervioso cuando se les ayuda, perder la paciencia o lanzarles acusaciones. Si se sienten vencidos, será perjudicial para ellos.
En nuestro país, César Bona, maestro de Primaria de un colegio público en Zaragoza, que quedó finalista en el'Global Teacher Prize' , considerado el Nobel de los docentes, apenas pone deberes y afirma que la educación ha de estar fundamentada en la consolidación de valores.
El método de Bona se basa en la participación, la comunicación y el intercambio. Con ello no hay marginación en su clase, no hay niños arrinconados que puedan creerse retardados, no hay exclusión, hay integración porque, para este profesor, el fin de la educación no es crear cerebritos, sino buenas personas, con empatía hacia los demás.
César Bona enseña a sus alumnos a no tener miedo a las emociones y a expresarlas. Les ayuda a guardar una buena relación consigo mismos y con los demás. Los buenos resultados de su modo de enseñar son sorprendentes. En su libro'La nueva educación' lo explica y dice: "El tiempo pasa muy rápido. Los padres debéis disfrutar de vuestros hijos y los niños y las niñas han de disfrutar de su infancia".
Marta reflexionaba sobre este tema mientras miraba un anuncio de la tele que hacía campaña contra los deberes excesivos y subrayaba la importancia de fomentar las relaciones familiares. Se alegró al ver que, al menos, se hablaba del tema. Ella estaba preocupada por su hijo Diego, de 10 años, que cursaba cuarto de Primaria y llegaba todos los días cargado de tareas.
Había discutido con él, porque le veía remolonear y no acababa de hacerlos. Marta no tenía claro si era bueno ayudarle o no. En todo caso, empezaba a darse cuenta de que ya no podía hacerlo; al menos, no siempre. Quizá tendrían que buscar un profesor particular, aunque económicamente les venía mal. A veces, reprochaba a su marido que no se implicara más en este asunto, pero lo cierto que llegaba tarde del trabajo. Los deberes de Diego, en fin, se habían convertido en un conflicto familiar.
La cantidad de deberes de nuestros escolares aumentan la desigualdad social, ya que muchos padres tienen que buscar ayuda fuera de la familia y ello depende de la capacidad económica. Y no es eso todo: la Organización Mundial de la Salud ha advertido de que los niños españoles se sienten muy presionados con los deberes, lo que pone en riesgo su salud, dando lugar a dolores de cabeza, dolor abdominal y de espalda o mareos, además de diversos síntomas psicológicos. La percepción de uno mismo baja cuando sentimos que no llegamos a lo que nos piden.
¿Tener más horas de deberes aumenta los resultados académicos? La respuesta es no. En España, según de la Oficina Estadística de la Eurostat, el 20% de los jóvenes entre 18 y 24 años abandona prematuramente su educación. Los organismos internacionales no dejan de llamar la atención sobre el problema, pero no se escucha. Quizá la sociedad está enferma de ese síndrome, tan de moda y con el que se explican tantos problemas infantiles, sin tener en cuenta su entorno, conocido como Trastorno por Déficit de Atención.
- Hay que ayudar a los hijos, pero sin hacer el trabajo por ellos. Sí hay que estar cerca y hacerles saber que pueden contar con nosotros.
- Enseñarles a crear un contexto favorable para la concentración y valorar lo que han hecho.
- Hablar con el tutor si observamos que la resistencia a hacer los deberes es alta.
- Comprender su necesidad de tiempo libre.
- Hablar con ellos sobre cómo se sienten.
- Plantear en las reuniones escolares el sistema.