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La guerra personal de la princesa Leia

Aunque lo tenía todo para que su vida fuera perfecta, los problemas mentales se lo impidieron.

Carrie Fisher en su papel de princesa Leia en 'La guerra de las galaxias'. / GTRES

Marisol Guisasola
Marisol Guisasola

Carrie Fisher no tuvo una vida de cuento de hadas. La princesa Leia de 'La Guerra de las Galaxias' vivió enfrentada a su propia batalla contra el trastorno bipolar que padecía desde la adolescencia. Actriz famosa, hija de famosos (el cantante Eddie Fisher y la actriz de cine Debbie Reynolds), dos veces casada y divorciada (del cantante Paul Simon y del “buscador de talentos” Bryan Lourd, padre de su hija Billie), escritora prolifica, hizo muchas campañas para “sacar del armario” la enfermedad mental que padecía pero que ignoró durante años.

Recuerdo su mirada penetrante cuando la conocí en San Francisco (EE.UU) hace ya diez años y cuando describía con su típico humor sarcástico su vida con la enfermedad mental. Alcoholismo, adicción a analgésicos y cocaína (que consumió sin control durante el rodaje de 'La Guerra de las Galaxias', a la vez que mantenía una relación con Harrison Ford), bulimia… fueron las válvulas de escape hasta que un médico hizo el diagnóstico y le puso un tratamiento. Su ironía irreverente rezuma en su autobiografía 'Wishful Thinking' (publicada en 2008), un auténtico striptease personal en el que no escatimó críticas a su madre (con quien luego estrecharía lazos) y a su padre (“yo apenas veía a mi padre, ellos no se hablaban y su relación era básicamente una nota de prensa”) , pero sobre todo a sí misma. Carrie Fisher falleció el martes 27 de diciembre a los 60 años, como consecuencia del infarto de miocardio que sufríó el viernes anterior, durante un vuelo de Londres a Los Ángeles.

Todos sus libros, desde 'Postcards from the edge' (1987) hasta 'The Best Awful' (2004) rezuman una sinceridad brutal y un humor un tanto desesperado, pero están repletos de de las anécdotas vividas con unos padres ricos y famosos y una madrastra aún más famosa (Elizabeth Taylor), a la que el público nunca perdonó haber “provocado” el divorcio entre Eddie Fisher y Debbie Reynolds.

Si algo definía a Carrie Fisher eran sus amigos. Además de pagar tratamientos de enfermedades graves a varios de ellos, no dudaba en ir a sus casas para cuidarles cuando lo necesitaban. En su lista de mejores amigos figuraban Meryl Streep, Penny Marshall, John Belushi, Richard Dreyfuss, Salman Rushdie, Sean Penn...

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