vivir
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Era un clásico de las bodas, banquetes y bautizos y, sobre todo, de las estudiantes universitarias: comprar ropa, estrenarla y luego devolverla porque la etiqueta se ha mantenido intacta. Pero lo que era una anécdota propia de las economías muy ajustadas o dependientes aún de la asignación familiar se ha convertido, en tiempos de consumismo feroz y crisis, en una epidemia. Una que ya tiene un anglicismo seductor: 'wardrobing', algo así como 'hacer armario'. Queremos comprar dos y tres veces a la semana, pero no nos lo podemos permitir. ¿Cómo calmar la adicción y lograr el subidón de la compra? Devolviendo.
Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad Politécnica de Valencia y del País Vasco en 2012, el 18% de los españoles son compradores compulsivos y casi el 40% compra más de lo que necesitaría. Sin embargo, en 2001 solo un 10% de los españoles convirtió el comprar en una patología. El trastorno afecta sobre todo a mujeres, porque el hábito de la compra está más arraigada entre ellas y, además, estrenar ropa figura como uno de los hábitos necesarios de la belleza.
Tanta gente compra, usa y devuelve, que almacenes como Bloomingdale's colocan etiquetas en lugares muy visibles de las prendas que deben estar intactas para devolverlas. La Federación Nacional de Comercio estadounidense calcula que, cada año, este fenómeno del 'wardrobing' le cuesta al sector unos 9.000 millones de dólares. Sin embargo, en España no se ha planteado aún ninguna medida más allá de cierto control del personal, que es el que tiene que vérselas en las cajas con las expertas actrices que cambian lo usado.