vivir
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una niña que lloraba en clase y que siempre andaba sola. Mi padre me acompañaba a clase por las mañanas y se quedaba conmigo hasta que sonaba la campana, luego yo subía hecha un flan, pensando en lo que me harían. Todo el colegio parecía estar en mi contra. Te llegas a plantear si te lo mereces, aunque en realidad siempre supe que no era mi culpa".
María tuvo que protegerse. Y lo hizo cambiando por fuera: "Con 13 o 14 años dejé de ser la niña bien y me fabriqué una imagen más dura, una coraza para protegerme, pero por dentro seguía temblando. Ir a clase era un martirio, así que les pedí a mis padres que me metieran en un internado. ¡Imagínate cómo me sentía! Yo no podía estar en mi colegio, ni en mi casa, ni en mi barrio. Necesitaba irme a algún sitio donde nadie me conociera. Solo era una niña, pero necesitaba empezar desde cero".
"Ahora estoy más segura de mí misma, no me dejo manipular, no tengo complejos y no le permitiría a nadie que haga ningún tipo de comentario despectivo. Siento pena al pensar en mi infancia, pero de todo se aprende.