Nadie sabe lo que tiene… ¡Hasta que se muda! Y si tú te has mudado alguna vez, lo sabrás. Cambiar de vivienda implica un cúmulo de emociones positivas y negativas que hay que aprender a gestionar para evitar que nos lleven por delante.
Con ayuda del equipo de psicólogos de TherapyChat , vamos a enumerar algunas de esas sensaciones y te explicaremos cómo operan y cómo evitar que deriven en un enemigo común: la ansiedad.
El estrés existe naturalmente como respuesta de nuestro organismo ante distintos estímulos que demandan de nosotros una de dos reacciones primitivas: huir o luchar. Los estresores están por todas partes y, cuando actúan de manera positiva, nos activan para hacer frente a nuestro día a día de manera eficaz.
Pero, cuando el estrés se descontrola escalando a niveles que afectan nuestro funcionamiento, aparece la ansiedad. La ansiedad es una respuesta ante la tensión y se puede manifestar de manera psicológica: mediante pensamientos intrusivos, por ejemplo; o incluso física: a través de sudores, mareos, insomnio, taquicardias y más.
En una mudanza, hay muchos factores de este estilo. Como dato importante: la ansiedad no siempre está vinculada a cosas negativas, también surge a partir de estímulos positivos.
Un cambio de vivienda es un cambio de vida. Analicemos algunos de los elementos más comunes que pueden generar ansiedad en una mudanza.
Puesta a punto del nuevo hogar. Cuando nos mudamos asumimos la preocupación de acondicionar el nuevo espacio para que deje de ser simplemente una "casa" y se convierta en un auténtico "hogar".
Este proceso involucra pensar mucho, investigar mucho, apartar un presupuesto, ir a por las cosas que queremos incorporar, colocarlas… todo esto implica tiempo y dinero y, si no sabemos llevarlo con tranquilidad, podemos caer en nuestra propia trampa perfeccionista, convirtiendo la ilusión en angustia.
Una buena técnica para evitar que la ansiedad se apodere de ti es fijar dos grandes limpiezas anuales en las que analices en profundidad qué objetos tirar, qué objetos conservar y qué cosas deberías comprar. De esta manera evitarás que la puesta a punto de tu nueva vivienda sea un tema constante taladrando tu cabeza.
Si tu mudanza representa un paso más en tu relación de pareja, está claro que será mucho más que el mero hecho de quitar cosas de un piso y ponerlas en otro. Y eso da vértigo.
En este contexto, es normal que aparezca la tendencia a pensar que todo en el nuevo entorno tiene que ser perfecto: tú necesitas espacio para tu ropa, ¡y tu pareja para la suya! Si tu pareja fuma y tú no, ¡no querrás que te incordie con el olor a tabaco!
Lo normal es que durante este proceso de adaptación a la convivencia aparezcan roces que tendréis que gestionar como equipo. Crear reglas de convivencia no es fácil y la ansiedad aprovechará cualquier desliz para hacer de las suyas.
Quizá sea una buena idea que os deis un período "de gracia" en el que no se establezcan normas, de manera que cada uno pueda adaptarse individualmente a "su" nueva casa y posterior a ello, desde el confort, establecer acuerdos para la vida en conjunto.
Puede parecer una tontería pero reconstruir el mapa de la ciudad en tu cabeza en función de tu nueva casa no es exactamente la cosa más sencilla del mundo. A no ser que te hayas mantenido en el mismo barrio en el que ya estabas viviendo, durante las primeras semanas en tu nuevo hogar tendrás que sacrificar algunos minutos de sueño (o del desayuno) para salir con margen y llegar a tiempo al trabajo.
Igualmente, deberás prepararte con tiempo para tus quedadas o para llegar a ese cine que tanto te gusta porque tiene versión original.
Esta parte del proceso de adaptación parece muy simple, pero cuando ves que no llegas a los sitios o cuando notas que esa acera estrecha te hace más difícil ir en tacones, creas el caldo de cultivo ideal para que la ansiedad se instale y te haga cogerle "manía" a tu nueva zona.
¿Solución? Hazte con un mapa o descárgate una aplicación de líneas y paradas de transporte público. Además, aparta unas pocas horas de tus primeras semanas para explorar el terreno. Aprende dónde están los supermercados, las peluquerías, las farmacias, las floristerías, en fin, todo lo que puedas necesitar en tu día a día y haz fotos de esos sitios si lo ves necesario. De esta manera, en cuanto surja la necesidad de desplazarte de un sitio a otro, lo tendrás mucho más fácil.
¿DóJuraría que tenía uno de esos…. Seguro que antes de abandonar tu antigua residencia metiste toda tu vida en cajas perfectamente selladas y etiquetadas con un minucioso listado de todo lo que iba dentro…
Seguro que estuviste encima del señor de la mudanza para que "no se olvide de esa caja, la pequeñita, la cajita, que es importante" y para que el resto lo llevase "con cuidado, que en una de esas va el vaso de chupito en el que mi pareja escondió el anillo de pedida para sorprenderme...".
¡Seguro que lo hiciste todo bien y no se te escapó ningún detalle! Pero… ¿Dónde habrá ido a parar ese flamante quitapelusas eléctrico que te regaló tu tía Irma y que nunca usaste ni te habías propuesto usar… hasta ahora?
Y es que es muy normal que cuando te mudas te acuerdes de un montón de cosas que nunca has necesitado pero que repentinamente temes perder. Esa sensación de equivocarte y dejarte cosas aparece, crece dentro de ti y no hay quitapelusas que pueda cortarla antes de que derive en ansiedad, a menos que te mentalices para evitarlo.
Y aquí va el consejo: No pienses en las cosas que deberían estar. Deshaz las cajas y coloca todo en el que será su nuevo lugar dentro de tu nueva vivienda. Ahórrate el esfuerzo de echar cosas de menos: si en algún momento realmente llegas a necesitar ese fantástico quitapelusas, ya podrás hacerte con uno.
Aprovecha el cambio de casa, ¡y cambia de mentalidad! A pesar del vértigo que generan, pocas cosas son tan positivas como los cambios. Aprovecha tu mudanza para hacer también una limpieza mental: tendrás nuevos vecinos, harás la compra en nuevo lugar, quizá hasta vayas a un nuevo gym o te apuntes a un nuevo hobby… ¡Sácale partido a esta experiencia! Piensa positivamente, sé paciente para adaptarte a la novedad y disfruta.
20 de enero-18 de febrero
Con el Aire como elemento, los Acuario son independientes, graciosos, muy sociables e imaginativos, Ocultan un punto de excentricidad que no se ve a simple vista y, si te despistas, te verás inmerso en alguno des sus desafíos mentales. Pero su rebeldía y su impaciencia juega muchas veces en su contra. Ver más
¿Qué me deparan los astros?