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El viernes, el check-in transcurre con normalidad. El recepcionista da las buenas tardes, pide la documentación, carga la tarifa en la tarjeta de crédito y reparte las llaves de la habitación. 'El desayuno es de siete a 11 en la primera planta. El wifi no tiene contraseña'. Nadie sabe quién es esa pareja, que parece tensa, o por qué está allí, pero este será su último fin de semanas juntos. No van a celebrar un aniversario o un cumpleaños. No vienen de escapada romántica, sino para rematar los últimos detalles de su divorcio. Lejos de familiares, amigos y distracciones, y con un único objetivo: conseguir un acuerdo rápido e indoloro.
El sábado, las parejas se sientan por primera vez con un abogado especializado en mediación; en ocasiones, también les asesora un contable o un agente inmobiliario. El domingo, firman los papeles. Algunos se despiden con frialdad, otros organizan una pequeña ceremonia. Quizá suene de fondo la que era su canción, puede que lloren y hasta que se besen por última vez…
Jim Halfens tuvo la idea de ' DivorceHotel' tras asistir en primera fila al divorcio de uno de sus mejores amigos. El proceso le pareció innecesariamente hostil, complicado y largo. Pensó que finiquitar una separación matrimonial en un fin de semana era mucho más razonable. 'Sabes cuándo empiezas, sabes cuándo acabas y sabes cuánto te va a costar', argumenta. Eso sí, este divorcio exprés no es para todo el mundo. Las parejas que escogen esta solución deben tratarse con respeto y mantener una actitud positiva.
La propuesta de ' DivorceHotel', que nació en Holanda y se ha exportado ya a algunas ciudades de Estados Unidos, es una de las nuevas (y más creativas) formas de afrontar una separación matrimonial. Pero no es la única. De hecho, forma parte de un nuevo fenómeno que provee de servicios para lo que parecen ser nuevas necesidades. Todo empezó por reinventar la gestión emocional de una ruptura.
En 2014, Gwyneth Paltrow y Chris Martin anunciaron su separación y pusieron de moda el conscious uncoupling [separación consciente], un programa de cinco pasos creado por la terapeuta estadounidense Katherine Woodward Thomas. La idea es minimizar los daños, conservar la dignidad y convertir un proceso doloroso por definición en una experiencia de crecimiento personal. Pero, aparte del trance emocional que supone, un divorcio siempre implica lidiar con la logística. Y, para eso, cada vez hay más empresas especializadas que facilitan el proceso y tratan de evitar que dividir entre dos se convierta en una pesadilla.
En Estados Unidos, cuna de todas las tendencias (que primero consideramos extravagantes y después normales), la mitad de los matrimonios que se celebran terminan en ruptura, así que al negocio de las bodas se ha sumado el negocio del ' hasta aquí hemos llegado'.
Por un lado, están los divorce planners, muy populares entre las clases altas, que además de resolver todos los trámites que implica una separación, ejercen de asistentes personales y se ocupan de todo, desde organizar las vacaciones (o el armario) del nuevo soltero hasta buscarle un nueva pareja. Betsy Cox, una de las divorce planners más cotizadas de Nueva York, cobra 350 dólares por hora por atender todas las necesidades de sus clientes, tal y como le contó el año pasado al New York Times.
Pero, excentricidades aparte, otras iniciativas buscan tejer una red de apoyo para las mujeres que acaban de cambiar de estatus social. En el barrio neoyorquino de Brooklyn, Untied es un colectivo que organiza charlas y cursos sobre todo tipo de temas relacionados con la separación, desde seminarios sobre derecho y gestión de la economía doméstica hasta talleres para aprender a educar a los hijos adolescentes, afrontar el sexo después de la separación o aprender a viajar sola.
Pero a veces ni si quiera hace falta salir de casa para encontrar ayuda. La plataforma on line ' Splitsville' es una red social para divorciados, personas en proceso de serlo o aquellos que estén valorando si deberían dar el paso. En ella se pueden compartir experiencias, consejos e información. Otras aplicaciones, como ' Divorceify', ofrecen recursos gratuitos (como un 'mapa' para planificar el divorcio paso a paso), pero también acceso bajo pago a un 'conserje' que te asesora a lo largo del proceso y te recomienda diferentes especialistas. ' Wevorce' hace lo mismo utilizando un algoritmo para conectar a quienes están a punto de divorciarse con los profesionales que necesitan, desde abogados hasta psicólogos.
En nuestro país, la aplicación ' iUrisfy', diseñada por tres abogados, permite tramitar la separación legal (la de mutuo acuerdo, eso sí) sin moverse de casa. Solo hay que descargarla en el móvil, rellenar unos formularios y pagar.
Pero para propuestas revolucionarias la de ' Celextina', la primera empresa española que se ocupa de todo. La idea nació de una separación traumática, la de su fundador Carlos Pérez. 'Mi divorcio fue un desastre, el mejor ejemplo de todo lo que se puede hacer mal –reconoce–. Me di cuenta de que nadie abordaba el divorcio de manera integral, teniendo en cuenta todas las necesidades que surgen en ese momento tan duro. El abogado emite un documento, pero nadie se ocupa de todo lo demás'.
Por eso, Celextina ofrece servicios jurídicos, pero también asesoramiento financiero y fiscal, asistencia psicológica y un coach especializado en facilitar la transición a los niños, que les explica 'en su idioma' lo que está pasando y que asesora a los padres. De coordinar a todos ellos se encarga el decoupling planner [planificador de separación], que valora necesidades, gestiona y coordina servicios y acompaña al cliente durante el proceso. 'El error más común en un divorcio es no darse cuenta de todos los factores que entran en juego. Si, en cambio, trazas un mapa integral de la situación, puedes entender mejor qué puedes ganar y perder patrimonialmente, valoras la situación de tus hijos y tomas decisiones diferentes. A menudo, en medio de un divorcio, pierdes la perspectiva porque estás luchando contra los acontecimientos', explica Pérez.
Además de gestionar divorcios, sean o no de mutuo acuerdo, ofrecen servicios premium. Por ejemplo, encontrar una casa nueva o alquilar la vieja, organizar una mudanza, reformar un piso o decorarlo. También se ocupan de buscar niñeras o profesores de apoyo y hasta de contratar un entrenador personal o un personal shopper. Para Pérez, hay que empezar a entender el divorcio de otra manera: ' Tenemos que dejar de verlo como un estigma y comprender que es el inicio de una etapa en la que se pueden recuperar planes o inquietudes que quizá se quedaron aletargados durante el matrimonio'.
Y para eso, es decisivo cerrar esa fase evitando pelearse por cada detalle (y ahorrándose el dolor que eso implica). En España, los divorcios cada vez son menos beligerantes: el 75% son de mutuo acuerdo y muchos se gestionan con el mismo abogado para ambas partes.
Y cuando se firman los papeles de divorcio, se reparten las propiedades y se fija el calendario de custodia de los niños, llega el momento de pasar página. O incluso de celebrarlo. En nuestro país la idea aún no ha cuajado, pero en EE.UU. las 'despedidas de casada' son un fenómeno; y Christine Gallagher, una psicoterapeuta británica afincada en Los Ángeles, es su gurú. Empezó escribiendo un libro sobre el tema, luego organizó una fiesta para una amiga recién separada y terminó montando una empresa de eventos especializada en fiestas de divorcio.
Sus clientas son sobre todo mujeres, pero, a diferencia de las despedidas de soltera, es imprescindible que la protagonista esté al tanto del plan y se sienta preparada para celebrar su nuevo estado civil. Las sorpresas están contraindicadas.
Algunas celebraciones son íntimas y lacrimógenas; otras divertidas y algo gamberras (una mujer pidió a Gallagher que organizara un funeral para su ex). La mayoría incluyen algún tipo de ritual: alianzas que se hunden en el fondo del mar, velos de novia lanzados a una hoguera, fotos de la boda destrozadas por una trituradora... Los más trasgresores (y civilizados) hasta lo celebran en pareja: el multimillonario Charles Bronfman y su mujer, Bonnie, pusieron fin a su matrimonio en 2011 con 100 invitados, barra libre de cócteles, discursos de despedida y hasta una entrevista conjunta en el ' The New York Times'.
Para muchos, estos festejos son una frivolidad, pero Gallagher defiende su valor terapéutico. ' Todas las grandes transiciones de la vida –nacimiento, boda, muerte- cuentan con una ceremonia. Y el divorcio era la excepción. Creo que es saludable celebrarlo. Un divorcio puede estigmatizar y aislar a las personas, y convertirse en un proceso interminable. Una noche no va a solucionar tus problemas, pero puede ser un paso adelante en el aspecto emocional'.
Estas fiestas implican un cambio de paradigma. El divorcio ha dejado de interpretarse como un fracaso personal para empezar a entenderse como una nueva oportunidad. Al fin y al cabo, la edad media de las mujeres que deciden terminar con un matrimonio en España es de 42,8 años. Y eso quiere decir dos cosas: tienen experiencia para saber lo que no quieren y energía de sobra para buscar lo que siempre echaron de menos. Para lograrlo, solo hace falta perfeccionar el arte del divorcio moderno.
La custodia de los menores siempre es la parte más delicada de un divorcio. Pero, en esto, las cosas también están cambiando. Las custodias compartidas, una rareza en nuestro país hace 10 años, representan ya el 25% del total. El Gobierno prepara un borrador de ley para que esta fórmula sea la habitual, algo que ya han establecido comunidades como Aragón, Cataluña, el País Vasco, Navarra o la Comunidad Valenciana.
El gran inconveniente del sistema compartido es que los niños se convierten en transeúntes perpetuos entre dos casas. Por eso, algunas parejas recurren a la 'casa nido': un hogar único para los niños y unos padres que se turnan en él, de acuerdo con un calendario establecido. La fórmula, todavía minoritaria, tiene sus inconvenientes: es económicamente irrealizable para muchas familias y dificulta que los nuevos singles rehagan su vida. Aun así, en Estados Unidos es una tendencia al alza.