Una cena familiar en Navidad. / GETTY

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5 claves para evitar discusiones familiares en Navidad

Se acercan unas fechas muy deseadas por unos y muy temidas por otros. Momentos de viajes, reencuentros familiares, de buenos deseos y mejores intenciones que no suelen acabar lo bien que comenzaron. ¿El motivo? Los inesperados conflictos y discusiones familiares en Navidad.

¿Por qué hay peleas familiares precisamente en estas fechas? Por el simple hecho de ser parientes no todo va a ser maravilloso o va a reinar la paz y la comprensión. En muchos casos, la Navidad reúne a personas que apenas tienen contacto el resto del año y, a pesar de vínculos familiares, puede que en realidad algunos se sientan como auténticos desconocidos que nada tienen en común y que no saben ni de qué hablar.

También hay casos en los que sucede todo lo contrario: personas que sufren una especie de radical transformación durante la Navidad (eso sí, temporal), en donde parecen tener ataques de cariño y amor hacia todo el mundo. Esto también lo vemos a veces con conocidos y compañeros de trabajo, sobre todo si hay alguna copa de más.

Los amigos se escogen, la familia no

Ahora bien: tarde o temprano brota la realidad. Y es que por muchas buenas intenciones que tenga alguien, al final siempre surge lo que cada uno lleva dentro.

Para bien o para mal las emociones no son tan fáciles de ocultar"

JAVIER IRIONDO

Por todo ello, lo que deberían ser momentos entrañables para compartir, conectar y disfrutar, se transforman en ridículas discusiones que destrozan no solo ese espíritu navideño, sino también nuestras relaciones.

¿Pero te has planteado alguna vez que esa realidad incómoda podría ser una oportunidad de crecimiento personal? Sin duda, es un buen momento para mostrar nuestra madurez y redirigir las emociones a buen puerto, evitando así innecesarias discusiones.

Claves para evitar discusiones familiares en Navidad

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    Evita hablar de fútbol, religión o política. Son tres temas calientes que pueden encender la mecha de una posible discusión familiar en Navidad, sobre todo si alguien ha tomado alguna copa de más. Y si hay que escoger uno de los tres, sin duda, el ganador es la política (no olvidemos la delicada situación que estamos viviendo actualmente). Son temas sobre los cuales algunas personas tienen unas profundas creencias y grandes convicciones que defenderán a capa y espada. Así que cuanto más se eviten, mejor para todos.

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    Pregúntate qué puede estar sintiendo o viviendo la otra persona. Es difícil saber qué está sucediendo en la vida y en el mundo interior de la persona que tienes a tu lado. De hecho, puede que esté pasándolo peor de lo que imaginas. Por muy buenas intenciones que se tengan en Navidad, nadie puede aparcar su realidad, y si tiene problemas y hay algún roce, copa de más o conflicto, pueden surgir inesperadas reacciones. Todas ellas serán un reflejo de lo que está sucediendo en su interior. Por ello, la asertividad, la paciencia y la comprensión son las mejores aliadas de la convivencia.

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    Sé agradecido. Da gracias por poder reunirte con todos y valóralo. Nunca sabes quién no estará en la siguiente ocasión y, aunque puede que esta idea te parezca retorcida, es una realidad de la vida. No pretendas que los demás sean como a ti te gustaría que fuesen, acéptalos, aprécialos y vive el presente.

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    ‘La 'técnica de las preguntas' frente a las discusiones familiares en Navidad. Una de las claves de nuestra vida emocional es la capacidad de redirigir nuestra atención hacia lo que realmente es importante. Por tanto, ante la resolución de conflictos hay una técnica muy buena: desviar la atención de un tema hacia otro con preguntas. Así que si ves que la conversación se tuerce, puedes preguntar por el mejor libro que habéis leído este año, la mejor película, la mejor historia, un viaje soñado... Algo que realmente pueda animar el ambiente y donde todos participen.

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    Abandona la necesidad de tener razón. Nadie jamás gana una discusión y cuando alguien se empeña en imponer un punto de vista, en el fondo quiere mostrar que el otro está totalmente equivocado. Eso es una manera genial de ganar enemigos, generar tensión y crear un conflicto mayor. Cuando solo dices, hablas y reafirmas tus convicciones, puede que dejes muy claras tus ideas, pero nunca podrás comprender a los demás. Y, por supuesto, nunca puedes aprender nada hablando, solo escuchando. Así que intenta comprender por qué piensan de esa manera, pregunta -sin ser incisivo- con una humilde curiosidad.

¿Podemos estar en desacuerdo con cordialidad?

La razón, por decirlo de alguna forma más amable, está en las formas tanto o más que en los argumentos. La madurez, la cordialidad y nuestra habilidad social o inteligencia emocional se demuestra no en nuestra capacidad de imponer nuestras ideas ante los demás, sino en nuestra capacidad de escuchar y ofrecer una mayor empatía y comprensión.

Sé más grande que todo eso, porque si algo necesita este mundo (y todos nosotros) no son más discusiones y tensión, sino más calma, más comprensión y más humanidad. Y señores: ese es el verdadero espíritu navideño y el mejor regalo que podemos dar.

¿Qué es realmente el espíritu navideño?

En realidad, el espíritu navideño tiene que ver con el momento en el que aflora lo mejor del ser humano; cuando emerge la bondad y la compasión, la humanidad que hemos podido ver y comprobar en los peores momentos ante las grandes desgracias, actos terroristas y desastres naturales. Como el maravillo ejemplo de la tregua de Navidad de 1914, en plena Primera Guerra Mundial.

Vídeo. Javier Iriondo describe un momento histórico que nos hace entender lo que es el verdadero espíritu de la Navidad. / JAVIER IRIONDO

En esos momentos todo el mundo abandona su ego, siente y padece el dolor ajeno como suyo; brota una increíble unión que por desgracia, poco tiempo después, parece desaparecer y el ego y la individualidad vuelven a emerger.

Todos queremos sentir más esa humanidad, la compasión, la bondad, comprender y sentirnos comprendidos; anhelamos paz, contribuir, sentirnos conectados y no aislados; ayudar a los demás, que es lo que nos aporta la verdadera sensación de plenitud. En definitiva, ser más conscientes y mejores personas. A todo eso se le llamaría "espíritu navideño", y si de algo tiene sed el mundo es de esa clase de humanidad.

Tenemos que aprender a comprendernos, a conectar con nuestra parte más profunda y a mostrar nuestra parte más humana y más cercana, porque creo que ese es el mejor regalo que podemos hacernos los unos a los otros.

Así que te deseo que tengas unas pacíficas, entrañables y muy humanas navidades.

Más información en http:javieririondo.es.

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