Lo resumió el dr. José Zamorano, jefe de Cardiología del Hospital Ramón y Cajal, cuando recibió el VI Premio al Compromiso Masculino que otorga esta revista: "La mujer entiende muy bien el termino "cuidar", pero no el de cuidarse". Quizá con este juicio apuntaba a que el "corazón" de las mujeres está tocado por una amalgama de afectos y presiones que las agotan. Cuando la elaboración de la feminidad no ha sido la adecuada, la tendencia a cuidar a los demás puede ser excesiva, ya que se privilegia solo la función materna.
¿Por qué la mujer tiende a anteponer en exceso el cuidado de los otros al de sí misma? Tras esa tendencia se esconden algunos conflictos psíquicos que se remontan a la relación con la madre y el padre. Todos venimos al mundo de una mujer, nuestra madre, de la que tenemos que separarnos para organizar un "yo". La niña pequeña idealiza a la madre y por esta razón la vive como omnipotente, supone que lo puede todo.
El padre tiene que intervenir en esa relación para separar a la madre de la hija y que esta pueda construir su "yo" diferenciándose de la madre. Si el padre sostiene su función paterna, promueve en su hija la capacidad de valorarse. Cuando el padre no puede ocupar su lugar, la niña suele quedarse demasiado apegada a su madre y valorar fundamentalmente la función materna dirigida a los otros. Se identifica con esa madre tan activa de la primera infancia, pero no cuida todo lo que tenga que ver con su identidad de mujer. Las realizaciones profesionales, o incluso el cuidado de sí misma, quedan relegados. No sabe automaternarse, y se siente egoísta si se cuida o utiliza tiempo para ella.
Cuando una mujer se siente frágil en algún área de su vida, puede que su mente quede invadida con la idea de que los otros la necesitan mucho y así trata de equilibrar una falta de autoestima que le duele. Es una forma de no reconocer vacíos a los que no sabe cómo enfrentarse.
Lucía sonreía. Se acercaba el 8 de marzo. Alguna vez había tenido fantasías sobre qué pasaría si todas las mujeres del mundo hicieran huelga dentro y fuera de casa. Ahora se sentía lista para reclamar los derechos de las mujeres. Ella había sido una mujer estresada, tanto en su trabajo como doctora como en su hogar, y cayó en una depresión. Pero en una psicoterapia psicoanalítica había logrado comenzar a cuidarse a sí misma, además de disfrutar del tiempo dedicado a su trabajo, porque ya no se culpaba de no estar haciendo cosas para su familia.
Gracias al proceso analítico, se hizo consciente de algunos deseos ocultos que la llevaban a colocarse en ese lugar donde debía cubrir las necesidades de los demás antes que las propias. Con este deseo, aliviaba la culpa que desde la infancia promovían en ella los conflictos con su madre, una mujer que se había apoyado demasiado en ella y que se angustió cuando su hija se hizo adulta y comenzó a independizarse. Así que, en su inconsciente, Lucía pensaba que le estaba haciendo daño a su madre si se ocupaba de sí misma.
Hace un siglo, en una conferencia titulada 'La feminidad', Freud, al tiempo que señalaba la importancia de la función sexual en la mujer, añadía que no se debía perder "de vista que la mujer individual es además un ser humano". Pues esto es lo que olvida la que se dedica casi por entero a los demás: deja de reparar en que ella también debe cuidar sus deseos.
El sentimiento de culpa fomenta la excesiva dedicación de la mujer a los otros, descuidándose a sí misma o dejando sus necesidades para el final. La mujer, cuando responde a lo que los otros quieren de ella y se somete a sus deseos, se escabulle de sus propios deseos inconscientes. Estar pendiente de las necesidades ajenas evita enfrentarse a los vacíos propios.
Si culturalmente se fuera cambiando el pedido excesivo que se tiene hacia la mujer, esta se podría cuidar más y mejor con menos culpa.
Este término se refiere a la capacidad para cuidar de una misma. La primera persona que nos cuida suele ser nuestra madre, que lee nuestras necesidades. La manera de responder a ellas se va interiorizando en la medida en la que el ser humano se independiza de la madre y del padre.
La forma en que nos cuidaron pasa a ser un modelo de cómo nos cuidamos. El buen maternaje, además de atender lo material, enseña a ser libre. Si a la madre no le angustia separarse del hijo, este defenderá su espacio sin culpa
20 de enero-18 de febrero
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