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¿Mito o realidad que la separación traumatiza a los hijos?

No es la separación lo que traumatiza, es el comportamiento de los padres y madres lo que afecta a los hijos.

Vani g leal (psicóloga)

Hay una creencia generalizada de que las separaciones traumatizan a los hijos, pero no es cierto, no es la separación lo que traumatiza, es el comportamiento de los padres y madres lo que afecta a los hijos.

¿Cuándo los hijos pueden vivir este suceso como un hecho traumático? Cuando existe una guerra abierta entre los bandos.

Hay familias que se separan e intentan no dañarse y otras que convierten la separación en una batalla campal. Lo hemos visto a menudo en televisión, familias como la de Paula Echevarría y David Bustamante , que actúan de forma positiva y conjunta, a otras que hacen todo lo contrario y se descalifican, se desprecian o se ridiculizan.

¿Dónde está la diferencia? Pues que probablemente la hija de Paula y Bustamante no guardará rencor ni sentirá rabia hacia ellos y, en cambio, otros lleven en su mochila toda la odisea vivida.

El problema es que muchas personas no saben cómo afrontar de forma sana una separación y a pesar de querer muchísimo a sus hijos, les hacen un daño innecesario. Así que, intentemos dar algunas pautas para que, siendo duras de por sí las rupturas familiares, resulten un poquito más llevaderas para ti y para ellos que, al final, son los que reciben las consecuencias sin tener culpa de nada.

1. Ve a un psicólogo ( sí, así de tajante).

Te orientará, te ayudará a ver las cosas desde otra perspectiva y trabajarás la autoestima (las rupturas sentimentales inevitablemente la dañan).

2. Ser una mala pareja no es siempre sinónimo de ser mala madre o mal padre.

Hay que separar el rol de pareja del rol de progenitor y dejar a los hijos al margen. Y al margen me refiero a no mezclarlos en tus discusiones, a no hacerlos partícipes, a no pedirles que escojan, a no hablarles mal de la otra persona.

Los niños os quieren, os aman y os necesitan de la misma forma que hasta ese momento, ni más ni menos. Por supuesto que cambian cosas, sobre todo actividades o momentos de conjunto familiar, pero si cada uno sigue haciendo actividades con sus hijos y teniendo momentos familiares, aunque sean diferentes, los niños seguirán sintiéndose amados (y todos sabemos que la seguridad en el amor no tiene precio).

Y sí, muchas veces la expareja no se comporta todo lo bien que desearías con los hijos, porque les presta poca atención, es irresponsable, no cumple todo lo que promete o no se implica lo suficiente. Pero, por encima de todo, está lo que es mejor para ellos y no es oír lo irresponsable o la poca atención que le presta uno de sus progenitores.

Es mejor no decir nada a decir cosas negativas ( ningún niño o niña necesita oír esas cosas).

3. Una cosa es que no se traumaticen y otra muy diferente que no se enfaden.

Es evidente que habrá un momento en que los hijos no entiendan muy bien el por qué de la situación y se enfaden o adopten actitudes más hostiles con quien ellos crean culpable. Son niños y no saben todavía dirigir y procesar lo que les sucede (muchas veces los adultos tampoco, así que no le pidas esa madurez a tus hijos ).

Pueden pasar de seis meses a un año hasta que todo vuelva a estar mínimamente en calma y, si crees que no es así, vuelvo a decirte lo mismo que al principio, ves a un psicólogo a que te oriente y te ayude a reconducir la situación. No son circunstancias fáciles de manejar, por lo tanto siempre es mejor contar con alguien que te aporte herramientas y opciones diferentes.

4. El amor no siempre es eterno y hay que aceptarlo y asumirlo.

El amor para toda la vida es un concepto ideal y maravilloso , pero a lo largo de la vida las personas cambiamos mucho y que dos personas puedan resistir esos cambios no siempre es algo factible. Sin hijos te separas y cada uno a su parte del mundo, pero con hijos la cosa cambia, porque te guste o no, es un lazo de por vida.

Puedes asumirlo y aceptarlo con equilibrio o maldecirlo a todas horas, pero te lo vas a tener que comer con patatas por el bien de tus hijos.

Así que, en vez de alimentar lo malo, piensa que hay muchas parejas que después de separarse se llevan mejor, porque ya no tienen que convivir o porque sin relación afectiva ya no chocan las prioridades o necesidades.

Puede que el rol de pareja fuera un desastre, pero el rol de tutores y de compañeros de educación de vuestros hijos no tiene porque serlo. Muere un tipo de relación y en vuestras manos está construir otro mucho más sano y positivo para todos.

Como veis, no es la separación lo que traumatiza a los hijos, son los desprecios, son los desplantes, son las opiniones negativas y desmedidas lo que daña a esas personitas que, de rebote, se llevan los palos más grandes.

Todas las rupturas son dolorosos y es normal estar enfadado con la otra parte, pero si te dejas llevar por la rabia, la venganza o la frustración acabarán pagando ellos por ti, porque tu superarás la ruptura y ellos, en cambio, la llevarán a cuestas toda la vida.

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