vivir
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La escuchas una vez. Algo hace click dentro de tu cerebro. La melodía se queda dando vueltas en tu cabeza. El ritmo te hace mover los pies. Las frases se repiten sin cesar, las tarareas sin parar -aún no te sabes la letra-, es la primera vez que la escuchas. Tu mano cobra vida propia, no te das ni cuenta y ya le has dado a ' rewind'. No una vez, no dos... ya vas por la quinta. Poco a poco la canción se te hace más corta, ya conoces los acordes, el estribillo, hasta que un día te ves cantándola bajo la ducha. Llevas una semana sin poder sacarte de la cabeza esa canción. Pero ¿ por qué no podemos dejar de escuchar una canción? ¿qué pasa en nuestro cerebro?
Según investigadores de la Universidad de Michigan, la música tiene el poder de atraerte, y produce adrenalina y es por eso que repetimos una y otra vez el mismo tema. En otras palabras, nos da descargas placenteras.
Kenneth Aigen, director del programa de terapia musical en la Universidad de Nueva York explica, además, que características como la letra de una canción o el ritmo pueden ser una forma de incorporar nuevos sentimientos y actitudes que mejoren nuestro sentido de identidad. "Cada vez que escuchamos nuestra música favorita, estamos reforzando de alguna manera quiénes somos, a dónde pertenecemos y qué valoramos," detalla.
Seguramente, muchas de esas canciones que escuchas sin parar pertenecen a la lista de la canción del verano. Este tipo de canciones tienen algo en común, cuando llegan al estribillo se suman más instrumentos. Algunas veces los ingenieros en sonido suben el volumen de las guitarras o teclados para que tu cerebro haga ese famoso click.
Otros expertos aseguran que acudir a lo ya conocido es satisfactorio porque la repetición garantiza la anticipación y, en el caso de las canciones, la participación del oyente. En ese momento, el cerebro alcanza una relativa paz y es su parte emocional la que prevalece sobre la racional.
No hay una sola razón, pero quizá lo que tienen en común todas las teorías es que el placer que sentimos cuando escuchamos una canción o ritmo que nos gusta es tal que inconscientemente queremos repetir la experiencia.
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