La relación de pareja crea un universo en el que dos adultos se apoyan mutuamente y se acompañan a lo largo de la vida. En ocasiones, el vínculo amoroso puede organizarse bajo una clase de alianza en la que hombre funciona de forma infantil y la mujer actúa más como una madre que como un cónyuge. Las razones psíquicas que explican este vínculo amoroso provienen de los cimientos de la subjetividad humana, si bien para cada persona es única la historia que les ha conducido a este modo de relación.
Cuando un hombre se comporta de manera más o menos clara como un niño demandante y exigente hacia su pareja, la mujer se agota.
Este tipo de hombre solo sabe hablar de sí mismo, nunca escucha. Su narcisismo elevado corresponde a una subjetividad infantil, en la que el niño se cree el centro del mundo de su madre. El padre no ha funcionado como soporte para separarlo de ella.
La relación de Jorge y Claudia se deterioraba cada día más. Jorge nunca había querido crecer. Siempre había roto con las chicas que hablaban de compromiso, pero entonces conoció a Claudia, se enamoraron y se casaron. Entonces comenzaron sus problemas, pero también el principio de su solución. La convivencia se hizo insoportable cuando llegó el momento de plantearse la posibilidad de tener hijos y él dijo que no, a lo que ella respondió con la decisión de separarse, a menos que cambiara de idea. Entonces Jorge cayó en una depresión. Estaba a punto de perder su trabajo y a Claudia, y decidió acudir a una psicoterapia para tratar de evitarlo.
Allí comprendió que la atadura inconsciente que le mantenía sujeto a su madre se filtraba en muchas de las actitudes que mantenía en la vida. Jorge era muy demandante, sobre todo con Claudia. Su madre fue una mujer con poca capacidad materna que, sin embargo, tuvo cinco hijos. Él era el pequeño y fue cuidado sobre todo por sus hermanas mayores. Su padre tampoco funcionó como tal, se escondía tras el trabajo.
El hermano que iba antes que él murió ahogado. El dolor por la muerte de su hijo dejó a la madre demasiado herida para cuidar de Jorge y así, en alguna medida, él trató de suplir a su hermano en el corazón de su progenitora: intentó mantenerse siendo niño para no abandonarla nunca. Pero junto a esta actitud, había también un reproche: Jorge pensaba que a él nunca le había querido tanto como a su hermano.
Cuando pudo reconocer en la psicoterapia el desamparo infantil que había vivido, Jorge se liberó de la culpa y comprendió que la demanda infantil que tenía hacia Claudia era una réplica de la que, siendo niño había mantenido hacia su madre.
No disculpar sus actitudes infantiles y reconocer sus dificultades para hacerse responsable de compromisos afectivos, que solo pueden llevar a cabo los adultos. Que la mujer se niegue a hacer de madre puede conducirle a superar sus dificultades.
Una psicoterapia le ayudará a conocer los motivos que lo mantienen atado a la infancia.
Además, se dio cuenta de que había idealizado su infancia para ocultar aquella herida que ahora se manifestaba en la relación con su mujer. Había buscado en Claudia una mujer protectora y maternal, que le resarciera de lo que su madre no había podido darle.
Claudia, por su parte, también se ponía con facilidad en el lugar materno con él. Solo cuando su deseo de ser madre apareció y comenzó a pedirle a Jorge que ocupara el lugar de padre, quedaron al descubierto los conflictos de ambos. Como se hicieron cargo de ellos, pudieron resolver su relación de pareja y formar una familia.
El hombre-niño busca una mujer que se caracterice por actuar más como madre que como cónyuge. Estas mujeres se convierten para los hombres con estas características en imprescindibles, pues los cuidan como si fueran niños. Sin embargo, niegan que su pareja sea infantil y les disculpan siempre.
Este tipo de mujer tiene dificultades para mantener bajo control algunos aspectos de su vida, por lo que se dedica a controlar la de su pareja haciendo de madre. Es una forma de aliviar el miedo a enfrentarse a algunos de sus deseos y a asumir su papel de mujer con un hombre. En este caso, los dos se acomodarán a una relación de pareja donde ambos esconden sus dificultades para hacerse cargo de algunos aspectos que dificultan la relación amorosa.
Todos llevamos dentro al niño que fuimos, pese a que hemos de despedirnos de él para transformarnos en el adulto que nos gustaría ser. Una madre incapacitada para acoger a su hijo, igual que una madre sobreprotectora, unidas a padres ausentes, entorpecen la maduración. Él podrá hacerse responsable de su vida emocional como dulto, pero tendrá que revisar los complejos que le siguen manteniendo en posición infantil.
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