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La Navidad trae consigo las reuniones familiares que a veces pueden resultarnos un poquito incómodas por distintas situaciones. Es el momento de reencontrarte con algunos de ellos a los que no ves tan a menudo durante el resto del año y puede que haya a quien le haga muchísima ilusión pero puede haber familiares con los que tengamos peor relación y a los que nos cueste un poquito "aguantar".
Es Navidad y tenemos que ser más condescendientes y empáticos con nuestros familiares: con sus problemas, sus situaciones personales al final son familia y les queremos. Pero sabemos que este tipo de reuniones pueden acarrear momentos de estrés y para ello la coach personal María Fernández, autora de El pequeño libro que hará grande tu vida (Alienta) nos da una serie de consejos para sobrevivir a ellas.
No te centres en lo negativo de tu familia ni en aquello que os separa. Mira y aprecia lo que os une, y siente gratitud por ello. En todas las familias se cuecen habas, y por supuesto hay cosas que nos sacan de quicio y otras que nos recuerda por qué les queremos tanto. Quédate sólo con lo segundo y verás cómo también ellos sólo sacarán a relucir su mejor cara.
Focalizándote en las virtudes del otro, funcionas de espejo de su mejor versión. La otra persona se da cuenta y no hará otra cosa que reforzar esa imagen bella y buena que tú le estás proyectando de sí misma. No hay mayor belleza que apreciar la calidad humana de quienes nos rodean.
Además, uno de los mayores arrepentimientos antes de morir es haber pasado más tiempo con nuestros afectos. Disfruta a toda costa de los tuyos, ya que no siempre estarán. No dejes que pequeños enfrentamientos te estropeen un buen encuentro.
A veces nos miramos demasiado el ombligo y si eso se junta con nuestra vertiginosa rutina, acabamos por olvidarnos de que lo que realmente hace especial a la vida son LOS LAZOS PERSONALES. Muchos de los mejores momentos que hemos tenido han sido en presencia de nuestros afectos. Instantes inolvidables de risas, bromas, lágrimas y complicidad.
No hay conflicto que no pueda arreglarse desde la buena fe y la franqueza. Si tienes un conflicto no resuelto, ahora es la ocasión. Aprovecha un momento a solas con esa persona, en la cocina o poniendo la chimenea, y explica eso que te disgustó en su día y así reparar la relación. Acuérdate de construir tu discurso en positivo, con vistas al futuro y no focalizándote excesivamente en el problema del pasado, sino en cómo te gustaría que fuera la relación a partir de ahora.
En cualquier caso, describe sólo los hechos y cómo te sentiste, no entres en juicios de valor. Recuerda que cada persona actúa lo mejor que puede, bajo sus circunstancias y sus limitaciones. Sé compasivo. Perdona o pide perdón si fuiste tú quien no actuó correctamente. Este gesto te liberará y te dará paz y sosiego para el resto de las fiestas.
Si en casa sólo se debaten temas políticos y de actualidad, sorpréndeles con un poco de música, chistes, bailes, juegos de mesa o nuevas conversaciones más estimulantes. Además, quizás descubras nuevos registros de tus familiares. Rétales.
Además, el humor es el bálsamo para suavizar tensiones y limar asperezas. No te tomes las cosas tan en serio, la Navidad es una época para disfrutar con los tuyos, no dejes que pequeños enfrentamientos te la estropeen. Es una reunión para disfrutar, reír, celebrar y agradecer las personas buenas que todavía tienes en tu vida.
No intentes cambiar a tu familia política ni la enjuicies. (Seguro que tu familia tampoco es perfecta). Acéptala, incluso con sus rarezas.
Preocúpate por ellos. A la gente les gusta sentir que se preocupan por su bienestar. Pregúntales por aquello que les ilusiona, un nuevo nieto, las pachangas de fútbol de tu cuñado, las clases de pilates de tu suegra o los estudios de tus sobrinos.
Cuida a la familia de tu pareja y no sólo ellos te cuidarán a ti, sino que te sentirás mucho mejor. El amor y la generosidad beneficia más a quien los da.
Mantente disponible siempre que sea necesario, sin dejar de ser asertivo y establecer tus límites. Hay familias políticas que a veces coartan la libertad. Defiende tus espacios con serenidad empatía y firmeza.En definitiva, lo importante es saber apreciar la belleza de lo que nos rodea, no esperar relaciones perfectas, pero sí bienintencionadas y celebrar la presencia de tuyos.
¡Este año sé tú quien lidere la armonía y la alegría de tu casa!
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