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Qué es el hambre emocional y cómo puedes controlarlo

El estrés es una de las principales causas del hambre emocional, una forma impulsiva de comer que tal vez esconda un problema de procrastinación o de ineficiente gestión emocional. Te contamos cómo afrontar este problema que cada vez es más común.

Pincha en la imagen para descubrir los 7 alimentos para combatir la ansiedad/unsplash

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Tamara Izquierdo
Tamara Izquierdo

Aunque la ansiedad por comer puede ser un hecho puntual en muchas de nosotras, si ocurre con mucha frecuencia puede convertirse en un grave problema de salud, tanto físico como emocional. Identificar las emociones reales y la fuente de estrés es el primer paso para combatir el hambre emocional antes de que se convierta en una verdadera adicción.

El hambre emocional y sus consecuencias

Esas ganas de comer, generalmente alimentos poco saludables, pueden darse a causa de las alteraciones hormonales del mes o bien por algún hecho aislado que te ha afectado de alguna manera. Bien, esto no es un problema, siempre y cuando sea muy puntual.

Sin embargo si esta situación de dilata en el tiempo te encontrarías antes un verdadero problema de hambre emocional que tendrá consecuencias poco deseables como aumento de peso, riesgo de diabetes tipo 2, obesidad… eso solo en cuanto a los efectos físicos. Psicológicamente añadiría más estrés, baja autoestima, incapacidad para lidiar con emociones e incluso depresión.

¿Qué ocurre en el cuerpo para que se desencadene el hambre emocional?

Cuando existe hambre emocional el cortisol (la hormona del estrés) y la serotonina (hormona de la felicidad) se alteran. La producción de cortisol se dispararía mientras que los niveles de serotonina bajan, este cóctel molotov es el que hace que ataques la nevera o la despensa como si no hubiera un mañana.

El cortisol no solo se activa cuando hay un peligro que necesite una respuesta de lucha o de huída, también es la hormona que se encarga de regular el metabolismo de carbohidratos, proteínas y grasas, y cuando existen unos grandes niveles de cortisol el cuerpo te va a pedir ‘caprichos’ poco sanos como azúcar, grasa y alimentos salados.

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Al comer un alimento que te gusta mucho o del que tienes mucho antojo, se libera dopamina, un neurotransmisor que aporta una dosis de energía y bienestar que va a hacer que te sientas mejor. Todo esto son reacciones bioquímicas que son un alivio momentáneo pero que te pueden no hacer ver lo que está detrás de ese impulso.

Una excusa para evitar el problema de fondo

El aburrimiento y el estrés son los factores principales que desencadenan el hambre emocional, la excusa perfecta para procrastinar, algo que te va a hacer sentir bien, un consuelo emocional aunque sea por poco tiempo, y que te va a mantener ocupada para no pensar en otras cosas que quizás deberías observar de frente.

En algunas ocasiones puedes ser consciente de las circunstancias que te están llevando a tener ese hambre emocional, sobre todo en las ocasiones puntuales como en tu síndrome premenstrual o si te has peleado con tu pareja o una amiga por ejemplo. Pero otras veces puedes no verlo de primeras, simplemente te sientes cansada, desanimada y triste y no te preguntas por qué.

Esa falta de escucha interior te va a llevar a ese impulso alimenticio poco sano y lo peor de todo es que después tendrás otro tipo de sentimientos con los que lidiar como la culpa, los remordimientos y la vergüenza. ¿Sabes de lo que hablo verdad? Nos ha pasado a muchas.

Cómo superar con éxito el hambre emocional

No es fácil pero lo primero de todo tienes que escucharte, hacer un ejercicio de introspección para identificar la causa de esos impulsos. Probablemente estés posponiendo tomas de decisiones, procrastinando responsabilidades, no siendo asertiva en ciertos momentos… descubre lo que te está inquietando para poder ponerle remedio.

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Recuerda que la comida tiene como fin nutrirte, no consolarte. Si necesitas un hombro en el que llorar, alguien que te escuche con el que te puedas desahogar, consejo, ayuda… busca esa figura en tu entorno, tus seres queridos, amigos y familiares pueden ser esa mano que te ayude a superar ese bache emocional sin tener que darte un atracón que no va a solucionar ningún problema y que encima va a generar emociones nocivas como la culpa.

Practica ejercicios suaves para rebajar tus niveles de estrés, el yoga y la meditación son prácticas muy recomendables que te van a ayudar a encontrar equilibrio y paz mental.

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Utiliza la alimentación como tu aliada y no como un consuelo momentáneo que se va a volver contra ti. Los alimentos ricos en triptófano, como el plátano, los huevos, el pollo, el queso o los aguacates, te van a ayudar a levantar el ánimo sin que luego tengas ningún tipo de remordimiento.

No te mortifiques, si alguna vez sucumbes a un atracón emocional todos somos humanos, lo bueno es que puedes aprender a gestionar esas emociones para llevar una vida con menos estrés. La escucha interior te va a permitir mirarte sin tapujos y desde el respeto para poner soluciones a los problemas sin tener que recurrir a la comida poco saludable. Puedes hacerlo.

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