Esta forma de comunicación, parecida a la wifi, en la que no existen palabras ni escritura y ninguno de los cinco sentidos , alberga demasiada polémica. Desde el punto de vista de la física, la telepatía no existe ya que no hay una sección del cerebro que pueda actuar como emisora o receptora de mensajes a distancia. Y porque tampoco la potencia electromagnética del cerebro tiene capacidad para enviar información. Sin embargo, en el campo de la física cuántica hay esperanza y no se cierran a la posibilidad de que la telepatía sea viable.
Este no es un tema nuevo. Ya hubo debate entre médicos y psicólogos de hace siglos. Según un artículo publicado en la revista de la Asociación española de neuropsiquiatría en 2016, estos misterios de la mente humana inquietaron a psicólogos insignes como Henri Delacroix y William James, y también despertaron la curiosidad del mismísimo Darwin. “En España, autores reputados como Santiago Ramón y Cajal se volcaron apasionadamente en la causa espiritista. También el psicoanálisis bebió de sus fuentes en un grado notable, tal y como apuntan Jung y Freud en varios de sus textos: mientras este especuló con la posibilidad de poderes telepáticos latentes en el ser humano, aquel se preguntó a menudo por la naturaleza de un inconsciente atávico, de origen arcaico. Por supuesto, espiritistas y parapsicólogos no evitaron ser la cruel diana de muchos científicos de la mente como Wilhelm Wundt y Gustave LeBon, por citar sólo un par”. En resumen, hay controversia entre científicos, que intentan dar explicación material a cualquier suceso y psicólogos, que no se cierran en banda a los fenómenos paranormales.
El profesor Tamtan, psicólogo de la Universidad de Sheffield, Inglaterra, afirma, tras una investigación, que la telepatía es real y funciona como una red wifi. De hecho, asegura que las micro-señales que envía y recibe el cerebro pueden explicar los sentimientos viscerales, la intuición, la religión y esos sentimientos incómodos que a veces percibimos en lugares abarrotados. En su opinión, “podemos conocer directamente las emociones de otras personas y a lo que están prestando atención”
Según las hipótesis de este profesor, está forma de comunicación extrasensorial necesita de la presencia de la otra persona para funcionar. Es decir, no habría telepatía por whatsapp ni otras redes sociales. Cree que la base para este cerebro wifi está en la corteza prefrontal, donde se encuentra la actividad neuronal asociada con los sentidos del olfato y la vista. De modo que, esta comunicación sería algo así como un instante asociado a cambios de la química del cuerpo, causados por emociones como el miedo o la excitación. Según el profesor, esos sucesos fugaces pueden llevar a tener contacto visual y que este sentido ofrezca pistas sobre lo que la otra persona podría estar pensando en ese momento. Su teoría viene a sugerir que el contacto visual es la clave para poder averiguar lo que piensa o siente el otro.
Sea cual sea la verdad, lo que está claro es que hay fenómenos que no podemos explicar y que la ciencia se empeña en tratarlos de baladíes cuando no tienen sustento físico ni científico. Mientras se resuelve este enigma, podemos seguir creyendo que si miramos fijamente al chico que nos gusta averiguaremos sus intenciones o, ¿quién sabe si su número de teléfono?
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