Puede que estemos ante el secreto de la felicidad , o al menos así lo creen y lo demuestran los habitantes de Okinawa. Según los japoneses todos llevamos dentro un Ikigai esperando a ser escuchado y debemos buscarlo en nuestro interior para lograr una vida larga y plena.
Okinawa es la isla con el mayor índice de centenarios del mundo, se ha estudiado su filosofía de vida y la llamada dieta Okinawa para intentar vislumbrar cuál es su secreto. Ellos aseguran que lo que les hace levantarse cada día es su Ikigai o razón de ser.
El Ikigai es una pasión de vida, un motor que nos impulsa y que nos hace vibrar, nos aporta felicidad y le da un significado a la vida. De hecho, en Japón no se habla de jubilación sino que las personas siguen trabajando en aquello que aman hasta que la salud se lo permite, y eso es mucho tiempo porque en el país del sol naciente siguen una vida muy saludable y activa, aún siendo ancianos, lo que retrasa enfermedades y alarga la vida.
Los habitantes de Okinawa disfrutan de las pequeñas cosas, celebran la vida, viven felices en comunidad siendo partícipes de la vida vecinal, son apasionados, cultivan la tierra y cada uno tiene su Ikigai, aquello que les da una razón de ser, suele coincidir con su oficio pero no tiene por qué. Para ellos si amas lo que haces nunca dejas de hacerlo, ¿qué diferente es la visión occidental del trabajo y la jubilación verdad?
Algunas personas consiguen dar con su Ikigai y han seguido esa pasión que les ha aportado dicha y una larga vida. Otras en cambio, o no le dan el sitio que se merece y pasan su vida desoyéndolo, o bien no lo han encontrado todavía.
Mucho se ha estudiado la vida en esta longeva isla y se han llegado a algunas conclusiones que podrían ser la clave de sus largas y felices vidas.
Mantener la actividad es esencial para todos ellos, nunca dejan atrás aquello que aman hacer, siguen aportando, siguen creando, siguen dando lo mejor de ellos cada día, por años que pasen. Un extraordinario ejercicio de amor y apego a la vida que les hace sentirse felices.
Siempre sonríen, tienen una actitud positiva incluso ante la adversidad y son conscientes de que la vida es el mayor regalo. Les gusta vivir en comunidad, relacionarse y compartir con sus vecinos. Les da mucha energía conectar con la naturaleza de su entorno, se toman la vida con mucha calma, para ellos no existen las prisas ni el estrés, y se sienten enormemente agradecidos.
Viven el presente, no comen hasta hartarse, se ejercitan a diario para mantener su cuerpo elástico, fuerte y activo, hecho que además les aporta bienestar gracias a la liberación de endorfinas.
Si aún no has encontrado tu Ikigai, ese talento que tienes escondido y que espera para florecer, tal vez deberías hacer ese ejercicio de escucha para poder darle el lugar que le corresponde. Una vida más larga y feliz es la recompensa.
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