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Los millennials, esa generación apisonadora llamada a transformarlo todo, han descubierto en su juventud lo que sus padres y abuelos tardaron décadas en comprender: el tiempo es más valioso que el dinero. Al menos así lo refleja un estudio, publicado en Social Psychological and Personality Science, en el que participaron 4.690 personas. Más de la mitad (en torno al 64%) aseguraba que prefería el dinero al tiempo. Pero cuando se evaluaban otros factores (como el grado de satisfacción real ante la propia vida), resultaba que eran mucho más felices las personas que habían elegido tener tiempo libre en lugar de dinero. Es más: una cuarta parte de los que habían elegido el dinero en primer lugar cambiaron de opinión al ser preguntados un año después y prefirieron disponer de tiempo libre en lugar de cobrar más.
Lo curioso del caso es que, según un estudio realizado por la Universidad de British Columbia y la Escuela de Negocios de Harvard (Estados Unidos), el dinero sí da la felicidad siempre que se destine a "adquirir" tiempo libre para disfrutar. Y esto era algo que los encuestados descubrían conforme se iban haciendo mayores... excepto, como hemos dicho ya, los millennials. Ellos son la primera generación que, mucho antes de llegar a la madurez, prefiere tener tiempo libre y opciones de conciliar vida laboral y personal antes que un gran sueldo o un cargo destacado. Así lo demostró también un famoso estudio realizado por Price Waterhouse Coopers del que muchos dedujeron que los milénicos eran vagos. ¿Y si simplemente son más sabios?
Esta nueva generación está cambiando las reglas del mercado laboral: se trabaja por dinero, claro, pero no exclusivamente. Se valoran otros factores, como el mencionado tiempo libre, uno de los componentes más importantes del llamado salario emocional. Este "sueldo" consiste en "toda una serie de beneficios, de carácter no económico, cuyo fin es satisfacer las necesidades personales, familiares y profesionales del trabajador, mejorando su calidad de vida", explica Marta Martínez, consultora de recursos humanos y tutora y profesora del Máster en Dirección y Gestión de RRHH en IMF Business School.
En un incierto escenario económico, las empresas no siempre pueden aumentar los sueldos; pero sí pueden premiar a la plantilla con otras medidas que les hagan sentir más satisfechos en sus puestos de trabajo. "El salario emocional es una herramienta clave para los departamentos de recursos humanos, nos ayuda atraer y retener el talento, además de aumentar la productividad; un trabajador satisfecho y motivado acaba estando sin duda más comprometido con los objetivos de la empresa para la que trabaja", apunta Marta Martínez.
Aunque todo el mundo trabaja por un salario, ese tipo de alicientes no dinerarios tienen un valor incalculable. Según la psicóloga Violeta Alcocer, "la relación entre la sensación de bienestar y el rendimiento es fuerte. Cuando experimentamos malestar físico o psicológico, ciertas funciones y procesos mentales pasan a un segundo plano: la creatividad, la capacidad de tomar decisiones, la cooperación, la comunicación asertiva, la gestión de impulsos... se verán afectadas por un ambiente de trabajo negativo, porque son procesos mentales superiores que se dan vinculados a emociones positivas y sentimientos de seguridad".
Aunque el término "salario emocional" suene novedoso, algunas grandes empresas lo aplican desde siempre. "Tradicionalmente se refiere a beneficios sociales como seguros médicos, planes de jubilación, ayudas para la educación de los hijos o para el transporte", dice Martínez.
En la actualidad, lo que más piden (o más bien necesitan) trabajadores y trabajadoras es tiempo libre y capacidad de conciliar. "Por ello se están dando más días libres, como vacaciones o en fechas importantes (cumpleaños, por ejemplo) -prosigue la consultora-; y cada vez más se aplican el horario flexible y el teletrabajo, algo que es posible con las nuevas tecnologías".
Manuel Asla, director de Marketing, Comunicación y Venta Directa de Edenred España, especifica que en determinadas industrias o puestos de trabajo es complicado alcanzar los niveles de conciliación laboral y familiar que serían deseables: "Para ello, se puede recurrir a nuevas soluciones que hacen más fácil la vida del empleado y simplifican sus gestiones, como las app Ticket Restaurant, Ticket guardería o Ticket Gasolina: amplían el poder de decisión del trabajador y le permiten ahorrar".
Otros ejemplos de salario emocional que cada vez adoptan más centros de trabajo, explica Marta Martínez, tienen que ver con la importancia que dan las nuevas generaciones a su salud física y mental: "En muchas empresas están montando gimnasios, se ofrecen servicios de fisioterapia y tienen espacios de distracción, como salas de descanso y de juegos. Además, cada vez se valora más el desarrollo personal y profesional. Es clave para la retención del talento invertir en formación para desarrollar las habilidades y competencias profesionales".
Cuando se habla de salario emocional, lo lógico es pensar que el principal obstáculo provenga del trabajador, ya que, al fin y al cabo todos trabajamos por dinero y podemos sentir que nos están dando gato por liebre con beneficios no pecuniarios. Pero los expertos aseguran que son algunos empresarios, sobre todo "los de cultura tradicional", según Martínez, los más reacios. Sin embargo, añade, "cada vez más están entendiendo que un trabajador satisfecho es un trabajador más productivo, y en los departamentos de recursos humanos tenemos más posibilidades de promover estas medidas". Coincide con ella Manuel Asla: "En el 99% de los casos, los empleados son improductivos a causa de una falta de motivación y confianza en su empresa. Lo que puede ser una pequeña partida para la empresa, es, normalmente, una gran dosis de motivación para los trabajadores. Si una empresa quiere contar con trabajadores productivos y motivados es fundamental que la persona sea el centro de la política de empresa", explica.
Marta Martínez añade además que cuidar al trabajador es importante no solo por su productividad, sino también porque cuando una compañía pierde a un profesional valioso el daño es doble: " Si no retienes y fidelizas el talento, se marchará y eso no solo significa que lo pierdes; además, se irá a la competencia. Para retener el talento es necesario establecer eficaces políticas retributivas y para conseguirlo es imprescindible potenciar compensaciones que generen bienestar, salud, seguridad y tranquilidad en las personas", asegura.
Pese a la creencia popular, no se trabaja mejor bajo presión. "El sentido de pertenencia y contribución son los motores del bienestar y activan el deseo de cooperar, de crecer y de dar lo mejor de uno en cualquier ámbito -explica la psicóloga Violeta Alcocer-. Si una persona no se siente orgullosa de formar parte de una empresa, si no se siente valorada, escuchada, tenida en cuenta y justamente remunerada, no tendrá ninguna motivación para aportar más que lo estrictamente necesario".
En España el salario emocional va cobrando fuerza: tres de cada cuatro trabajadores recibe beneficios sociales según un estudio del Grupo de Investigación ISDE de la Universidad de Granada, con el apoyo de Edenred España. Las ayudas de comida y los seguros médicos privados son los "extras" más demandados por los empleados. "En el caso de nuestro país, la elección de determinados beneficios sociales que tienen mejor tratamiento fiscal en el IRPF permite a los trabajadores incrementar su salario neto sin costes salariales adicionales para la empresa", añade Asla.
Con estos mimbres ya solo queda convencer a nuestros jefes de las ventajas de añadir estos beneficios sin apenas coste para ellos. Una labor difícil que, según Marta Martínez, "implica contar con la negociación colectiva, puesto que estas medidas deberían ser para todos los empleados, pactadas entre la empresa y los representantes de los trabajadores".
España es el país europeo donde más horas dura la jornada laboral. Durante el año pasado, cada profesional trabajó de media 1.775 horas. Esta cifra contrasta enormemente con las 1.413 horas de los Países Bajos, las 1.432 de Alemania, las 1.559 de Francia o las 1.607 de Reino Unido, según el estudio realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos de Francia.
"Se debería pensar en reorganizar las jornadas laborales y racionalizar horarios", señala Marta Martínez, tutora del Máster en Dirección y Gestión de Recursos Humanos en IMF Business School. A su juicio, "sería necesario establecer horarios de seis horas e implantar las jornadas continuas siempre que fuera posible. También sería recomendable evitar las pausas largas para las comidas y, sobre todo, huir del síndrome del presencialismo en las empresas. En España, muchos trabajadores "calientan" sus sillas y permanecen sentados en sus puestos hasta que se marcha el jefe".