Una situación tan excepcional e histórica como la que estamos viviendo provoca que se generen diariamente dudas que nos asaltan. Entre toda la problemática surgida, l os niños ocupan un gran papel a tener en cuenta. La omisión de las relaciones sociales, el cierre de colegios y escuelas, el confinamiento y el no entender qué ocurre puede afectar de muchas maneras al crecimiento y desarrollo de los más pequeños. Por ello es importante saber cómo tratar el tema con ellos y conocer cómo hay que afrontar la vuelta a la rutina y qué consecuencias puede tener. Rocío Ramos-Paul (Supernanny), la psicóloga infantil más mediática de nuestro país con una experiencia de 20 años dando pautas a los padres, responde a este tipo de cuestiones en nuestra guía El día después.
Pues atendiendo a la edad y capacidad de expresarse que tengan, utilizando un lenguaje que entiendan y siendo muy sinceros, pero evitando los datos que pudieran asustarlos. Tan sencillo como contarlo y tan complicado como llevarlo a la práctica. Empezaría preguntándoles: "¿Qué sabes/piensas sobre lo que has vivido y ocurrido?". En la respuesta estará la información que necesitarás para mantener esta conversación con tu hijo.
Entiendo que puede preocuparnos, pero los niños ya nos han demostrado que tienen una capacidad de adaptación enorme y son mucho más flexibles para los cambios que nosotros, los adultos. Tendremos unos días en los que intentarán alargar sus horas de pantallas y tendremos que ser más rígidos con normas y límites para volver al sistema de antes del confinamiento. Notaremos que se cansan más y duermen más. Puede que incluso salir les cueste un poco al principio. Pero en breve, y si les acompañamos y animamos a volver a sus rutinas, el aislamiento será un recuerdo.
Iremos viendo las necesidades de cada uno cuando se incorporen. En general, la vuelta a la rutina será suficiente para ir superando este periodo. ¡Tenemos todos tantas ganas de volver a la normalidad! Un corto periodo de adaptación será suficiente para volver a coger el ritmo.
Antes del aislamiento, cada uno tenía sus fortalezas y sus debilidades. Entiendo que pueda generar incertidumbre e incluso angustia saber cómo nos sentiremos, pero las unas y las otras volverán a recolocarse. El tímido, el gracioso, el perezoso, el sociable... sigue siéndolo. Eso sí, todos sabemos que somos capaces de sacrificarnos cuando la situación lo requiere y ese aprendizaje nos ha enriquecido. Es cierto que entre los profesionales esperamos que aumente el número de miedos, fobias, ansiedades y estrés postraumático. Pero será en la población que ya era vulnerable a este tipo de trastornos antes del aislamiento y, desgraciadamente, en aquellos que hayan perdido a un ser querido, porque esta s la peor parte de esta pandemia.
Esta respuesta dependerá de cómo se haya vivido el confinamiento en cada familia. Los progenitores somos sus modelos emocionales. Si se ha vivido con angustia o si se ha transmitido miedo, ellos habrán incorporado esos miedos. No será así si se les ha enseñado cómo enfrentarlos: lavarse las manos frente al contagio, animarles a realizar tareas solos, hablar de lo que está ocurriendo, pensar qué es lo primero que les gustaría hacer cuando puedan salir, mantenerse en contacto con la familia y los amigos durante este tiempo, decirles lo bien que lo han hecho y lo valientes que han sido quedándose en casa... son algunos ejemplos de lo bien que las familias están preparando a sus hijos para la vuelta a la normalidad.
Esta es una cuestión que nos vendrá impuesta. Si fuera posible, sería estupendo para los que quieran participar. El criterio para decidirlo será el mismo que antes del aislamiento y, dependiendo de las características del niño, será mejor que vaya a un campamento de día, de varios días o temático. Viajar, campamentos todo lo que podamos hacer les ayudará a entender que se ha acabado el aislamiento, que podemos disfrutar de todo lo que nos gusta hacer y a afrontar cualquier miedo que pudiera existir. Porque les daremos la experiencia de que salimos, disfrutamos y no pasa nada malo.
Esta parte es la más terrible de esta pandemia. Los duelos para los adultos están siendo terribles y dolorosísimos. Morir solo es terrorífico; no poder despedirte de tu ser querido, horroroso. Una vez más, los pequeños nos llevan ventaja. Hasta los siete u ocho años no tienen un concepto claro de lo que significa "para siempre". Hay que darles la noticia, como decía antes, omitiendo detalles que no van a entender. Ellos aparentemente no se enteran, pero durante los días o meses siguientes pueden sorprenderte con recuerdos, preguntas y/o comentarios sobre el ser perdido. Cuando son mayores y capaces de entender que no volverán a verlo, tendremos que ayudarles a expresar la pena, a llorar con ellos y pedirles que nos cuenten qué piensan y sienten. En ambos casos, podemos dedicar un tiempo de recuerdo a ese ser querido (viendo fotos, narrando anécdotas...) y aplazando una despedida con la familia para cuando podamos abrazarnos. Aprovechar las pantallas para compartir cómo nos sentimos es otra forma de mitigar este terrible dolor.
Todos los que le sirvan para su desarrollo personal. Esta situación les ha posibilitado, entre otras cosas, trabajar con la familia en equipo, enfrentarse a la frustración, sentir miedo y ansiedad y superarlos, aburrirse, crear... Quedémonos con lo que nos enriquece.
De momento, como nosotros, que disfruten con lo que más les gusta si es posible. Luego volveremos a negociar límites. Pero de momento se lo han ganado. ¿O nos vamos a poner límites nosotros a cenar con amigos, salir a tomar el aperitivo o ver y abrazar a los que queremos?
Soy consciente de que toda esta experiencia, para muchos, estará marcada por recuerdos negativos. Pero me gusta pensar que, cuando pase el tiempo, la mayoría de nosotros seleccionaremos los recuerdos bonitos de esta situación, sin olvidar lo terrible y lo angustiosa que fue. Pero las sensaciones al ver fotos o vídeos de estos días nos harán sonreír. Somos capaces de mucho más de lo que creemos. Si nos hubieran dicho que íbamos a estar todo este tiempo confinados en casa, habríamos gritado: "¡Imposible!". Y, sin embargo, aquí estamos: cumpliendo y haciéndolo bien. Y es que afrontamos mejor el sufrimiento de lo que lo anticipamos. Así que mucho ánimo, que la vuelta será mucho más sencilla que el aislamiento.
20 de enero-18 de febrero
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