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El primer confinamiento para protegernos del coronavirus nos pilló por sorpresa y con la guardia baja. En esas semanas nos dio tiempo a descubrir lo más profundo del fondo de armario de las plataformas digitales, aprendimos a amasar pan, a teletrabajar… y mucha gente pagó el precio del encierro en forma de agobio, tristeza y ansiedad. Ahora las Navidades se presentan con más videollamadas que reuniones familiares y todo parece prever que, si las cifras siguen en aumento, de una forma más light o más hardcore antes de fin de año acabemos de nuevo confinados. ¿Estamos preparados para pasar por lo mismo de nuevo? Hemos hablado con una psicóloga, Maiana García, de Emotium, para que nos diera las claves piscológicas que nos harán vivir un segundo confinamiento sin pasarlo mal.
“Hay una técnica psicológica muy útil en esta situación, la solución de problemas. Aplicada a este contexto consistiría en que cada persona detecte en qué forma le repercutiría un próximo confinamiento. Se trata de revisar cómo quedan afectadas las distintas áreas vitales (estado de ánimo, salud, economía, relaciones…) y buscar soluciones para cada una de ellas”, explica la experta.
Si de alguna forma podemos afrontar la situación actual generada por el COVID es a través de la aceptación. Esto implica reconocer el modo en que está afectando en nuestra vida y adoptar una actitud proactiva, de búsqueda de soluciones. Lo que antes funcionaba ya no nos sirve. Las reglas del juego han cambiado, y hemos de aprender a vivir de un modo distinto. “Y si te ves sin herramientas para plantear de forma activa la búsqueda de soluciones, es el momento de pedir ayuda profesional”, aconseja la psicóloga.
El agotamiento mental es fruto, entre otras cosas, de dedicar mucho tiempo a pensar en cómo hacer frente a los problemas que están surgiendo. Pensar en los problemas es necesario, pero hay un punto en el que la preocupación no es útil, y es precisamente cuando pasa de ser un pensamiento productivo a un pensamiento rumiativo.
Por ello, se hace necesario valorar la situación a resolver y tomar decisiones. Tomar decisiones permite reducir el tiempo que dedicas a pensar sobre el problema. De modo que disminuye la ansiedad y la preocupación, y empiezas a dar pasos hacia la solución.
“Pedirnos que esta situación no nos afecte en absoluto sería un sinsentido. Una situación de este tipo va a afectar a nuestro comportamiento, pensamientos y sentimientos irremediablemente. Además, hay ciertas respuestas psicológicas que son normales y adaptativas. Sin embargo, para que no nos desborden las emociones negativas, jugando en nuestra contra, recomiendo limitar la exposición a información relacionada con la pandemia, diferenciar lo que podemos controlar de lo que no, centrándonos en lo que sí podemos hacer para mejorar nuestra situación, y practicar el autocuidado”, aconseja la experta de Emontium.
Si tienes la perspectiva de volver a encerrarte en casa te hace sentir preocupación constante e improductiva, niveles de activación muy elevados, obsesiones múltiples, incapacidad para pensar o concentrarse en otras cosas que no tengan que ver con la pandemia, provoca fuertes discusiones o excesiva irritabilidad en casa… es hiora de buscar ayuda. “Cuando todos estos síntomas son duraderos será beneficioso pedir ayuda profesional para encarar la situación lo mejor posible”, concluye Maiana García.