vivir
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Lo ha confesado, como no, en El hormiguero. Tamara Falcó aún conserva, escondidos a buen recaudo en el sótano, algunos objetos de sus ex novios lo cual nos hace especular con varias hipótesis. O tiene tan buen recuerdo de esas relaciones que le gusta conservar algo físico de esas personas o le da pena deshacerse de algunas de esas cosas porque es una forma más de despedirse de ese vínculo sentimental o Tamara Falcó es muy poco fan del método Marie Kondo de organizar una casa y sufre, como ella misma dice, una especie de síndrome de Diógenes (o síndrome de "aún queda espacio en el trastero", en su caso). Sea como fuere gracias a Tamara Falcó nos hemos planteado si es buena idea conservar objetos de nuestros ex cuando estamos superando una ruptura, y la respuesta es que... depende.
Para superar que nuestra pareja se ha roto y que hemos perdido ese vínculo con el que creíamos que íbamos a contar para siempre necesitamos tomar aire y coger energías: el trabajo que debemos realizar después de la ruptura no es sencillo de llevar a cabo y va a requerir de todas nuestras fuerzas.
Lo más importante para que una ruptura amorosa no se “enquiste” en nuestro interior y se convierta en un problema aún mayor del que ya tenemos es dejarnos experimentar todas las etapas del duelo, incluidas del dolor, la rabia y la tristeza. ¿ Qué significa que alguien o se deje a sí mismo estar de luto por la pérdida de su pareja? Pues que, a la larga, esto va tener una consecuencia en su vida de pareja posterior. Si solo confiamos en que el tiempo lo cura todo y no hacemos nada por estar mejor corremos el riesgo de quedarnos bloqueados en un duelo permanente.
Los psicólogos de la Universidad de Stanford, Lauren Howe y Carol Dweck, analizaron cuál es la mejor forma de superar una ruptura amorosa y encontraron que tomarse la ruptura como una nueva etapa e introducir en ella novedad (conocer gente nueva, hacer cosas nuevas…) es un factor importante, pero que existe otro aún más determinante: no quedarse anclado en el pasado.
Hay gente que se queda atrapada en el “por qué ha pasado esto”, y eso les impide avanzar. Dentro de esta dinámica aferrarse a objetos del otro (que por otra parte ni él quiere) puede ser una de las formas en las que se manifiesta que en el desván de nuestra cabeza esa relación pasada sigue presente, algo ha quedado sin resolver.
Según la neurociencia, una ruptura sentimental supone una tormenta química que dura desde seis meses hasta dos años. Si acabas de romper es normal que no te veas capaz de soltar lastre de un día para otro: en esos casos relegar al fondo del sótano los recuerdos de tu ex te puede ayudar a sentir alivio (ojos que no ven…). Pero pasados los dos años no hay neurocientífico en el mundo que te aconseje que sigas guardando esas cajas con trastos que ni son tuyos ni te hacen falta eso: hasta Marie Kondo estaría de acuerdo con ellos.