RESPONDER CON FIRMEZA
RESPONDER CON FIRMEZA
Una gran parte de la población rehuye el conflicto, pero las diferencias de opiniones no tienen por qué desembocar siempre en una pelea. Una discusión no es más que dos (o más) personas con diferentes modos de ver las cosas y si sabes reconducir las conversaciones, al igual que si sabes responder bien ante las faltas de respeto, estas discusiones no tienen por qué ser violentas.
Mantener una discusión relajada no significa que tengas que ceder o darle la razón a tu interlocutor para no entrar en un terreno delicado. Si tienes la suficiente autoestima y seguridad en ti misma serás capaz de defender tus opiniones y aprender a decir no sin que te embargue un sentimiento de culpa difícil de gestionar.
Pero para lograrlo hace falta tener herramientas. Si en una discusión tocan un tema sensible que entronca directamente con algún trauma o alguna problema de nuestro pasado que todavía tengamos sin solucionar, es más fácil que nos sintamos atacados y no seamos capaces de gestionar el tono de la conversación.
Beatriz Galván, nuestra psicóloga de cabecera, nos da los tips necesarios para que nuestras discusiones se conduzcan por los caminos adecuados y consigamos con ellas los resultados deseados. Porque el objetivo de toda discusión debería ser llegar a un entendimiento, lo que no significa que siempre tenga que terminar con un cambio de opinión por una de las partes.
1. Relájate: esto es clave para conseguir mantener una conversación civilizada. Sí, a veces el tema a tratar es muy sensible y puede atacar directamente a uno de nuestros pilares emocionales, pero alterándote y gritando no vas a llegar a nada. Respira hondo, tranquilízate e intenta explicar tus argumentos de manera civilizada y haciéndote entender.
2. Piensa en cuál es el motivo de la discusión: parece una tontería, ¿verdad? Pero hay veces que en una discusión acalorada, comenzamos a irnos de un lado a otro y terminamos discutiendo por algo completamente distinto a lo que estábamos tratando en un primer momento. No pierdas de vista el objetivo de tu conversación.
3. Piensa cómo expresar tus ideas: para ello, Beatriz Galván nos aconseja describir la situación de la manera más concreta posible y sin dar rodeos. Eso sí, es necesario empatizar con la otra persona para anticiparnos a sus posibles reacciones, puesto que si es posible que nuestra opinión le siente mal, su respuesta puede que no sea la adecuada. Intenta no juzgar a la otra persona comenzando las frases con palabras como «deberías...» e involúcralo en las posibles soluciones con preguntas como «¿cómo crees que podríamos solucionarlo?».
4. Piensa en cómo puede reaccionar la otra persona: esto entronca con la empatía de la que te hablábamos en el anterior punto, pero vamos un paso más allá. Pongámonos en los diferentes escenarios posibles ante una discusión para analizar cómo deberíamos comportarnos nosotros en los diferentes casos:
- Si nuestro interlocutor está de acuerdo con nosotros: este es el caso más fácil, ya que todo el mundo sabe relacionarse con aquellas personas que piensan igual que él. En este caso siempre puedes ofrecerle una serie de «refuerzos» como elogiarle o demostrarle afecto.
- Si no está de acuerdo con nosotros y se enfada o se pone a la defensiva: en estos casos, Beatriz Galván recomienda no perder la calma y concederle el derecho a decir no, entendiendo que todo el mundo tiene derecho a pensar como quiera (siempre y cuando no dañe a los demás). Eso sí, puedes insistirle para buscar una solución en un plazo de tiempo determinado si el problema así lo requiere.
- Si no vemos posibilidad de acuerdo con la otra persona: hay que asumir que no vamos a estar de acuerdo en todo con todo el mundo que nos rodea, pero pueden existir temas lo suficientemente importantes como para necesitar ese acuerdo. Si vemos que no es posible y no tiene pinta de que esto vaya a cambiar en el futuro, tenemos que pensar en cómo relacionarnos con esa persona en otras ocasiones para no sentirnos molestos.
5. Piensa en el momento más adecuado para mantener la discusión: a veces, mantener una discusión de manera civilizada pasar por aplazarla para más adelante. Todos tenemos momentos en nuestra vida en los que estamos más sensibles y no somos capaces de relajarnos lo suficiente como para admitir la diferencia de opinión. Tranquila, perdónatelo y simplemente, comunícaselo a la otra persona para que discutáis el tema en otra ocasión.