En el mismo vídeo en el que, a finales de la semana pasada, Kate Middleton anunció al mundo que padece cáncer , la princesa de Gales contó también que al «shock» inicial de la noticia se sumó el desafío de contarles a sus tres hijos pequeños lo que estaba pasando. «Nos ha llevado un tiempo explicarles todo a George, Charlotte y Louis de una manera que sea apropiada para ellos y dejarles claro que voy a estar bien. Como les he dicho a ellos, me encuentro bien y me siento más fuerte cada día concentrándome en las cosas que me ayudan a sanar mi cabeza, mi cuerpo y mi espíritu», confesó la princesa en un vídeo viral que venía a desmontar todas las teorías de la conspiración alimentadas por su prolongada ausencia pública desde que fue intervenida el pasado mes de enero.
Pese a la intensidad mediática y la exposición pública que distingue al caso, de puertas de palacio para dentro Kate Middleton tuvo una conversación complicada que, sin embargo, afrontan miles de madres y padres en todo el mundo a diario. «Lo primero que hay que decir es que es muy importante tener esta conversación, hay mucha gente que no la tiene o no la quiere tener. Pero los niños se dan cuenta absolutamente de todo y notan los cambios en la dinámica familiar: mamá ya no va a trabajar, se encuentra mal, se cansa, no puede jugar o ayudarles con los deberes… Hay que explicarles que mamá está enferma y adaptar la información a la edad madurativa de cada niño. Y para eso, los padres son quienes mejor les conocen», explica la psicóloga oncológica María Die Trill del Cancer Center Clínica Universidad de Navarra.
Tras el diagnóstico, la experta recomienda una primera conversación para plantear la situación en términos sencillos que los niños puedan entender y procesar. «Hay que explicarles que mamá está enferma, que necesita un tratamiento que a veces es duro, que quizá se le pueda caer el pelo, que puede que mamá esté cansada y no se encuentre bien…», explica. También es importante aclararles que nadie es responsable de la enfermedad, que no quiere decir que ellos también vayan a desarrollarla y que no es consecuencia de su comportamiento. «La expresión «me pones enferma» puede ser común y la fantasía de los niños les puede llevar a buscar causas y a pensar que es el resultado de no haber obedecido o de haberse peleado con sus hermanos. Hay que aclararles que nadie es culpable de lo que está sucediendo», apunta la doctora Die Trill.
Una duda frecuente entre las familias que se encuentran en esta situación es si conviene utilizar la palabra cáncer o si es preferible esquivarla. «No hay que evitarla. Los niños oyen esa palabra en el colegio, en los medios, en las conversaciones entre adultos… No son tontos. Aunque puede ser duro, yo soy partidaria de utilizarla si el niño tiene la edad y la madurez suficientes. Si no, estamos contribuyendo a alimentar el tabú que rodea a esta enfermedad».
Pero, ¿ cuánta información es suficiente y cuánta es demasiada? «El propio niño nos lo dice. A veces, los padres empiezan a explicar la situación y, de pronto, el niño se pone a jugar o desaparece como si no le hubieras dicho nada. Eso puede desconcertar a los padres, pero hay que saber leer el mensaje. Te está diciendo que ya sabe suficiente, que no puede digerir más información. En ese caso, es muy importante hacerle saber nuestra disponibilidad y decirle: «A lo mejor ahora no te apetece hablar, pero que sepas que puede preguntar o hablar de tus dudas y tus miedos cuando tú quieras», recomienda la especialista.
Si no lo hacen por sí mismos, la psicóloga anima a los padres a explorar cómo se sienten sus hijos durante el proceso de la enfermedad. «Se les puede preguntar cómo se sienten o lo que piensan porque, a menudo, hay que corregir muchas concepciones erróneas que pueden tener. A veces, no se hace por el miedo de que el niño pregunte si te vas a morir. Pero eso es algo que también hay que responder. Y el objetivo siempre es dar esperanzas. «Me están tratando para controlar la enfermedad y van a ser unos meses difíciles, pero esto va a pasar», explica la psicóloga en un mensaje muy similar al que la propia princesa de Gales reconoció haber transmitido a sus tres hijos.
La reacción de los niños ante este tipo de situación depende, según explica la psicooncóloga, de muchísimos factores: de su madurez, de la relación con los padres, de la normalidad con la que la familia esté abordando la situación en casa… «Si la familia adopta una actitud de angustia permanente, el niño se angustiará también. A veces, los niños tienen más facilidad para expresar el enfado que la tristeza, pero igual un gran enfado esconde una enorme tristeza. Hay que compartir esas emociones con ellos, pero de forma controlada. Aunque la situación sea dura, ni papá ni mamá pueden estar llorando todo el día. En la medida de lo posible, hay que tratar de normalizarlo».
También hay que estar atentos a cambios o actitudes derivados de la situación: desde un niño que vuelve a hacerse pis en la cama a un mal comportamiento o malas notas en el colegio. «Esas cosas son normales, lo importante es que no se perpetúen en el tiempo. Si no, conviene pedir ayuda. A veces hablar con una persona ajena a la familia es más fácil para los niños. Pueden preguntar más y expresarse con más facilidad», apunta María Die Trill.
Pese a todo, el gran tabú que sobrevuela todas estas conversaciones siempre es el mismo: la aterradora idea de la muerte. ¿Conviene abordarlo desde el principio? «No, al principio no. El tratamiento se da con la esperanza de que el tumor responda, se pueda controlar la enfermedad y se evite la muerte. En el momento del diagnóstico siempre hay que transmitir esperanza. Incluso si el diagnóstico es nefasto, ¿para qué vamos a angustiar anticipadamente al niño?», razona la especialista.
Si la enfermedad avanza y el pronóstico es grave, conviene introducir el tema de manera gradual. «Se puede empezar diciendo que los médicos están haciendo todo lo posible por ayudar a mamá, pero que la enfermedad está progresando y está siendo muy difícil de controlar. Aunque en esas situaciones hay que empezar a preparar a los niños, no hay que decirlo con tanto tiempo para que estén permanentemente angustiados de manera innecesaria mientras podrían estar disfrutando de su compañía».
Para la especialista, más allá de las circunstancias particulares, la misma idea recurrente domina el pensamiento de las mujeres que, como la propia Kate Middleton, tienen hijos pequeños y padecen cáncer. «La mayor preocupación de las mujeres en esta situación siempre es la misma: no ver crecer a sus hijos y, a la vez, faltarles en un momento en el que ellas consideran que las necesitan», concluye la experta.
20 de enero-18 de febrero
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