Qué es el síndrome de Tarzán, la tendencia tóxica en relaciones que preocupa en España

Aprender a disfrutar de estar solo es clave para tener una buena relación de pareja. Y es que el miedo a la soltería puede llevarte a comenzar relaciones que no te hagan ningún bien, estableciendo mecanismos tóxicos que no eres capaz de dejar por temor a que te dejen.

Las películas nos muestran un amor puro que nunca pierde la pasión por lo que, cuando esos mitos no se cumplen , son muchos los que comienzan a mirar fuera de su relación, en busca de algo supuestamente mejor. Pero unido esto al miedo a la soledad, pueden incurrir en uno de los comportamientos más tóxicos que pueden darse en las relaciones: el síndrome de Tarzán.

¿Recordáis a Tarzán? Un niño que se cría en la selva y que, para trasladarse, va saltando de liana en liana a través de la jungla sin soltar una hasta estar completamente sujeto a la siguiente. Ahora traslada este comportamiento a las relaciones y entenderás de qué estamos hablando.

Sí, el síndrome de Tarzán hace referencia a ese comportamiento tan nocivo y tóxico en el que una persona se mueve constantemente de una relación a otra sin cerrar adecuadamente el ciclo anterior. ¿Y por qué? Para asegurarse de que, en el proceso, no se queda solo.

Quienes padecen este síndrome inician nuevos vínculos sentimentales sin haber sanado emocionalmente de relaciones anteriores, lo que les lleva a repetir patrones de comportamiento. De este modo, los problemas no se abordan nunca, por lo que puede caer una y otra vez en situaciones que le hagan daño.

Ese miedo a la soledad del que hablábamos antes lleva a las personas a buscar la sensación de seguridad en una nueva pareja, llevándole a actuar de forma precipitada. Eso tiene daños para sí mismo, por supuesto, pero también para la persona que es abandonada y solapada con otra relación.

Porque sí, pobrecito aquel que no sabe estar solo y tiene que pasar de una pareja a otra para sentirse lleno. Pero, ¿y la persona que lo sufre? Porque esa persona tiene que ver cómo su pareja no sólo desaparece sin dar explicación, sino que comienza una nueva relación cuando todavía estaba con él.

Esta situación puede generar sentimientos de confusión, decepción e incluso inseguridad, ya que, aunque no tenga nada que ver, la persona puede terminar por pensar que no era suficiente. Y es que muchas veces tendemos a echarnos la culpa cuando la responsabilidad es de la otra persona.

Sin embargo, como hemos apuntado antes, también tiene efectos en quien padece el síndrome. Al saltar de una relación a otra sin tomarse tiempo para reflexionar sobre lo que ha ocurrido, las relaciones nuevas que comiencen pueden volverse superficiales.

Cuando alguien no se permite el tiempo necesario para cerrar completamente una relación anterior o sanar heridas pasadas antes de comenzar una nueva relación, esto le puede llevar a establecer relaciones tóxicas y muy posiblemente, similares a la anterior.

Estas personas, en lugar de dedicar su tiempo y energía en solucionar los problemas en su relación, saltan a la siguiente, generando así un ciclo de relaciones superficiales y cortas que no permiten el crecimiento emocional de la persona afectada.

Como veis, no se trata únicamente de un miedo al compromiso o una carencia afectiva que se soluciona con el paso del tiempo. Puede tratarse de un problema psicológico más profundo que requieres de intervención profesional o, al menos, cierta reflexión por parte del afectado.