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Año nuevo, nueva vida en pareja

El cambio de año señala una transición. Un tiempo para hacer balance e intentar resolver lo que no está funcionando. Ha llegado el momento de defender y renovar el amor por el otro.

isabel Menéndez
isabel Menéndez

Enredados en las actividades de la vida cotidiana, muchas veces se descuida la relación pensando que no hay que alimentarla. Se supone que el amor se hace solo, que no necesita tiempo, sin embargo, no es así. Escuchar al otro lleva esfuerzo, y más si se está cansado; pero si no se hace, la relación se acaba deteriorando. Se acumulan resentimientos y en algún momento el vínculo estalla.

En estos días, con la cantidad de reuniones familiares y actividades con compañeros y amigos, quizá se llega a estar saturado, pero también puede ser un buen momento para alimentar la relación amorosa y disfrutar en pareja.

Sofía había decidido pasar el fin de semana de año nuevo con su pareja, fuera de su ciudad, para intentar reencontrarse con él. Deseaba hacerle una propuesta para decidir si seguían juntos el viaje vital que comenzaba este año, pues el pasado había sido malo y habían estado a punto de romper. Después de plantearse esta ruptura, y antes de hablar con él, comenzó a dudar ¿Ya no quedaba nada entre ellos? ¿Le daba miedo separarse o es que en realidad no quería? ¿Le seguía queriendo? ¿Se sentía querida?

Si no se escucha, el resentimiento aparece y el vínculo puede estallar.

Decidió comenzar una psicoterapia psicoanalítica para investigar qué le pasaba y decidir si deseaba o no abandonar la relación. En el poco tiempo que llevaba en tratamiento se había dado cuenta de bastantes cosas. No soportaba algunas características de Fermín que nunca se había atrevido a señalarle. Pero tampoco se explicaba cómo las discusiones habían invadido la relación en tan poco tiempo. Se enfadaban por cualquier asunto de la vida cotidiana y el disgusto se resolvía en peleas verbales que no conducían a conclusión alguna.

No se daban tiempo para pensar qué estaba ocurriendo, así que ignoraban las razones por las que su relación se deterioraba tan deprisa. Lo habitual era que se estancaran en argumentos y contrargumentos que intentaban probar que la culpa era del otro. Se olvidaban de que en la relación de pareja, por lo general, no hay culpas, sino responsabilidades. Y de eso se trataba, de averiguar de qué era responsable cada uno.

Hablar sin agredir

Sofía no podía soportar que Fermín no la escuchara cuando hablaba de los conflictos que tenía en su trabajo. Fermín, por su parte, intentaba quitarle importancia, porque necesitaba que Sofía no tuviera ningún problema. Él quería que ella fuera fuerte y siempre estuviera dispuesta para ayudarle. Ambos eran demasiado dependientes del cobijo del otro, porque habían sufrido una carencia afectiva demasiado alta en su infancia. Pero no podían reconocer esta carencia, más bien solo querían mostrar lo mucho que ambos daban y lo poco que pedían.

No sabían que en su amor había influido mucho lo identificados que se sentían inconscientemente en ese aspecto. Ambos proyectaban su debilidad en el otro, decididos a ver sólo el lado fuerte, pero no el necesitado. Este lado era el que pedían que el otro cubriera, aunque no lo reconocían.

Cuando Sofía comenzó a ver en el tratamiento algo de lo que le ocurría a ella, pensó en proponer a Fermín una nueva forma de relacionarse que empezaba con el nuevo año. Y en poco tiempo, si no mejoraba la relación, también él tendría que acudir a un tratamiento para ver qué es lo que le pasaba. En principio, decidieron rescatar una tarde a la semana solo para ellos. Y hablar de lo que a cada uno no le gustaba sin que el otro se sintiera agredido.

Hay que aprender a decir que no y aceptar que el otro también puede hacerlo.

Muchas relaciones de pareja acumulan rencores porque en su momento no se permitieron hablar y reconocer lo que no les gustaba del otro y pactar para llegar a un acuerdo. Con frecuencia, lo que no gusta del otro es que no cubre una demanda que le hacemos. En ocasiones, se quiere hacer de la pareja la persona que pueda satisfacer toda nuestra demanda afectiva, pero en la gran mayoría de las ocasiones no puede hacerlo.

Sería conveniente preguntarse si se quiere convertir al otro en el único responsable de esa demanda afectiva. ¿Hasta dónde se reconoce la dependencia del otro en el amor? Cuando elegimos una pareja, situamos a ese otro en el centro de una marejada pulsional que habita el inconsciente de cada uno, transferimos parte de nuestros antiguos afectos a la pareja elegida y le hacemos depositario de una demanda cuyos destinatarios originales eran otros: las personas que quisimos en nuestra infancia. Tenemos que aprender a despedirnos de lo que quizá nunca tuvimos, para dar la bienvenida a lo que podemos llegar a construir con la persona que hemos elegido para compartir la vida.

Qué nos pasa:

  • Cuando la relación de pareja se encuentra estancada y deseamos cambiarla, hay que mirar hacia nuestro interior.

  • Podemos estar transfiriendo tensiones internas a la relación de pareja, en ese caso se hace necesario hablar. Cuando los espacios de cada uno no se valoran y se respetan, surgen los problemas.

  • El deseo de cambiar es el punto de partida para renovar la vida en común. Se hace posible cuando se supera la inercia de seguir en una situación que empobrece a ambos.

Qué podemos hacer:

  • Dedicar un tiempo a reflexionar cómo se encuentra la relación. Si deseáis un cambio, es el momento de plantearse qué queréis modificar.

  • Ambos sois responsables de haberos elegido, los reproches no sirven. Ahora bien, cada uno tiene que valorar qué puede y qué no puede hacer de lo que el otro le pide.

  • Renovar la vida de la pareja es posible si cada uno de sus miembros no se engaña en relación a sí mismo.

  • Hay que aprender a decir que no y aceptar que nuestra pareja también puede negarse a lo que le pedimos.

20 de enero-18 de febrero

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