Son las nueve de un lunes soleado. A la puerta de la escuela de este pueblo castellano un enjambre de criaturas se arremolina entre risas saludos y carreras. Algunos han llegado en coche, otros andando o en bicicleta. Un hombre joven, con dos niños de la mano, se detiene un momento antes de cruzar para saludar a otro que se acerca acompañado también de sus retoños. Un tercero, desde la puerta de la guardería, les hace un gesto señalando la sierra.
Los niños van entrando en la escuela y en la guardería adyacente, mientras los padres se dirigen a una furgoneta aparcada frente al colegio. Parece que tienen la comida "hecha" o "semihecha" y, como llovió la semana pasada, han decidido ir al pinar, a ver si han salido algunos níscalos o hasta puede que encuentren boletus. En otras en ocasiones se dedican a hacer leña o, simplemente, a avistar pájaros.
Ante la crisis económica, muchos hombres se han visto enfrentados a una situación inesperada: mientras ellas "salen de caza" a ganar un sueldo, ellos se quedan preparando desayunos, biberones, comidas y coladas. Llevan a los niños al cole, al pediatra, a la guardería; les recogen y vuelven a llevarlos de una actividad a otra, de tenis a teatro, de cerámica a baloncesto. Pero ¿asumen ellos este rol encantados y sin complejos?
Aunque bien asentados en el siglo XXI, para muchos padres esta modificación de "los roles tradicionales" del hombre o de la mujer resulta todavía inédita. Y conlleva revisar conceptos acerca de "qué es lo que queremos, quiénes somos y a qué modelo respondemos". Un avance sin duda, pero también un desafío. Y están en ello. A sus compañeras, por su parte, les toca aprender a delegar. Y a pesar de lo cansadas que están no siempre les resulta fácil cederles ese espacio.
Apoyados por sus respectivas parejas, Juan Pertejo, Nathan Butt Grau, Benito Cuesta e Ignacio Huerva lo llevan con alegría. Conscientes de que "el otro" lleva todo el día sin parar, cuando regresan a casa ellas les toman el relevo. Ninguna aterriza y se tumba en el sofá aludiendo que "lleva todo el día trabajando". Una nueva forma de organización familiar, en la que prima la cooperación, la organización y el entendimiento mutuo.
Dos de ellos, Nathan y Juan, están a "jornada completa" mientras que Nacho y Beni se ocupan de la casa de forma alterna. Le preguntamos a Nathan, ingeniero industrial de profesión, fotógrafo y amo de casa, si esta situación se elige o se llega a ella por necesidad.
Nathan: En mi caso, es por libre elección. Prefiero estar con mis hijos antes que perderme esta época y tener que pagar a una persona para que los atienda. Pensamos que sería muy positivo que uno de los dos estuviese con ellos mientras son pequeños.
Apodado por sus amigos como el imparable, además de dedicarse a la crianza es diseñador industrial de objetos, fotógrafo y constructor de vallas y de casas en los árboles. Por si esto no fuera suficiente tarea, además ejerce como concejal del Ayuntamiento.
En una situación similar, dedicado por completo a su familia está Juan. El más experimentado de los cuatro, conocido entre ellos como el lavadoras. Juan es biólogo, pero ejerce de guía de montaña. Durante 20 años se dedicó a su empresa de piraguas, ecoturismo y educación ambiental, Senderos del Duratón. A la misma pregunta cuenta que en su caso, más que elección, fue una necesidad.
Juan: Antes trabajaba en mi empresa, pero asomó la dichosa crisis... Cada vez teníamos menos clientes y entonces nació nuestra hija Pepa. Cuando pasaron los cuatro meses de baja maternal de María, decidí ocuparme de nuestra hija y del hogar.
María, su mujer, es ingeniera agrónoma y como Roma, la mujer de Nathan, trabaja en Madrid. La imagen de Juan paseando por la tarde con su bebé se ha convertido en habitual para los habitantes de este pequeño pueblo castellano. Sobre todo, porque después de Pepa llegaron dos hijos más: Juan y Pablo. "Y con tres críos, esto es un no parar...". A tiempo parcial, trabajando por temporadas dentro y fuera de casa, encontramos a Ignacio, biólogo de profesión y, según sus amigos, el mejor cocinero de la zona.
Conocido en el grupo como Nacho, el cocinas, comparte el cuidado de la casa y de sus dos hijas, Lucía y Elisa, con su mujer, Ana, también bióloga. Coincide con Juan en que fue la falta de trabajo constante lo que le llevó a ocuparse de la casa y de las niñas. Le gustaría poder trabajar media jornada y alternar su profesión para poder estar con ellas durante esta etapa.
Nacho: Disfruto de ellas y, además, Ana me ayuda en todo. Antes trabajaba un mes seguido o dos en Costa Rica o Senegal. Ahora, de vez en cuando alguna semana...Por supuesto que me gustaría volver a trabajar, pero no me quejo. Cuando Beni y Marta, su chica, optaron por dejar la ciudad para estar más cerca de la naturaleza, Beni tuvo claro que lo mejor era "reciclarse". Así que desde hace tres años ejerce como masajista y osteópata en la zona y en Madrid.
Cuando alguien padece dolor de espalda o lumbago, la frase más repetida es: "Tengo que ir a que Beni me dé un repaso", expresión que hace sonreír a Marta, quién hasta hace unos meses trabajaba en Madrid como documentalista, tres días a la semana. Esos días, su hijo queda a cargo de Beni. Los días restantes los dedicaba a reparar contracturas. Cuando el trabajo de Marta languideció primero y se extinguió después, ella asumió hacerse cargo de la crianza.
Beni: Yo, ahora que Marta tiene más tiempo, he ampliado mi clientela y dos días por semana "bajo" a Madrid. La ventaja de la ciudad es que viven más de cuatro millones de personas y así de paso se relaja mi parte "urbana".
Beni opina que el hecho de que varias parejas estén en la misma situación ayuda mucho. Ellos, además, disponen de la colaboración de los abuelos. Otra cuestión que les ayuda es la modalidad "grupal": de vez en cuando se ponen de acuerdo para recoger a los niños y darles de comer a todos en casa de uno de ellos. La niñera "colectiva" también les permite algún tiempo libre o una escapada en pleno a las cuatro parejas.
Nacho: Tenemos unas canguros estupendas en la zona, reunimos a todos los niños en una casa y salimos todos a cenar o nos quedamos en casa, a probar la última cosecha cervecera de Beni y Nathan.
Parece que todo fluye estupendamente, entonces... ¿qué pasa con el famoso instinto maternal? Pues que se desarrolla el paternal. Todos coinciden en que las cosas marchan bien con este sistema, aunque en ocasiones haya "demasiada ropa secándose en el baño" o "se nos quemen las lentejas. Y es que una cosa es el cuidado de los hijos, que supone mucho trabajo pero también muchas satisfacciones, y otra muy distinta la limpieza, un asunto que merece una atención especial (y el tema "baños", un capítulo aparte). A ninguno le entusiasma aunque, de los cuatro, Juan sería el único candidato al Oscar de la limpieza. Y el problema de la ropa parece ser incluso más problemático.
Beni: Yo lo pongo todo colocadito y en orden, pero ella no lo mantiene y ¡surge el caos! [Risas].
Juan: Si yo estoy en casa, cuando llega ella la ropa está en su sitio, los cacharros colocados. ¡No me parece normal llegar de trabajar y encontrarse en el fregadero con platos sucios de macarrones!
Desde luego la ropa no parece ser el tema fuerte de Nacho, que relata riendo su llegada sin calcetines a la escuela.
Nacho: Nos dormimos y salimos a todo correr, cuando ya entraban en el cole me di cuenta ¡que no llevaba calcetines! Pero como el veroño se alarga no tiene importancia.
Juan: Yo lo tengo claro: a las cinco de la tarde no es hora de ponerse a limpiar.
Nacho: ¡A mí se me da fatal limpiar! A casa viene una asistenta un par de horas al mes y lo deja todo impoluto.
Beni: Nuestros estándares de limpieza son diferentes.
Les preguntamos a ellas acerca de este espinoso asunto.
Ana Nosotros tenemos ayuda externa cuando a Nacho le toca trabajar. Pero si no está trabajando, limpia y cocina él. Aunque los baños... [Risas].
Marta: Los estándares acerca de la limpieza de los baños de ellos no tienen nada que ver con los nuestros.
Roma: Si fuera por ellos, los limpiarían una vez al año. [Risas].
María: Creo que solo Juan supera "la prueba del baldosín".
Limpiezas aparte, todas coinciden en que para los niños es bueno que tanto el padre como la madre se ocupen de ellos. Esa es la parte positiva. Una legislación que contemple horarios flexibles y que incluya el teletrabajo es indispensable para alcanzar la reconciliación entre el trabajo y la vida familiar. No solo por los progenitores, también por los niños. Tanto ellas como ellos opinan que, independientemente de la edad que tengan los hijos, es importante que al llegar a casa haya un adulto.
Nada más triste que llegar y encontrarse una nota con instrucciones pegada en el microondas o en la nevera. Y dicen que la clave para que todo funcione está en la cooperación y la organización, una parte que parece siguen llevando ellas: hacen la lista de la compra, organizan y ponen lavadoras...
Marta: Ahora yo hago la lista y la compra, pero cuando estaba currando me pasaba la mañana mandando mensajes: "Saca el pescado del congelador para la cena", "se ha acabado el papel higiénico"...
Ana: Mandando mensajes o contestando cosas como: "¿Que qué talla de pañales tenía Elisa...?".
Roma Nosotros estamos repartidos. Cuando llego me ocupo de los niños y pongo lavadoras. A mí, por ejemplo, tender la ropa me relaja, también me gusta cocinar, así que hago la cena...
Ana: . Para mí eso es lo peor. Si estoy sola me hago unas tablas... ¿Qué comemos?, ¿qué cenamos? Pero lleva Nacho aquí 10 días y llego, me siento a la mesa y comemos. ¡Eso es un lujazo, un auténtico relax mental!
Marta: Si, pensarla es un horror. Yo, cuando me cuesta dormirme, pienso en el menú de la semana. A ver, ayer hemos comido carne... ¿cocido? No, mejor macarrones.
María: Juan lo hace todo perfecto. ¡Es que tiene unas tablas! Incluso el tema ropa lo lleva mucho mejor que yo.
Marta: A mí no me importa dedicarme por temporadas a la casa y a Bruno, pero necesito también una actividad intelectual.
Ana: Si toda tu función en la vida es limpiar los baños, preparar comidas y hacer compra, para mí resulta deprimente.
Roma: Es una cuestión de equilibrios, de organizarse bien.
En este momento, Marta se encuentra en la misma situación que ellos. Espera que sea transitoria y eso que la está disfrutando. Se ocupa de Bruno y de la casa, acude al grupo de consumo que funciona en la zona y del que participan varios vecinos y, una vez por semana, al taller de cerámica. Parece que a ninguna le importaría dedicarse exclusivamente a la casa y a cuidar de los hijos por temporadas, lo mismo que ellos actualmente. Y expresan su misma reivindicación: tanto ellas como ellos necesitan algo más que resolver la cotidianidad. Otro punto en el que están de acuerdo es en que "a nadie le gusta llegar tarde a casa". Quieren trabajar y disfrutar de la vida familiar.
¿Y qué sucede con la autoestima de ellos? Porque, a pesar de los avances en cuanto a roles se refiere, persiste la idea de que buscar el sustento es tarea del hombre. Nathan asegura que se siente a gusto, "aunque ¡hay días y días!". A pesar de todo, le gustaría poder dedicar más tiempo a la fotografía y el diseño. A Juan le vendrían bien unos cuantos clientes para reflotar Senderos del Duratón; a Nacho, también (ya que entonces Juan le contrataría más); a Beni le vendría de perlas dar más masajes...Todos preferirían ocuparse más en lo suyo. Pero lo importante es que se han adaptado a la situación sin complejos. Y han aprendido que hay otro "trabajo de verdad", que antes parecía destinado solo a ellas.
Juan: En este momento, ellas tienen más trabajo que nosotros. Por supuesto, si lo tuviéramos nosotros habría que buscar otra solución, pero lo cierto es que una vez que te metes en el lío lo disfrutas.
Nacho: Yo estoy encantado, pero si encontrase un trabajo de media jornada, dando clases o en educación ambiental, desde luego lo haría.
Juan: Llega un momento en que estás deseando volver a lo tuyo.
Y ellas son conscientes de la situación. En realidad, sucede lo mismo que cuando una mujer se hace cargo de la familia. Necesita algo más que una ayuda puntual y sentirse valorada. Que ellos estén a gusto no supone que hayan renunciado a volver a trabajar. Pero, mientras la situación laboral se resuelve, asumen alegremente su día a día sin complejos. ¿Y que ocurrirá cuando decidan volver a ejercer sus profesiones? Como les pasa a muchas mujeres, probablemente se encuentren en una situación difícil tras pasar varios años dedicados a la crianza. Y tal vez compartan la indignación de trabajadoras que, desde hace tiempo, sostienen que debería repensarse la legislación, para que dedicarse a la familia no suponga renunciar al trabajo de por vida.
Por ahora, estos hombres confían en que las cosas mejoren. Además de hacerse en este tiempo un "Máster en Hogar y Crianza", disfrutan de un buen humor envidiable. Junto a sus parejas, han sabido encontrar un equilibrio poco común. Son afortunados en medio del temporal económico. Ahora solo falta que surja la oportunidad que les permita conciliar familia y vocación mientras retoman sus respectivas profesiones. ¿Alguna sugerencia? Ellos, mientras tanto, no desesperan.
20 de enero-18 de febrero
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