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Elogio de los amores imperfectos

¿No encuentras a tu príncipe azul? Será porque no existe. La clave no es perseguir imposibles, sino aceptar al otro.

Pareja incómoda durante una cita / Fotolia

A. Santos MAdrid

Compartir sus problemas y preocupaciones conmigo. Incluirme en sus planes de futuro. Hablar conmigo todos los días. Apoyarme en mis metas personales. Hacerme un regalo original por mi cumpleaños. Arreglarse cuando salimos. Cuidar de mí cuando estoy enfermo. Acordarse de eventos y fechas importantes. Recogerme cuando vuelvo de un viaje. Prestarme toda su atención cuando estamos juntos. Según una encuesta elaborada por el portal para encontrar pareja eDarling entre más de 800 solteros españoles, este es el top ten de los requisitos que debe cumplir la "pareja perfecta".

Desconocemos si ya la han encontrado o si siguen sentados frente al ordenador a la espera de que aparezca una persona que colme todas sus expectativas. Porque imaginamos que, además de estas exigencias "menores", querrán que sepa ganarse la vida, que sea un buen amante, que tenga sentido del humor, que les resulte atractivo, que sea un progenitor responsable, que tenga buen corazón... Podríamos acabar este reportaje simplemente enumerando los atributos que pedimos al destinatario o la destinataria de nuestros desvelos. Y así nos va.

La media naranja, el alma gemela, el príncipe azul, el hombre de tu vida... La mitología amorosa ha alimentado la existencia de una "persona a la medida" con tal insistencia que hemos acabado por creernos el cuento de hadas con final feliz. Pero la realidad siempre supera a la ficción. " No existen ni pareja ni amor perfecto. Solo hay buenas y malas relaciones; unas enriquecen y otras empobrecen" resume Eduardo Brik, psicoterapeuta experto en terapia familiar y de pareja, y fundador de ITAD Sistémica. "El principal problema es que exigimos demasiado a una pareja. Debemos ser auténticos y aceptar al otro tal como es. Obviamente, para que una unión funcione hay que negociar y hacer concesiones, pero siempre tolerando las imperfecciones del otro".

Romances concretos, romances felices

"Mi relación con Jacques comienza sin gran convicción". Con esta frase empieza el libro 'Tout ce que je sais de lamour' (Todo lo que sé del amor) de la italiana Michela Marzano, filósofa y directora del departamento de Ciencias Sociales de la Universidad París-Descartes. Sin embargo, un día descubre que Jacques no pide nada, pero tampoco monta escenas, no es celoso ni colérico. No es un príncipe, ni un gran seductor, ni necesariamente un buen marido o un buen amante, pero está ahí y esto es lo que cuenta para esta comprometida intelectual que ha optado por no hacerse más preguntas inútiles sobre el amor, aceptar su inevitable imperfección y disfrutar de ella.

La mitología amorosa ha alimentado la existencia de un "alma gemela". Y nos lo hemos creído.

Que el amor no suele ser suficiente para que una pareja sea feliz es una máxima universalmente aceptada pero, a partir de ahí, cada uno escribe su propio pliego de exigencias. "Son muchas las variables que intervienen en el éxito o en el fracaso de una relación, no hay una fórmula mágica. Las cosas que son cruciales para uno, para otro no son importantes explica Eduardo Brik. De hecho, no es garantía de nada que compartas muchas cosas.

Las que llamamos parejas únicas, que se formaron a una edad temprana y provienen del mismo entorno social, de repente se rompen porque desean conocer algo nuevo, diferente. Y las parejas disparejas, en las que hay una fuerte desigualdad cultural o sexual, pueden ser muy complicadas pero a veces funcionan. En cualquier caso, soñar con el príncipe azul es un disparate que conduce al fracaso. Gente especialmente dependiente y obsesiva se aferra a conceptos así, pero hay que acabar con ese mito".

Para Lara Castro, psicóloga y sexóloga del Instituto Gomà de Barcelona, más allá de las preferencias personales hay tres ingredientes fundamentales que no deberían faltar en la receta de una pareja: "intimidad (entendida como amistad y complicidad), pasión (es decir, deseo y ganas del otro), y compromiso".

Michela Marzano, de 45 años, también dejó de sufrir, según revela en su libro, cuando decidió "ser una misma y no buscar gustar". Nada de torturarse como la madrastra de Blancanieves frente al espejo: "¿Soy lo suficientemente guapa?"; "¿me encuentra inteligente?"; "¿le resulto divertida?" La conclusión es : "Vale, no soy perfecta, ¿y qué?". Para Castro, este paso es absolutamente prioritario. "Si yo no me acepto y respeto, es posible que la pareja que encuentre tampoco lo haga".

La felicidad nace de nuestro interior y no depende de nadie más que de uno mismo. Es importante no idealizar al otro y no esperarlo todo de él, porque entonces surgen las desilusiones. Debemos construir nuestra propia red de amistades, tener nuestras aficiones y nuestros momentos de soledad, disfrutar de nuestra sexualidad individual... para no anhelar que sea la pareja quien llene todas las áreas de nuestra vida".

Las edades de la pasión

El tiempo lo transforma todo... incluso lo que las mujeres buscan en un hombre. "Afortunadamente", pensará más de una al acordarse de ese primer novio de la Universidad que solo pensaba en el fútbol. La web de citas match.com elaboró recientemente el estudio Las edades del hombre (nada que ver con los yacimientos arqueológicos de Atapuerca) para saber qué piden las mujeres a sus compañeros a cada edad.

A cada edad, su concepto del amor

  • De los 18 a los 24 años, la principal preocupación de las jóvenes (47%) es que su pareja se lleve bien con sus amigos. Debe ser visto de manera positiva por el entorno y tener intereses comunes.

  • De los 25 a los 34, la mayoría se concentra en su carrera profesional, pero sin olvidar la atracción física y sexual. También valoran la ambición y eligen hombres con iniciativa propia y proyectos de futuro (33%). Buscan un socio que comparta sus ideales, que sea un buen padre para sus hijos y que ayude a construir la vida que quieren tener.

  • De los 35 a los 44, les gustan los hombres mayores que ellas (a un 73% no les importaría que tuviera cinco años más). Quieren encontrar a alguien con quien sentar la cabeza y formar una familia. Les importa que su pareja tenga un trabajo estable y una buena educación.

  • De los 45 a los 54 años, la palabra definiría las relaciones es seguridad (95%). A las mujeres les importa que su pareja tenga buenos ingresos. Aun así, más de la mitad tenía interés en salir con un joven (54%).

  • A partir de los 55, son más sabias y exigentes que nunca. La inteligencia, la personalidad y el sentido del humor cobran todo el protagonismo. La compatibilidad sexual tampoco se queda atrás (45%).​

A vueltas con el flechazo

Coco Chanel solía decir a sus modelos que siempre salieran a la calle perfectamente arregladas porque, cualquier día, a la vuelta de la esquina, podían conocer al hombre de su vida. Teniendo en cuenta la larga lista de desengaños amorosos que sufrió la diseñadora francesa, tal vez no sea la persona idónea para dar lecciones en cuestiones sentimentales, pero tampoco iba desencaminada. De hecho, muchas de las parejas que conocemos comenzaron su vida en común el día en que sus miradas se cruzaron en la barra de un bar o en la cola del supermercado.

Que el flechazo existe está científicamente probado (cómo termine, ya es otra historia). Básicamente, en el momento del enamoramiento aumentan los niveles de dopamina, produciendo una sensación de apego y bienestar, y disminuyen los de serotonina, provocando un pensamiento obsesivo. Según un experimento liderado por el psicólogo Arthur Aron de la Universidad de Nueva York, un flechazo tiene el mismo efecto en el organismo que una dosis de cocaína. Y el tiempo necesario para que Cupido haga su trabajo varía, dependiendo de las investigaciones, entre 30 segundos (Trinity College de Dublín) y 20 centésimas de segundo (Universidad de Siracusa).

"La felicidad nace del interior; no hay que esperar todo del otro" dice la psicóloga.

La prestigiosa antropóloga estadounidense Helen Fisher, profesora de la Universidad Rutgers de Nueva Jersey, y autora del libro Por qué amamos: naturaleza y química del amor romántico (Taurus), explica así el enamoramiento: "Elaboramos un perfil inconsciente de lo que buscamos basándonos en la experiencia de nuestros padres, nuestros amigos y nuestro entorno educativo y cultural y, cuando estamos en el momento adecuado y ante la persona que encaja en ese perfil, los circuitos cerebrales pueden ponerse en funcionamiento y se desencadenan las reacciones químicas".

Fisher estudió a 839 voluntarios de distintas edades, razas y condición social que, sometidos a una imagen por resonancia magnética funcional cerebral, permitió descubrir que el amor es universal, porque su reacción ante un flechazo apenas mostraba diferencias entre ellos.

¿Quién renunciaría a pasar por este estado de demencia temporal, al menos una vez en la vida? Puede ser una obsesión devastadora, pero también una experiencia maravillosa. De hecho, está comprobado que no dura más allá de los seis u ocho meses porque el organismo no podría soportar fisiológicamente esa montaña rusa emocional más tiempo.

El problema viene después, cuando debemos transformar la pasión en un amor profundo y duradero. "Durante el enamoramiento hay una atracción física y emocional muy fuerte que responde a los parámetros del consumo: lo queremos todo y lo queremos ya, buscamos satisfacción permanente. Pero pronto llega el momento de la verdad: de la construcción de un proyecto en común, de la reciprocidad, de admitir al otro y de aprender a amarlo, con sus virtudes y sus defectos. La clave está en saber pasar de una fase a otra argumenta Eduardo Brik. Obviamente, no es condición 'sine qua non' para que una pareja funcione haber comenzado con un flechazo. Muchas parejas se enamoran poco a poco".

El flechazo puede surgir, pero no conviene esperarlo. "A veces queremos ser los protagonistas de una película y no estamos atentos a nuestra propia historia, que es la única que tendría que importarnos. Más que buscar un príncipe azul que venga a rescatarnos, debemos preguntarnos qué pareja queremos construir y qué buscamos en una relación", concluye Lara Castro. No se trata de destruir toda la filmografía de Julia Roberts y Jennifer Aniston ¡un crimen!, pero sí de no soñar despiertas. Al menos, no demasiado.