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Amor Erasmus, el romance global

En casi 30 años, la beca Erasmus se ha convertido en una herramienta ideal para que los jóvenes expandan sus horizontes... y en muchos casos encuentren el amor. ¿El resultado? Un millón de bebés han nacido gracias a ella.

Pareja sobre una moto / Fotolia

Beatriz González
Beatriz González

Cuando Eloy (26 años), un estudiante de Humanidades con pretensiones filosóficas se vio ante el páramo laboral que le ofrecía España en el año 2012, tomó una de las mejores decisiones de su vida: irse de Erasmus. Ocho años después sigue recordando su estancia en Praga como una de las épocas más productivas (y surrealistas) de su vida.

Parte de ello se debe a Reka (28 años), la estudiante húngara que conoció nada más llegar a la capital checa y que se convertiría en su novia meses después, tras de un periodo de adaptación salpicado de aventuras y una peculiar "sensación de libertad". "Había un dicho entre lo compañeros de la Univerzita Karlova: lo que ocurre en Praga se queda en Praga dice Reka en un español bastante decente, y yo siempre lo respeté. ¡Hasta yo terminé quedándome tres años!".

Eloy y Reka viven ahora en Barcelona y planean seguircursos de posgrado y lidiar con una lengua más, el catalán, mientras intentan montar un cafetería dedicada a estudiantes de intercambio. Ellos son solo dos ejemplos de lo que es capaz de lograr, en materia romántica, el buque insignia de los programas de intercambio estudiantil europeos. ¿Por qué nos interesa tanto Erasmus?

La verdadera prueba a superar para las parejas Erasmus es el fin de la beca...

Hay quien piensa en perfeccionar otro idioma o vivir nuevas experiencias, están los que esperan empaparse de otra cultura y están los que buscan simplemente prolongar un poco más su estapa estudiantil para no enfrentarse a la crueldad del mundo laboral. Lo que la mayoría de los tres millones de jóvenes que lo han disfrutado no prevé (o sí) cuando solicita una beca es que Cupido se cuela con frecuencia en las vidas de los estudiantes en el extranjero: se calcula que en Europa habría un millón menos de bebés de no ser por estas becas.

Esa cantidad de niños es la que la Comisión Europea estima que ha nacido gracias a su programa de intercambio, una cifra que calcula basándose en que el 27% de los estudiantes Erasmus ha conocido a su pareja estable mientras estudiaba en otro país. Si cruzamos ese dato con los 29 años que lleva el programa, el resultado es que el amor Erasmus ha traído consigo una nada desdeñable procreación. Quizá por eso llaman a esta época la del amor global. Muy elocuente es también el mote con el que los estudiantes llaman a ese periodo de su vida: el orgasmus.

El amor transnacional

Enrico y Laura piensan en distinto idioma, cocinan platos diferentes y no se sienten en casa en el mismo lugar. Tampoco vieron los mismos dibujados animados de niños o jugaron a los mismos juegos. Se conocieron en Bolonia, donde Laura, malagueña de 20 años, disfrutó de su beca. Sus dos compañeras de piso, una francesa y otra belga, también han encontrado el amor en Bolonia.

¿Qué es lo que propicia estas relaciones? "De entrada, el estudiante ha elegido un país, por lo que hay algo de esa cultura que le atrae", explica Mila Cahué, doctora en Psicología y autora de Amor del bueno. Cuando lo encuentres, cuídalo y disfrútalo (JdeJ Editores, 2014). "Eso añadido a factores como mayor libertad y lo que aporta de novedad una persona de esa cultura que nos gusta hacen que parezca que hay muchas cosas positivas en la balanza para este tipo de relaciones", explica.

Es entonces cuando llega la mejor época: la del enamoramiento. En ella, todo lo que podían parecer obstáculos se convierten en alicientes. No se comparten tradiciones pero se suman las de la pareja; las dietas no coinciden pero se aprende a disfrutar de la fusión gastronómica; y si el idioma del otro no se domina por completo, qué mejor maestro que aquel con quien se comparten confidencias.

La experiencia parece reafirmar a los Erasmus en las virtudes del amor transnacional: no solo es que el 33% de ellos tiene una pareja de nacionalidad diferente a la suya, sino que en general padecen un 23% menos de desempleo.

Dicen los sociólogos Ulrich Beck y Elisabeth Beck-Gernsheim que el amor es más necesario que nunca, pero también más difícil que en cualquier otro tiempo. La razón es que valoramos tanto la libertad y la autonomía que es complicado mantener relaciones estables. Sin embargo, en ese escenario, el amor a distancia no parece suponer una dificultad añadida.

En el amor a distancia, el Erasmus, no parece suponer una dificultad añadida.

"No somos pesimistas sobre el amor a distancia, ni creemos que representa el final del amor y que sus deficiencias vinculadas a la condición humana son en principio insuperables", dice la pareja de sociólogos en la introducción de su libro Amor a distancia. Nuevas formas de vida en la era global (Paidós, 2012).

Es la verdadera prueba que tiene superar el amor de los Erasmus cuando llega el fin de la beca: continuarlo separados por miles de kilómetros. Aunque tienen bastante a su favor. Gran parte de esos enamorados se cuentan entre los cientos de millones de usuarios de aplicaciones como Skype, Whatsapp y demás herramientas que permiten mantener el romance a través de una pantalla de ordenador o del teléfono móvil.

Las compañías aéreas de bajo coste también aparecen como aliadas de ese amor, posibilitando escapadas para los dos miembros de la pareja, que acostumbran a encontrarse en distintas ciudades a medio camino entre sus respectivos países.

Pero no todo es color de rosa para los jóvenes y todavía inexpertos enamorados, por supuesto. Como advierten los especialistas en relaciones de pareja. " Todas las parejas tienen un proceso -dice Mila Cahué.- La primera fase, la del enamoramiento, es perfecta. Pero para que la relación se consolide hace falta una segunda y una tercera. Tienes que conocer al otro en primavera, verano, otoño e invierno; cuando hace sol y cuando llueve; en los momentos felices y en los que no lo son tanto. Y cuando hay distancia física existen dos dificultades: la primera es que ya no se comparte el día a día de forma tan directa; la segunda, que en algún momento hay que tomar una decisión, o tú te vienes a mi país o yo al tuyo o los dos a un tercero, y eso conlleva rupturas", asegura la psicóloga.

Lost in translation

Mathias, frances de 25 años residente en Madrid desde que en 2014 viniera con una beca para estudiar en la Universidad Complutense, sabe muy bien lo que es querer y después perder. Al igual que no uno, sino dos de sus compañeros que llegaron con el desde París, Mathias se enamoró de la cultura española... personificada en Ana, una malagueña linguista y al parecer divertida, que sin embargo le dejó al año de estar instalado en la capital.

Mathias no se queja. "He aprendido más en estos dos años fuera de casa (incluido el último que he pasado sin Natalia) que en toda mi vida anterior, ¡sobre todo que los españoles tenéis un sentido distinto del tiempo! Lo de la siesta y las fiestas me sigue alucinando".

A Juan (24 años), un madrileño afincado desde hace seis meses en Helsinki, tampoco le resultan comprensibles algunas costumbres finlandesas "Lo del salmón crudo lo llevo mal", dice, pero por lo pronto ya se ha echado novia: Marilenna (24 años), una italiana con la que añoran, juntos, el Mediterráneo. "Es probable que antes de volver pase una temporada en Nápoles, con mi chica", dice Juan, que estudia empresariales, al igual que su novia.

He aprendido más en estos dos años fuera de casa que en toda mi vida anterior

Mathias - Estudiante

Es evidente que los Erasmus solteros y sin compromiso acaban siendo presas de la pasión. Pero, ¿qué ocurre con los que viven la experiencia teniendo ya pareja? La respuesta está en el propio lema con el que se celebró el primer cuarto de siglo del programa hace ya cuatro años, una declaración de intenciones: "Erasmus: 25 años cambiando vidas, abriendo mentes".

Efectivamente, unos meses en otro país pueden dar un giro de 180 grados al futuro laboral de cualquier estudiante, pero también cambiar su vida personal. Para Irina (29 años), una eslovaca que vino a estudiar a la Universidad Autónoma de Madrid, la beca era solo una ayuda para mejorar su español y conocer el país al que había soñado con viajar desde niña. Su pareja se quedó en Bratislava y, aunque lo intentaron, la relación a distancia no funcionó: ella se enamoró de otro y se lo confesó, él la perdonó... hasta que volvió a ocurrir.

Su caso no es raro. Estar separados puede ser un aliciente, pero también una trampa. Por eso es fundamental la comunicación y la sinceridad constantes. "Una infidelidad no es sencilla de superar, aunque cada pareja tiene que definir lo que significa en su relación y cómo la afecta", explica la psicóloga Milla Cahué. Más aún si provienen de culturas diferentes.

Mientras tanto, el programa que ha posibilitado el intercambio de tres millones de estudiantes sigue cumpliendo objetivos: fomentar la construcción de una identidad común, derribar clichés, estrechar lazos. Que el amor sea un efecto colateral no es descabellado: dicen que el beso es el idioma universal.

España, el destino más deseado

España sigue siendo el país preferido por los alumnos extranjeros para disfrutar de su beca Erasmus. Según las cifras del curso académico 2013/2014, el último sobre el que se tienen datos, 39.277 alumnos extranjeros escogieron nuestro país como destino para sus estudios o períodos de prácticas por delante de Alemania (30.964) o Francia (29.621).

España sigue siendo el país preferido por los alumnos extranjeros para disfrutar de su beca Erasmus.

En cuanto al país que hace un uso más intensivo de esta beca, España también ocupa el primer lugar. 37.235 estudiantes nacidos en nuestro país se fueron de Erasmus al extranjero ese mismo curso, casi 500 alumnos más que el segundo de la lista, Francia. Tras ellos se sitúa Alemania, con 36.257 estudiantes que aprovecharon la beca.

La experiencia de poder estudiar en otro país anima a los jóvenes a no desechar ofertas de trabajo fuera de nuestras fronteras: el 40% se ha mudado tras su graduación y el 93% se ve a si mismo viviendo en otro país en el futuro según el último estudio realizado por las instituciones europeas sobre el impacto del programa de intercambio en los jóvenes.

El mismo informe concluye que los Erasmus son emprendedores: casi uno de cada 10 becarios que han realizado períodos de prácticas en el extranjero ha constituído su propia empresa, mientras que tres de cada cuatro tienen previsto hacerlo o se plantean esa posibilidad.

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